Sherlock, un desconocido y la mancha de salsa de tomate
≈•≈Alaska
Las semanas se convirtieron en meses y resulta que pasaron tres, tres largos meses de andar rodando para aquí y para allá como si fuera un saco de patatas podridas al que nadie quiere por miedo a que contamine las que están sanas, porque cuando lo tienes todo las personas te aprecian no por lo que eres sino por lo que tienes, pero cuando no tienes nada te desechan.Solo unos pocos sillones caritativos fueron lo verdaderamente sinceros conmigo empezando por el de Kate, quien para mi sorpresa fue la única que no me dio la espalda. Nadie quería tener a la hija de un asesino durmiendo en la sala de su casa y si resulta que era como él. Kate lloró y pataleó cuando llegó el día en que debía irme.
Se reunieron todos para despedirme y me costó demasiado no llorar. Acepté unas cuantas pertencias que me dió, ropa y artículos de primera necesidad. Alec su hermano me regaló un portátil y su viejo celular, la señora Maryse me preparó un delicioso pastel y Raphael el padre de Kate me soprendió cuando apereció con un kit de dibujo entre sus manos como obsequio. Ellos habían intentado ser una familia para mi en tan poco tiempo y lo lograron con creces.
Me marché en un coche patrulla conducido por Mike, así había empezado a llamar a Michael. Fue él quien me llevó hasta el orfanato Argos que sería mi nuevo hogar. Con un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas dije adiós a todo lo que fui, fijé la vista en la carretera y dejé que el tiempo corriera.
≈•≈
Varias semanas han pasado desde ese día, semanas en las que mi rutina diaria se reduce a ir desde la habitación hasta el comedor, las sesiones de terapia y las clases básicas que imparten dos veces por semana en horarios de la tarde. Todo el tiempo estoy evadiendo ir a las sesiones de terapia grupal pero me resulta imposible dado que es obligatorio.
El orfanato desprende ese aire lúgrube e infunde un sentimiento de tristeza por muy fuerte que seas. La instalación está levantada sobre una vieja estación que funcionó como laboratorio de investigación en los años 70, de ahí el color blanco sea una característica común dónde quiera que vayas. Es un edificio moderno de seis pisos dividido en varias secciones. Las habitaciones están situadas en el ala este, la mayoría son personales como la mía a excepción de algunas compartidas para los niños más pequeños.
La parte que funcionó como laboratorio ahora es el área de ciencias equipada con la última tecnología. El comedor mantuvo el mismo funcionamiento de siempre es uno de los espacios más grandes y goza de una impresionante vista por los enormes ventanales de cristal que posee. También hay una sala común y una pequeña biblioteca que cuenta con literatura variada. El jardín rodea toda la instalación y es el único toque de color que posee el horfanato. Aquí todo va de color blanco desde las baldosas del suelo hasta los cubiertos con que comemos y el uniforme eso lo vuelve más aburrido y frío. Es un lugar más bien apartado de la ciudad, cercano a la costa. El mar es el patio trasero y un aterrador acantilado remata los límites de este.Casi siempre estoy aquí en mi habitación de paredes blancas, que no es precisamente grande pero sí acogedora y además tiene baño privado, todas lo tienen y eso ya dice muchas cosas. Tengo un pequeño armario empotrado a la pared, una mesita que sirve de escritorio con una lámpara de estilo contemporáneo, una cama para no más de una persona y lo más emocionante de todo es el enorme ventanal que hay en el fondo, he de decir que soy muy privilegiada al tenerlo solo unas pocas habitaciones lo tienen. Además las vistas son increíbles.
La brisa marina se cuela entre las cortinas también blancas y deja ver un tenue reflejo de la luna que empieza a alzarse por entre un montón de nubes grises. Llevo varios dibujos fallidos en los que pretendo captar la imagen de la luna sobre la superficie del mar. Cierro el desgastado cuaderno y me acomodo en la cama echa un ovillo. Pienso en el jersey de color blanco que mamá me tejió para navidad cuando tenía siete años, sonrío para mis adentros recordando como lo llevé puesto toda la semana. No tenía intensión de quitármelo hasta que mi padre me dijo que empezarían a vivir bichos dentro de la prenda.
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NO NECESITO SU LÁSTIMA ©
Genç Kurgu" Tres personas pueden guardar un secreto, pero solo si dos de ellos están muertos " ¿Qué harías si pierdes a tu familia por el efímero trayecto de una bala? ¿Y qué harías si tu madre y hermano pequeño son las víctimas a manos del hombre que conocía...