PARTE 2

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Pasadas dos semanas exactas desde que vi a Ellen, decidí tomar tiempo fuera para precisar una estrategia y moverme como una pieza de ajedrez, y para eso la distancia era perfecta. No tenía ninguna duda de que quería seguir viendo a esta chica, además quería que estuviese en mi cama. En unas de esos días raros que mi amiga Ana tenía libre le conté todo lo que había pasado esa noche con Ellen y me dijo que la única pieza a mover era trabajar en su bar.

—Amiga no le veo de otra— me dijo —No sé cómo te dividirás, pero tienes que estar cerca de ella— no lo pensé mucho, así que para mi suerte a pesar del tiempo transcurrido la vacante en la cocina seguía, no tenían chef, conseguí una entrevista, después de obviamente renunciar a mi antiguo empleo ¿Y quién me hizo la entrevista? Pues la mesera, Daniela que sin preguntar mucho me dio el trabajo.

—Espero que sepas aprovechar tu oportunidad— me dijo con una sonrisa. Le agradecí con un abrazo y esa misma tarde me presenté a mi primer servicio al llegar ahí estaba Ellen sentada en una de las mesas del bar con un montón de papeles y vaya cara de sorpresa que puso al verme, fue tanto el asombro que se puso pálida la niña.

—Muchacha, por Dios cierra esa boca, que te va a entrar algo— dije con un tono triunfante.

—¡Ho..la! ¿Qué haces aquí? El bar está cerrado— me dijo.

—Lo cual es obvio por la hora— dije viendo mi reloj y dirigiéndome a la cocina —Ahora trabajo aquí, Jefa— Ellen me miraba de una forma fascinante, me seguía a todos lados, no se lo podía creer.

—¿Me vas a seguir toda la noche, Ellen? — le dije con tono de burla.

—Pues, ¡NO!, pero hace un momento lo dijiste, soy tu jefa y puedo andar por donde se me pegue la gana—

—¡Epa! Pero deja la agresividad, que vengo en son de paz— alzando un pañuelo blanco que por casualidad estaba encima de una mesa. En eso me acerqué a su oído y le susurré

—¿Ya puedo pedir mi primer aumento, jefa? — dándole un beso en la mejilla. Se quedó inmóvil al mismo tiempo que yo me preparaba para empezar mi jornada.

—Te estoy vigilando, Jimena— me dijo, me abrí paso y le dije —¿Me permites?, debo trabajar y tus bellos tatuajes, tus ojos y ese cuerpazo me distraen—

—Ok ¡Perdón! — dijo —Te veo, niña—

Al fin Ellen salió de la cocina y tal cómo dijo no dejó de mirarme esa noche yo trataba de ignorarla, acto que se me hacía muy difícil. Llegó la hora de cierre del bar y como siempre quedándome sola en la cocina, eran las 4 de la mañana y fue cuándo vi entrar a mi bella y sexy jefa.

—Niña, ¿Qué haces todavía aquí? Ya puedes irte desde hace rato, mañana será peor—

—Si supieras, no tengo sueño, tengo mucha energía aun— le dije. Hubo un pequeño silencio qué se apoderó del momento.

—Pensé que llamarías...— dijo Ellen.

Aparte mi vista de donde la tenía para voltearme y verme en esos ojos, recordando el beso que le di esa noche en el bar, beso qué hasta la fecha no me podía sacar de la mente ni mis labios, por mi cabeza se cruzaron todas las maneras de hacerle el amor en esta cocina.

—¡Ja! Puedo tener fama de un par de cosas, pero acosadora, jamás—

Ella bajo un poco la mirada, —No, solo digo que...— me le acerque y no la deje pronunciar ni una palabra más antes de llevarla a la mesa, ella me tomó y me sentó en la mesa y se aferró a mis labios como si fuera lo único que pudiera sostenerla en este mundo. No se detuvo y dio acceso a mi lengua, nuestras bocas se unían una y otra vez, podíamos seguir haciéndolo toda la noche, Ellen mantenía los ojos cerrados hasta que decidí apartarme. Coloque mis manos en su fuerte pecho y la fui alejando, miré la mesa de acero, me baje, "¡Oh! Dios esa mesa pedía a gritos que nos comiéramos esta noche" pensé.

— Hasta mañana, Jefa— tomé mis pertenencias y salí muy digna, excitada, pero digna, optando por no verla a la cara.

Llegué al día siguiente temprano al bar, Daniela me indicó que Ellen estaba en el almacén recibiendo una mercancía y que estaba de muy mal humor, me dirigí al almacén cuando vi irse al proveedor entre y cerré la puerta. Ella iba vestida con unos jogger deportivos, color marrón y una camisa negra con zapatos deportivos blancos, el cabello recogido con una cola de caballo. Un suspiro salió de mí.

—¡Hola, jefa! — la saludé con un tono atento ante cualquier reacción.

—¡Hola! Es temprano, no deberías estar aquí— se le notaba mucha molestia.

—Tengo algo que hacer y quería adelantar, solo pasé a saludar y preguntar si quería más de lo de anoche— me miró con cara de pocos amigos.

—No tengo tiempo de jugar tus jueguitos estúpidos, Jimena, aparte de infantiles—

—Bueno, creo que me voy, hay una vibra muy intens... — Ahora fue ella quien se abalanzó sobre mí impidiendo que abriera la puerta.

—¡Vas a terminar lo de anoche o te corro! Entendiste.

Me tomó en sus brazos y nos besamos desesperada y violentamente, accedí a todo lo que ella quisiera hacerme, mordió mi labio inferior haciendo que saliera un punto de sangre, rápidamente la aparté empujándola, —¡Ay! Animal, me dolió— me toqué el labio y ella soltó una risa macabra, pero excitante, no me importó y me abalancé a ella, quitándole la camisa y el sostén deportivo para poder apreciar todo ese cuerpo musculoso y besarlo, ella tomaba mi cabeza para no dejar que mi boca se apartara de sus hermosos pezones rosas.

Pero en minutos tocaron la puerta del almacén y tuvimos que parar. Ellen se vistió rápido y salió a ver qué pasaba, yo me quedé un rato en el almacén fingiendo tomar cosas para el servicio mientras esperaba a que ella volviera. Comencé a trabajar intentando concentrarme pues hace solo un segundo me tenía súper excitada, mi vagina estaba caliente, cuándo sentí la presencia de alguien a mi lado.

—¿Será que algún día terminaremos de hacerlo? — besándome por el cuello y tomándome de la cintura.

—No lo sé, espero que sí. Te invito a mi apartamento al terminar la noche, ¿ok?

—Ok— respondió Ellen. Esa noche fue de locos, imposible ver a mi jefa, Daniela se acercó y me dijo que ella se había ido, que tendría la mañana y tarde libre, acercándome una nota, "Ni la cocina, ni el almacén de un bar son lugares para hacer el amor contigo, ahora tu estas en mi juego. Ellen".

—¿Y ahora está, a qué se refería con mi juego? ¡Dios! Prefiero no pensar, esta mujer me mata con tan solo verla. ¿Por qué me habrá dado el día libre?

Mi Chef FavoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora