| My Catra|

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Había una sola razón por la cual llorar.
Todo se había ido...

Ella con sus caricias, con su sonrisa, toda esa personalidad que era tan viva, dulce, tanto para decir de ella. Ella era la misma luz sobre su vida, ella era todo.
Aún recuerda sus manos sobre ella, sobre su cintura, sus labios, su cabello, mejillas y todo su cuerpo.
Al igual que su mirada que la seguía desde el primer día que la conoció, que no sabía que ella sería su amor.

Y duele, duele ese sentimiento, saber que la perdió en el peor momento, saber que ya no está allí para verla, para besarla, para tocarla, sentirla, reír con ella y tomar largas caminatas y admirar su sonrisa.
Pensar que solo fue un estupido accidente que arruino su vida. Y si, se echaba la culpa todos los días, al no despertar con ella, al no sentirla, al no acariciarla.

Aún recuerda su sonrisa por las mañanas, donde despertaba solo con una de las remeras de la joven rubia, donde su cabello castaño estaba todo despeinado sobre su rostro y ella despejaba el cabello para besarla. Verla brillar con esa luz solar por la ventana era un regalo para ella. Tomaba el café mirando la ventana, la taza decía "Amo a mi esposa".

Si había una palabra para ella...
No existía.

No había una palabra, habían millones de palabras para describirla, por dentro y por fuera.

Toda su dulzura, esa gentileza, su empatía, su inteligencia entre otras, la hacían ella misma.
No había otra persona que no sea ella, ella era diferente, ella era el amor de su vida.

Se le hacía difícil.

Cada vez el apetito se iba yendo con el paso de los meses, donde se hacían eternos, donde su aroma empreñado a su ropa ya no estaba tan marcado, ya el silencio inundaba el lugar con lágrimas, con golpes hacia ella misma o hacia algún objeto, su maquillaje estaba en el mismo lugar donde lo había dejado, fue esa noche.

___________ ❀ ❀

Era una noche estrellada, el semáforo andaba con normalidad, la gente paseaba y salía.
Ambas estaban vestidas con sus mejores vestimentas. La de cabello castaño, Catra, vestía un vestido negro hasta las rodillas, medio abierto en la parte derecha, tenía tiras, se le pegaba a su cuerpo, dejando ver sus curvas. La de ojos celestes, Adora, llevaba puesto un vestido de un tono bordo, era sencillo, corto también hacía las rodillas y le hacía juego con sus accesorios.

Ambas entraron a uno de los restaurantes más lujosos de su ciudad, había algo de gente pero seguía estando tranquilo el lugar.
Ambas se pidieron una botella de vino con algún plato tranquilo.

Adora poso su mano arriba de la mesa, queriendo decir algo como "dame tu mano". Catra se la dio, la rubia empezó con su dedo a deslizarlo sobre su mano, tenía un tatuaje de muñeca hasta la parte baja de los dedos, era como algo parecido a un mandala, sencillo y lindo.

— Siempre me gustó este tatuaje tuyo — Le sonrió a su mano.

— Mi cara esta acá arriba — Río Catra.

— Celosa de tu propia mano?

Catra alzó una ceja. — No querrás decir tu?

Adora trago saliva y rodó sus ojos. — A ver, entiendo que seas la mujer más hermosa del universo pero tampoco para ese tipo de situación.

— Sabes? Creo que nadie puede superar tu tipo de celos.

— Shh.

Ambas se miraron y se sonrieron. La noche era joven como ellas, con miles de planes para el futuro, con tantas cosas por disfrutar, por llorar, por lamentarse, enojarse, por saber todo.

Catradora | Catradora's shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora