𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐮𝐧𝐨: 𝐋𝐚 𝐥𝐞𝐲𝐞𝐧𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐒𝐨𝐥𝐚𝐫𝐢𝐚.

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‘’Fuegos artificiales y luces adornaban el castillo y el pueblo entero, la gente reía, bailaba y festejaba el aniversario número doscientos de Solaria, doscientos años sin siquiera una pequeña guerra, años llenos de paz. Aquel lugar era casi una utopía, pues no existía pobreza ni hambre, la familia real era generosa con su gente, y por ello eran fielmente adorados por sus súbditos, más aún la hija del Rey, Liliana, a quienes todos querían por su alma pura y caritativa, ella solía pasar tardes con los campesinos, jugando con sus hijos para que ellos pudiesen trabajar en paz. Sin embargo, no todos eran igual de felices, Ernesto, hermano del rey Augusto, era corroído por el odio hacia su mellizo, siempre creyó que no merecía la corona y mucho menos el cariño del pueblo que él consideraba suyo, pero su padre siempre vio la maldad en Ernesto, la avaricia que reflejaban sus ojos.
Por ello, durante varios años conspiró en su contra, y un día, la sombra cubrió toda Solaria, dejándola en total oscuridad, a lo lejos se escuchaban las tropas de Ernesto, matando a todo aquel que se le cruzara en frente. El rey Augusto trató en vano de proteger a su pueblo y a su familia, y fue aquel día en que la oscuridad gobernó el reino, ni siquiera la intervención de los cuatro guardianes pudo contra el ejército del ahora llamado Rey Oscuro.
Sin embargo, cuenta la leyenda que quinientos años después, la princesa Liliana y los cuatro guardianes reencarnarían, no se sabe cuándo, ni donde, pero lo harán y podrán liberar a su pueblo.’’
—Y bien chicos, espero esta historia les haya gustado, y como dato curioso, hoy se cumplen quinientos años desde la tragedia de Solaria.
Dijo la maestra con obvia emoción en su voz, se notaba que era su leyenda favorita.
—¡Eso son tonterías, no hay pruebas de que sea real!
Exclamó alguien desde los pupitres de atrás en el salón, sin embargo lo único que respondió la maestra fue ‘’El que sea una leyenda, no significa que no sea real’’.
El timbre tocó, anunciando el final del día escolar y el comienzo de las vacaciones de verano, así que me encaminé a mi pequeña motocicleta para irme a casa, pero antes de subir, una mano tocó mi hombro, lo que me llevó a voltear hacia esa persona.
—¡Nina por Dios! Me has dado un susto de muerte. —Reclamé golpeando ligeramente su cabeza, pero finalmente reí.
—Lo siento, a veces olvido que eres una nena asustadiza. —Se mofó, yo sólo rodé mis ojos. — Bueno, a lo que venía, ¿vendrás a la fiesta en el bosque de Antonio? Dicen que va a ser la mejor del verano, ¡y eso que sólo es la primera! Apuesto a que será una salvajada.
—Si te digo que sí, ¿me dejarás en paz? —Ella asintió— De acuerdo, nos vemos allá a las ocho en punto, ¡no llegues tarde! Mira que siempre lo haces y me toca socializar con gente que me cae como arena en el trasero.
Sin decir más me puse el casco y arranqué la  moto para  ir hasta mi casa, no tardé más de quince minutos en llegar, fácilmente podría hacerlo caminando pero soy una floja de primera e ir en moto me resulta más cómodo.
Pasé el resto de la tarde escuchando música, y cuando el reloj marcó las cinco fui a ducharme, normalmente tardo diez minutos en hacerlo, pero considerando que iba a una fiesta, hice todo mi tratamiento facial y corporal para sentirme fresca. Una vez acabé me puse un vestido color esmeralda con tirantes, en el medio tenía una pequeña flor violeta, mi favorita. El maquillaje fue algo ligero, por lo general me gusta hacerme maquillajes marcados, pero considerando que iba a ser algo de noche, opté por algo más sencillo, un delineado simple en mi ojos, máscara de pestañas y un labial carmín en mis labios.
Quince minutos para las ocho ya estaba en camino al lugar donde sería la celebración, Antonio era conocido por dar las fiestas más salvajes y alocadas de toda la escuela.  A las ocho en punto estaba en el lugar, ya bastante gente se encontraba allí, y para mi sorpresa Nina había llegado temprano, me pregunto cuál será el motivo.
—¿Y ese milagro de tenerte temprano aquí? —Pregunté burlona, Nina no acostumbraba a llegar temprano a nada, ni siquiera a clases.
—Bueno, tal vez quiero ver a alguien. —Respondió mientras sus mejillas tomaban un tono rosado.
—Mh, ¿ese alguien de casualidad no se llama Marco?
Solté una carcajada, y por ello recibí un golpe en mi hombro.
—¡Hey! No me golpees así, yo sólo pregunté. —Dije sobando el lugar donde me había golpeado.
—Pero lo dijiste muy fuerte, ¿qué tal si te oye?
—Ya, tranquila, a menos que Marco tenga un súper oído, dudo mucho que pueda escucharme.
Entre otras cuantas bromas la noche fue pasando, hasta que Nina finalmente se armó de valor para hablar con Marco, ambos se veían cómodos charlando así que tomé un vaso con cerveza y me dispuse a caminar un poco hacia el bosque, me gustaba mirar el contraste de los árboles cuando estaba oscuro.
De pronto un estruendo llamó mi atención, no venía de la fiesta y pude fijarme como una tenue luz se hacía presente no muy lejos de donde yo estaba. Mi curiosidad fue inmensa y fui a ver de dónde provenía la luz, encontrándome con un pedazo de roca color esmeralda brillante.
La roca era preciosa, y casi como entrando en un trance me acerqué a tomarla para verla más de cerca, fue entonces cuando la luz me cegó, y luego, todo se fue a negro.

La leyenda de SolariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora