IV

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Exactamente, marcan las cuatro y cincuenta en su reloj de pared, Zhongli se despierta por un extraño piquiteo en su ventana.
Sale de debajo de sus finas sábanas para poder investigar el incesante sonido, la oscuridad en su cuarto hace que sus pasos sean lentos y cuidadosos.

Al llegar al marco de la ventana, abre esta, su ceño se frunce con obvia confusión al ver al bardo de vestimentas verdes con una botella de vino en su mano izquierda, mientras que con la derecha juntaba varias piedras.

—Venti, ya no hace falta que juntes esas rocas— El arconte anemo hace caso omiso a sus palabras, Zhongli reacciona rápido cuando el de ojos esmeralda de nueva cuenta lanza una roca a su dirección, haciendo que el hombre mayor tenga que agacharse.

El arconte Geo no puede creerlo, los borrachos son incomprensibles, estuvo unos veinticinco minutos tratando de que Venti dejará de tirarle piedras, incluso tuvo que hacer uso de sus poderes para así controlar al peliverde

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El arconte Geo no puede creerlo, los borrachos son incomprensibles, estuvo unos veinticinco minutos tratando de que Venti dejará de tirarle piedras, incluso tuvo que hacer uso de sus poderes para así controlar al peliverde.

Luego de que Venti pataleara por unos cuantos minutos, se dejó arrastrar por el pelimarrón hacía la casa, se podía visualizar que todo estaba en orden, nada fuera de su lugar y con un estilo muy minimalista, representando cien por ciento al arconte geo aunque la mente ebria y mareada del peliverde no pueda fuera capaz de apreciarlo en ese momento.

—Bien, toma asiento. Te iré a preparar un té— Venti sujeta la manga de la pijama de Zhongli antes de tirarse al sofá. El arconte del puerto de Liyue suspira sin saber que hacer.

—Desde aquí veo unas lindas botellas de vino, mejor sirveme uno de esos— el de ojos esmeralda ríe tirando del mayor.

—No, ya estas muy ebrio— el pelimarrón trata de soltarse del agarre de Venti para poder prepararle la bebida caliente.

—Morax, no quiero un té— los vellos de Zhongli se erizan al escuchar como Venti lo llama.

—Barbatos, no más vino. ¿Entendiste?— El arconte anemo levanta su cabeza de entre los cojines antes de jadear, Zhongli nunca antes le había hablando en ese tono, lo estaba regañando sin que siquiera se notara.

Venti asiente soltando la prenda del pelimarrón, viendo como este se dirige a la cocina, puede escuchar el sonido del agua, también como varías cosas son movidas, suena a porcelana chocando una contra otra. Se sienta de forma correcta esperando como niño chiquito, hasta que las pisadas son cercanas a su persona.

Gira un poco la cabeza, ve como Zhongli camina con calma en su dirección con una linda taza de color hueso en sus manos, los detalles dorados se hacen destacar aunque su cerebro borracho no hace más que decirle que mire al hombre quien con elegancia se posa frente a él, dejando en la pequeña mesa el utensilio que esta lleno de te, el vapor del agua hervida acaricia sus mejillas.

—Bebe pero ten cuidado esta caliente— El pelimarrón sopla un poco antes de pasarle la taza.

Sus dedos se rozan y por alguna extraña razón Venti se sonroja furiosamente por el pequeño toque de pieles, trata de controlar sus nervios, bebiendo un sorbo algo grande de la taza. Al instante se arrepiente de su imprudente acción, la lengua le arde y sus ojos se ponen llorosos, su boca parecía estar en llamas.

"¿A Zhongli le gusta quién?" | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora