Venti se remueve entre las sábanas de seda sintiendo unos brazos fuertes que lo abrazan por la cintura. En su rostro por inercia se dibuja una sonrisa de satisfacción, se gira hacia Zhongli quien parece dormir profundamente, examina sus rasgos perfilados ahora relajados y le hace gracia como el hombre mayor frunce el ceño cada cierto rato.
¿Hasta durmiendo podía verse tan bien? Y es algo que realmente sólo un Dios tiene la capacidad de hacer, eso es al menos lo que Barbatos piensa.
Sus pequeños dedos se entierran en el liso cabello marrón de Morax que al tacto se siente extraordinariamente suave, se notaba desde lejos que Zhongli mantenía de la mejor manera su cabello y Venti siente eso a lo que llaman envidia sana, ya quisiera él tener el cabello así.
Sus falanges pasan de las hebras marrones a las pestañas largas y pobladas del Arconte Geo, el bicolor se divierte examinando a fondo al pelimarrón que sigue durmiendo. De repente el estómago de Venti gruñe por un poco de atención y buena comida.
Trata de moverse lo menos posible pero cuando estaba por salir de la cama, Morax lo sujeta entre sus brazos dejándolo sin escapatoria alguna, el de ojos esmeralda suspira divertido, sentándose en el mullido colchón. El alto hombre a su lado lo usa de almohada acomodándose aún mejor en la gran cama.
-Despierta viejo- Venti mueve sus piernas tratando de que Zhongli despierte. Este gruñe y aprieta su cintura.
-Tengo hambre, vamos déjame salir de la cama- Morax niega con la cabeza y Barbatos suspira, esta comportándose como un infante.
-Sólo un rato más, ¿Puedes?- con voz ronca y ojos adormilados el Arconte Geo le pide a Venti que se quede en la cama.
-No, vamos, ya levántate. Necesito algo de comida- Zhongli ríe melodiosamente y Barbatos queda encantado con tal sonido.
-Esta bien. ¿Qué quiere comer mi lindo invitado?- El bicolor suelta una carcajada por la nueva personalidad juguetona del pelimarrón.
-Bueno, tofu con almendras no suena nada mal- Zhongli asiente levantándose de la cama y estirando las extremidades para desperezarse un poco.
-Bien, voy a preparar un poco entonces- el alto hombre sale de la habitación y Venti vuelve a agarrar el libro que antes de tomar la siesta estaba leyendo.
Zhongli tiene una amplia biblioteca, con libros de todo tipo, hasta los que se consideran de autoayuda, también de fantasía y romance. Definitivamente no imagino que le gustará ese género pero el pelimarrón muchas veces puede ser una caja de sorpresas.
Luego de una lectura de aproximadamente quince minutos, desde la parte inferior de la casa Zhongli lo llama. Venti baja las escaleras saltando de dos en dos y se dirige a la cocina donde en el desayunador ya lo espera un delicioso plato de tofu con almendras, el olor dulce de los frutos secos envuelve el lugar, el estómago del bicolor vuelve a gruñir.
-Toma, es té de flores chingxin, aunque tal vez te empalague demasiado- Venti le resta importancia y agarra la taza.
Zhongli empieza a contarle historias sobre Liyue y el origen de las hermosisimas flores que ahora usan para hacer té, también le cuenta datos que no sirven para nada, como la explotación de los minerales o la escasez de toallas para pies. Venti se ríe de lo extraño que pueden ser todos esos datos pero escucharía hablar a Morax por horas y nunca se aburriría.
Cuando el reloj marco las tres en punto, Zhongli coge un abrigo fino junto a las llaves de su casa. Recoge el plato de Venti junto a las dos tazas de té y las pone en el lavalosas encaminandose hacía el hombre sentado junto con unos palillos.
Extiende su mano hacía Barbatos quien la toma y da un saltito para bajarse de la butaca, Morax entrelaza sus dedos con los de Venti, encaminando a ambos a la entrada de su hogar. No sabe exactamente a donde deberían ir esta vez y trata de pensar un buen lugar para llevar al Arconte Anemo pero esta seguro que a cualquier lugar que lo lleve, Venti estará contento.
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"¿A Zhongli le gusta quién?" | 1
Historia CortaSeis mil años y jamás experimentó algo así. Maldice al Arconte de la Nación del Viento porque es su culpa que tenga un remolino de emociones cada que lo ve.