74| Una buona cena

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SHIRLEY

*

—¿En qué piensas? —pregunto mientras pinto mis labios frente al espejo de la entrada.

Luca lleva un rato mirándome, lo noto desde el rabillo del ojo.

—En que te queda muy bien esa ropa.

Enarco unas cejas por el comentario. No me esperaba un cumplido, más aún teniendo en cuenta el tremendo tormento que supone para él la cena de hoy. Tapo la barra de labios.

—Gracias.

—¿Te la he regalado yo?

—Sí. Tienes muy buen gusto.

Doy una vuelta para dejar que vea con más detalle cómo me he arreglado hoy. Una blusa roja que insinúa mi escote y unos pantalones ajustados marcan perfectamente la curvatura de mis nalgas. Mi cabello está recogido en una trenza larga.

—Me sorprende que te estés arreglando tanto para una cena con Marco y su mujer.

—Su mujer a la que te tirabas —matizo y me acerca a él, me hace gracia que la mencione como si no hubiera estado follándosela tanto tiempo. Es retorcido hasta para mí—. Pero bueno, es preciosa, lo sabemos todos, tan solo sentía que debía estar a la altura. Marco es muy afortunado. —Me encojo de hombros antes de añadir—: Bueno, lo sería si su mujer le fuera fiel.

—¿Planeas contarle a Marco la verdad?

No me puedo creer que me tenga por alguien tan básico. Se me escapa una carcajada.

—Si ese fuera mi plan ya lo habría hecho sin necesidad de montar una cena. —Doy unos pasos hacia él, hasta estar a su altura y entonces envuelvo mis brazos en su torso—. Y deja de pensar mal de mí.

Noto como su mirada se clava en la mía y como su nuez sube y baja al tragar saliva.

—Y tú deja de tentarme.

—¿Piensas que te estoy tentando? —Me aparto—. No seas engreído.

Por supuesto que Luca y yo no hemos tenido ningún acercamiento sexual ni nada que se le pareciera. Hemos mantenido una distancia considerable el uno del otro. Supongo que esa parte de nuestra relación la echa de menos. Yo también, no voy a mentir, soy un ser humano y me gusta follar.

Voy a darme la vuelta, pero me empuja contra el sofá.

—Intento ser bueno, Shirley —dice sediento de deseo—, pero me lo estás poniendo difícil.

Enrolla mi trenza en su puño y tira ligeramente hacia atrás, obligándome a mirarle a los ojos. Supongo que mis iris solo deben transmitir rabia, es algo que no puedo evitar, esa emoción aun me cuesta ocultarla. Esos celos cada vez que pienso en ello.

—¿Y esa cara cabreada?

—Parece que no tienes suficiente con cagarla conmigo.

Aprieta mi muslo con vehemencia y en su expresión puedo notar como se arrepiente.

—Sabes quien empezó este juego, ¿verdad?

Aprieto los labios enfurecida porque me haga recordar el mayor error de mi vida.

—Ambos lo empezamos. —Acerco mi cara a la suya y lamo sus labios con delicadeza—. Más te vale que te apartes.

Es en este momento cuando suena el timbre.

—En buen momento.


Una sonrisa surca mis labios cuando entran los invitados.

Odiada alianzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora