Caso 006: Morgue Cornelia del Departamento de Criminología.

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San Tlán de los Cantos, México

—No puedo volver a escucharlas pelear una vez más, así que me voy. Ha sido divertido y todo, gracias por invitarme, no lo vuelvan a hacer a menos que sea importante —les dijo con un guiño y apuntándoles con su mano en forma de pistola.

—Si es todo, a mí también me gustaría irme, me quiero ir a bañar —comentó Thiago intentando levantarse y Kayla acompañándolo.

—Sí, como sea —respondió Aurelia cerrando su laptop con fuerza.

Thiago y Kayla salieron del cuarto, dejando a las dos chicas en una desesperada presión de guardar sus cosas y salir antes que la otra.

Y cuando Sofía puso un pie afuera del asiento.

—¿Ves lo que hiciste? Hiciste que se fueran. Como siempre.

Aurelia aprovechó aquello y pasó a Sofía que se había congelado al escuchar eso, pero Sofía tomó su brazo y la jalo antes de que saliera.

La empujo contra la pared y pegó su palma de la mano en la pared a lado de la cabeza de Aurelia.

—¿Crees que me puedes intimidar?

—Vamos a terminar esto aquí y ahora.

No era como si después de haberse separado no se hubieran puesto al tanto de la otra. Constantemente se veían a lo lejos en los pasillos, en el pueblo o a veces sin querer, terminaban en el perfil social de la otra, pero ya no tenían catorce años, ya no eran chicas fingiendo comerse el mundo creyendo que todo saldría bien si se tenían a la otra.

Sofía pensaba que Aurelia podía ir a una tienda de la esquina e iría arreglada. Se sentía desarreglada a lado de ella con su camiseta sin mangas y pants deportivos para dormir junto con su cabello atado en una cebolla despeinada, pero realmente despeinada que parecía que se había peleado con alguien antes de venir. Ella, en cambio, cubría su pijama en un sacó beige con un cinto negro. Su cabello largo levemente ondulado caía por su espalda atado a un prendedor de perlas brillantes. Lucía bonita bajo las luces, pero honestamente, Sofía nunca la había visto, no verse bonita bajo alguna luz.

Dio pasos al frente mirando fijamente a los ojos a Sofía. Su rostro serio le dio gracia, pero para disimular la sonrisa se relamió los labios.

—¿En serio vamos a pelear todo el tiempo? ¿Por algo que paso hace demasiado tiempo?

Aurelia suspiró pesadamente, dejándose relajar en la pared. Aún sostenía sus libros contra su pecho. La retó con la mirada un poco más y Sofía sonrió torcidamente.

—¿Qué? ¿Me harás algo? ¿Me lanzarás brujería?

—Lo estoy pensando.

—Ser amenazada por ti suena bien.

—Sé que lo haces, estás obsesionada conmigo.

—No podría estar obsesionada contigo, ni en mil vidas.

—¿En serio?

—¿Es una amenaza o un reto?

—Tal vez ambos.

Imitó apretar sus labios, mientras apretaba su mano.

—Aurelia, no te engañes. No tienes poder sobre mí, puedes tenerlo con el mundo entero, engañarlos a todos sobre el tipo de persona que eres, pero seamos honestas tú y yo ya hemos cambiado demasiado, no somos las mismas chicas de antes.

—Jódete.

Sofía entonces se alejó de Aurelia cansada.

—Bien. Jódete tú también, Aurelia, pero te diré una cosa. Matamos esa cosa y jamás en tu vida me vas a volver a hablar.

EL DISCURSO DE MICTLÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora