El inicio del fin

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"Se acostumbra uno a todo cundo ya nos hemos quedado sin nada

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Recuerdo perfectamente el dolor insoportable que martilleaba mi cabeza sin cesar, las luces aturdidoras cuando por fin pude despegar los ojos y el blanco impoluto de la habitación mezclado con el fuerte olor a antisépticos me provocaron arcadas. Era un hospital y no uno privado precisamente, podría haber reconocido la clínica privada del Doctor Mendez con los ojos cerrados, pero ese no era el problema sino por qué había ido a parar allí, esa era la pregunta aunque a día de hoy conocía perfectamente la respuesta. La muñeca derecha me ardía por la intravenosa, la situación era alarmante.

La primera vez que ví a Michael imaginé que nuestra relación no iría más allá de lo profesional y se convertiría en algo más bien fraternal. Apareció como un hombre al que no reconocí de nada. Iba formalmente vestido de traje y corbata, su colonia se filtró por mis fosas nasales tanto que me dolían. Aparentaba unos cuarenta y tantos años, de estatura promedio, algunas canas le salpicaban el cabello castaño. Escudriñó cada detalle de la habitación luego posó su azul mirada sobre mi.

Me asustaba demasiado no tener idea de lo que pasaba no lograba recordar nada luego de bajar del metro bajo la lluvia ¡cierto lluvia!, pero yo no estaba mojada ni siquiera mi cabello lo estaba, cuánto tiempo exactamente llevaba en este hospital. El desconocido notó la mirada dudosa que puse sobre él y rompió el silencio con su voz ronca, típica de quién lleva unos cuantos años fumando.

- Me alegro de que por fin despierte señorita Reynolds, soy el oficial Michael Baker - dijo estrechando una mano a lo que yo respondí con un quejido de dolor cuando intenté levantar la mano de la intravenosa. - Disculpe, no fue mi intención, formalidades a las que uno se acostumbra -señaló apenado, una fina línea se formó a modo de sonrisa en mi boca

- Llevaba usted tres días inconsciente senorita, temíamos que no fuera a despertar debido al trauma -explicó y lo observé perpleja.

Trauma, cuál trauma a qué se refería exactamente.

- Perdone, pero está usted seguro que no se equivocó de habitación. Yo no he sufrido ningún trauma seguramente ha sido otro de mis desmayos por pasar tantas horas sin comer, mi madre debe estar al llegar, ya deben haberle avisado los del hospital - el oficial me miró con tristeza, tragó con dificultad e inspiró profundamente

- No me he equivocado de habitación Alaska y no, lamento decir que su madre no vendrá a recogerla - la había llamado por su nombre y no de manera formal hasta parecía notarse un rastro de compadecimiento en su expresión.

- Usted seguramente está bromeando - comenté mientras me removía en la cama buscando algo de comodidad

- No suelo bromear en casos como este. Alaska necesito que entienda y espero que sea usted muy fuerte, justo como la chica madura que es porque lo que tengo para decirle no es nada fácil - le costaba hacerlo lo supe desde el momento en que bajó la mirada, el profesionalismo le falló por un instante hasta que se recompuso.

- Será mejor que hable oficial empiezo a asustarme demasiado - mi voz salió temblorosa, preocupada. Una alerta se activó en mi pecho y esa sensación molesta que se te mete en el estómago cuando estás en medio de una película de terror. El frío que te asaltan cuando se acerca el monstruo.

- Senorita Reynolds, su familia ha sido asesinada, a excepción de su padre. Él fue quien cometió semejante barbaridad - confesó por fin y el aire se esfumó por completo.

Me ahogué en mis propios sentimientos, las palabras querían salir pero sentía como si se me quemaran las cuerdas vocales entre tanta desesperación. No podía ser cierto, algo como eso no podía estarme pasando porque mi familia era feliz, siempre lo habíamos sido y mi padre era incapaz de lastimarnos, seguramente se equivocaron y el asesino andaba suelto por ahí. Solo se trataba de una pesadilla y pronto iba a despertar, mamá estaría sonriéndome, diciéndo que todo estaría bien y que bajo la cama no había ningún monstruo. Este hombre era solo una proyección de mi sueño, no una persona real y nunca lo había sido.

Obligada por el miedo, activé todas las defensas posibles para borrar sus palabras. Intenté creer que no era así, que mi madre y hermano no estaban muertos, que no me quedaría sola en este mundo. Michael me observaba con preocupación y lástima a la vez. Llamó a una enfermera para que me sedara y eso fue lo último que supe.

Hasta que desperté nuevamente en una habitación que no era de hospital, sin embargo esa sí la conocía era la habitación de Kate, mi amiga de la secundaria. Habíamos sido muy unidas en el pasado con el tiempo nuestra amistad se distanció por mis seguidos entrenamientos. La hospitalidad que me ofreció su familia fue acto de nobleza en un momento dónde todos me dieron la espalda.

Fueron ellos quienes estuvieron a mi lado cuando el oficial Baker me explicó todo el procesamiento.

- A partir de ahora usted está bajo custodia de las autoridades dado que no tiene ningún familiar vivo que la represente legalmente. Debe saber que su madre y hermano fueron víctimas de asesinato y como único culpable fue hecho prisionero su padre. Lamento tener que ser tan crudo al darle toda esta información cuando aún está en el proceso de duelo, pero desgraciadamente es mi trabajo. Llevará un período de dos semanas determinar lo que pasará con usted, probablemente sea trasladada a un orfanato, pero eso ya se le informará cuando la trabajadora social haga todo el papeleo correspondiente. Siento decirle que no podrá tomar ninguna de sus pertenencias dado que su casa ahora es escenario de un crimen, tampoco podrá usar las cuentas de banco pues han sido congeladas hasta que se dicte sentencia. Eso es todo lo que debe saber por el momento, si tiene algo que decir por favor estoy aquí para su disposición -declaró con tono condescendiente, asentí con un nudo en la garganta mientras Kate se aferraba fuertemente a mi mano dándome aliento.

Todo era gris y amenazaba con quedarse así por mucho tiempo.

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NO NECESITO SU LÁSTIMA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora