SHIRLEY
*
La distancia con Luca me está matando. No por separarme de él un tiempo, sino porque sé que posiblemente se esté exponiendo más al peligro de lo que piensa. Cuando se le mete algo entre ceja y ceja, es imposible hacerlo razonar.
Me dijo que se había encargado del hombre que me secuestró. No sé qué es lo que haría con él, pero eso solo es una pequeña parte del problema principal. Al final, sigue habiendo alguien detrás, alguien interesado en que Luca caiga o desaparezca. Y estoy convencida que ya no será tan paciente como antes.
—Shirley, nena —me habla mi madre, logrando que regrese de mis pensamientos—. ¿Quieres un poco de pavo?
Asiento con la cabeza, sin demasiado entusiasmo.
—¿En qué piensas? Llevas callada toda la cena —comenta mi padre.
—Estaba preguntándome como deben estar pasando la nochebuena en Italia.
Mi madre termina de cortar el pavo y deja una ración en mi plato.
—Seguro que muy bien. Luego les llamas si quieres.
Sonrío con falsedad.
—Claro.
*
Después de la cena salgo a tomar algo con mis amigos. Hablamos del menú en sus casas y la mayoría destaca por tener ese tradicional pavo junto a otras cosas más exclusivas y caras. Salvo en casa de Spencer, que cuando habla de como se reúne su numerosa familia y cantan y ríen, siento absoluta envidia.
—Este año han venido Clarice y el padre de Bruce —dice con una sonrisa.
Se me contagia el entusiasmo al imaginar a Harold Rimes rodeado de la efusividad de los Turpin.
Estamos dentro del Memphis, un pub irlandés de paredes de madera pintada de verde y largos asientos acolchados.
Tras charlar un rato, me llega un mensaje de Luca respondiendo a mi cuestión acerca de como iba su noche.
He cenado en el apartamento.
¿No has cenado con tu familia?
No, prefería darle espacio a Marco.
Me apena imaginar a Luca pasando una fecha tan señalada y familiar como esta completamente solo.
—Salgo un momento fuera —informo a mis amigos mientras me pongo el abrigo.
En la calle, llamo a Luca.
—Hola, pequeña.
Escuchar su voz siempre me emociona.
—Hola, amor. ¿Qué has cenado?
—Me he hecho una ensalada.
—¿Solo eso?
—Sí, pero está bien. Estoy bien. ¿Tú qué tal?
—Pavo.
—Típico allí, ¿no?
—Sí. Ahora estoy tomando algo con mis amigos, pero no tardaré en irme a casa.
—Pásatelo bien. Yo creo que cenaré con mis padres y Nina pasado mañana, el 26.
—¿Estará Marco?
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Odiada alianza
RomanceSiempre pensé que acabaría casándome por amor, pero mi realidad es otra. En el altar, miré a los ojos a aquel atractivo joven que se iba a convertir en mi esposo, ese que todos pensaban que me amaba tanto como yo a él, aunque lo cierto era que nos...