𝗖𝗮𝗽𝗶́𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝗶𝗻𝗰𝗼: 𝗙𝘂𝗲𝗴𝗼.

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El verano había comenzado, Nina fue de vacaciones a Irlanda a visitar a su familia, Carlos también se había ido de vacaciones junto a sus padres y hermana menor, por mi lado me quedé en la ciudad, iba a aprovechar el tiempo libre para practicar más con el agua, y ver si acaso podía controlar más cosas.

Desde luego no le conté nada a mi mamá o a mi abuela, pensarían que estoy loca y en definitiva no me creerían ni un poco, ambas son bastante escépticas en todo este tipo de cosas, con decir que son ateas basta.

Ahora me encontraba en la tina de mi baño, dije que tomaría una ducha y así nadie me interrumpiría mientras yo jugaba con las gotitas de agua que poco a poco lograba controlar hasta hacer una bola gigante, lamentablemente aún me faltaba aprender a concentrarme, pues al sentir el timbre de la puerta la bola de agua se deshizo, dejándome empapada, bueno, al menos así creerían que sí tomé esa ducha.

Oí como mamá me llamaba así que bajé la escalera, y cuando vi quién era la persona que había tocado el timbre, salté de inmediato a abrazarla.

— ¡Carla!

Junto al umbral de la puerta se encontraba Carla, mi prima favorita, aunque bueno, era la única que tenía.

— ¿Feliz de verme?

Preguntó ella, a lo que yo rápidamente asentí con una gran sonrisa en el rostro, estaba totalmente contenta de tenerla aquí, quizás a ella podría contarle mi pequeño secreto, incluso podría ayudarme.

Estuvimos un rato charlando en la sala junto a mamá y la abuela, hasta que ellas nos dijeron que subiéramos en lo que iban a comprar las cosas para la cena, así que sin dudarlo tomé a Carla de la mano y corrí hasta mi cuarto.

—Hey, sé que me extrañaste, pero ¿por qué tanto apuro en subir?

—Hay algo que debo contarte.

Sin perder el tiempo le conté todo desde el principio, su cara reflejaba incredulidad pura, pero no podía culparla, ¿qué tan seguido pueden decirte que alguien tiene poderes?

— ¿Es esto una broma? ¿Dónde está la cámara escondida?

Sin perder el tiempo se levantó de la cama y comenzó a buscar algún indicio de que todo lo que le había contado era una broma, pero fue en vano.

—No, Carla, esto es real, ven.

La conduje hasta el baño, donde aún había agua acumulada, estiré mi mano hacia esta y con toda mi concentración pude formar una bola de agua de mediano tamaño, la cara de mi prima era un poema.

—¡No es posible, es real! Dios mío, Mia, esto es increíble.

—No se lo puedes contar a nadie, ¿de acuerdo?

Carla asintió, de cualquier forma nadie le creería si lo contara y yo negaría todo.

—¿Qué más puedes hacer?

Preguntó ella, yo fruncí el ceño y me encogí de hombros, por ahora no tenía idea de que otras cosas podía controlar.

—Tengo una idea, cuando mi tía y la abuela se vayan, descubriremos que otros poderes tienes.

Y tan pronto como quedamos solas en casa, Carla se apresuró a la cocina, prendiendo un fosforo.

—Bien, intentemos con el fuego, trata de hacer lo mismo que con el agua, ¿si?

Yo sólo asentí, estiré mi mano hacia el fosforo y ¡Aleluya! Pude hacer algo similar que con el agua. Mi prima y yo dimos un pequeño grito de emoción ante nuestro descubrimiento.

—¿Te imaginas puedes controlar los cuatro elementos?

Ante aquella pregunta, ladeé un poco mi cabeza.

—¿Será eso posible?

Dije algo incrédula.

—Vamos Mia, todo lo que ha pasado hasta ahora resulta imposible de creer, pero está pasando, y hay que descubrir todo tu potencial.

En eso concordé con ella, y pasamos el resto de la tarde jugando con fuego y agua, a decir verdad me sentía un poco menos presionada ahora que otra persona sabía mi secreto, aquello me calmaba y podía concentrarme más fácilmente en lo que hacía.

Nos detuvimos cuando mi mamá y la abuela llegaron, yendo hasta la cocina para ayudarlas a preparar la cena, y media hora después estábamos cenando y charlando las cuatro.

Fuera de todo el tema de mis poderes, realmente disfrutaba pasar tiempo con Carla, todos los veranos venía a mi casa o yo iba a la suya, también me gustaba visitarla pues mi tía me consentía en todo.

Carla y yo nos pusimos de acuerdo en que mañana indagaríamos más en mi asunto, así podríamos saber qué tan lejos puedo llegar.

La leyenda de SolariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora