𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟔: 𝐋𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨 𝐠𝐮𝐞𝐫𝐫𝐞𝐫𝐨𝐬.

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Una semana había pasado desde que Carla y yo descubrimos que además del agua, también podía controlar el fuego, lamentablemente nuestros hallazgos se detenían allí, quizás no podía controlar los cuatro elementos, pero en definitiva tener el control de dos ya me parecía bastante genial, ¿qué otro adolescente puede decir eso? De seguro ninguno.

Otra semana más y llegó el momento en que Carla se fue, prometí contarle cualquier avance que tuviese, aunque dudaba tener alguno, tal vez lo mejor sería concentrarme en controlar bien los poderes que ya tenía.

Ahora que estaba sola en esto, me propuse a buscarle una explicación, estas habilidades no podían venir de la nada y preguntarle a mamá si a alguien de nuestra familia le había ocurrido lo mismo que a mí no era una opción.

Estaba frustrada, los días pasaban y yo no lograba averiguar absolutamente nada sobre lo que me estaba pasando.

Sin embargo, desde que mi prima se fue he sentido que alguien me sigue a donde quiera que voy, incluso me siento observada en mi propia casa, ¿estaré siendo paranoica? No lo sabía, pero tenía un pequeño presentimiento, como si todas mis dudad estuviesen por resolverse pronto.

Un lunes por la mañana decidí salir a dar un paseo, planeaba ir al centro de la ciudad a comprar algunas cosas y en una de esas comer un helado. Mientras caminaba logré notar a un hombre atrás de mí, no era paranoia, en verdad alguien me seguía, intenté acelerar el paso pero fue en vano, aun cuando llegué a correr, aquel hombre hizo lo mismo.

Desde lo lejos divisé un callejón y me metí a él rápidamente, pero para mí mala suerte era un callejón sin salida, el miedo se apoderó de mi cuando volteé para seguir corriendo, pero en lugar de ver una salida, vi a el hombre que poco a poco terminó por quedar en frente mío.

—Lo siento, niña.

—Pero qué...

Sentí un pinchazo en el cuello, y luego de ello, todo se fue a negro.

''Sálvanos Mia, sólo tú puedes hacerlo, sálvanos, ¡sálvanos!''

Desperté, pero no era mi casa, miré hacia todos lados y tan sólo pude ver gente con batas blancas, observándome en silencio mientras anotaban cosas en sus libretas, intenté moverme pero fue inútil, tenía ambas manos sujetas a una silla, al igual que mis pies.

— ¡Suéltenme!

Grité mientras trataba desesperadamente de soltarme de mis amarras, pero nada parecía funcionaba. Grité nuevamente, esta vez con todas mis fuerzas, algunos vidrios se rompieron y las personas alrededor tapaban sus oídos.

De pronto sentí como alguien tocaba mi hombro, al dar vuelta mi rostro me encontré frente a frente con quien me había sedado.

—Tranquila.

Me dijo con voz calmada, sin embargo yo estaba aún agitada luego de gritar.

— ¿Por qué me traes acá? ¡Mi familia no tiene dinero para pagar un rescate!

Alcé la voz.

—Esto no es un secuestro, linda.

—Si no es un secuestro, ¿por qué estoy amarrada?

El hombre miró mis manos y pies, suspirando.

—Lamento esto, es un mero protocolo para que no huyas, ahora te voy a soltar, pero por favor no salgas corriendo.

Yo sólo asentí ante sus palabras e hice caso, no quería salir lastimada de ninguna manera, así que haría todo lo que digan.

—¿Dónde estoy?

Pregunté, un nudo de nervios yacía en mi estómago pero no iba a dejar que él lo notara, mientras caminaba a su lado, pude notar como en varias salas se encontraba gente entrenando, algunos con armas, otros con espadas, pero todos aquellos implementos no eran de aquí, de eso puedo estar segura.

—Estamos en ''La agencia''.

— ¿La agencia?

—Así es, aquí nos encargamos de entrenar jóvenes guerreros para que cuiden este planeta de posibles amenazas, ¿conoces la leyenda de Solaria?

Me preguntó, yo dije que sí con la cabeza mientras prestaba atención, por alguna razón creía en lo que me decía.

—Sí la conozco, mi maestra nos la contó hace algunas semanas en clase.

—Bien, pues la leyenda es cierta, y por eso preparamos a estos jóvenes, para proteger la Tierra el día del fin del mundo.

— ¿Fin del mundo?

Me exalté y dejé de caminar a su lado, fría ante sus palabras.

—La leyenda también dice, que cuando la energía de los cuatro guardianes llegué al rey Ernesto, invadirá el planeta donde hayan reencarnado, y en esta ocasión, la Tierra fue donde los guardianes reencarnaron, aunque hasta ahora sólo hemos encontrado a tres, pero mientras encontramos al cuarto, entrenamos jóvenes para acabar con algunas amenazas menores a este planeta, a esta altura debes saber que no somos los únicos seres vivos en el universo y hay algunas civilizaciones que desean agotar nuestros recursos y terminar por destruirnos, así que verás, no sólo nos encargamos de los guardianes, si no de proteger al mundo en general.

—Entiendo, ustedes protegen la tierra y todo eso, pero, ¿qué tengo que ver yo en todo esto?

—Verás, Mia, te hemos estado observando durante un tiempo, y nos dimos cuenta de que eres una persona pura de corazón, por ello te hemos elegido para formar parte de nuestras tropas y que nos ayudes a defender tu mundo y los demás.

— ¿Los demás? ¿Cómo un multiverso?

—Tú misma lo has dicho, olvidé mencionar que no sólo protegemos a este planeta, si no a todas sus variantes.

Mi cabeza era un lío, fin del mundo, guardianes, leyendas que son reales y un multiverso, era demasiado para asimilar.

—Yo...no estoy segura de querer formar parte de esto.

—Lo imaginé, por eso te daré una semana para pensarlo, nos vemos a las 15:35 en el parque frente a tu casa, estaré esperando.

Luego de aquella conversación, un auto me llevó a casa, eran cerca delas siete y tuve que inventar que me había encontrado con una amiga en el camino y por eso me tardé tanto, por suerte mi madre creyó la mentira, pero ¿qué más iba a hacer? Dudo mucho que me creyera si le contara.

Sin más fui a darme una ducha con agua fría, necesitaba despejar mi mente lo más que fuera posible, y una vez terminé de bañarme, fui directo a la cama, donde no demoré mucho en quedarme profundamente dormida. 

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⏰ Última actualización: Aug 27, 2022 ⏰

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