Tacámbaro Michoacán, México. 1842
Virginia
Tuve la gran fortuna de nacer en una familia con dos padres amorosos, me dan todo lo que ellos pueden y sin duda soy afortunada por eso. Mi padre es el hombre a quien más admiró y aunque yo no sea hombre intento siempre enorgullecerlo, porque cada regalo, cada gesto y caricia puedo sentir lo mucho que me quiere.
Toda mi vida creí que todos los niños tenían padres como los míos, hasta que tuve un acercamiento con mis vecinos y entendí que muchos no tienen a sus papás o que los tienen y los tratan mal. Los míos no son así, en especial papá.
Lavar la ropa nunca ha sido mi actividad favorita, fregar hasta que el lodo salga de las camisas de papá es difícil, no romper la tela que ya esta muy desgastada ¿Debería quitarme las sandalias que llevo? Son las únicas que tengo y no quiero que se pudran. Mamá hace de comer sopa de verduras y a mi me mandó al sol a fregar esta ropa, solo por qué la última vez dejé recociendo tanto las verduras que comimos una papilla asquerosa que no podíamos tirar a la basura.
-Mija, ven a comer.- Había llegado papá, fui corriendo donde él a abrazarlo, tenía las sandalias y el pantalón muy sucio de las rodillas, pero no me importó que ensuciara mi vestido, a final de cuentas ya debía lavarlo- ay chamaca, te pondrás más morena con el sol, pero ve, le traje a tu mamá y a ti unas guayabas que me dio el señor.
-Apa, no debía, muchas gracias.- Las muestras de afecto que da mi padre son particulares, él da detalles, no caros, pero él sabe lo mucho que me gustan las guayabas y siempre intenta traer unas cuantas a la semana, solo podemos comerlas de vez en cuando porqué son muy caras, se las podría robar a su patrón, pero mi padre es honrado y nunca toma ninguna, algunas veces el señor le regala algunas para él y nosotras. Los tres nos sentamos a la mesa, calenté muchas tortillas en el fogón que había hecho por la mañana, mi papá comía con entusiasmo ¿Nos llevará de paseo a un lado? La vez pasada fuimos caminando a Tacámbaro, el pueblo que está adelante, a dar las gracias al Cristo morenito porqué curo a mi apa del mal de ojo.
-Viejo ¿Qué te tiene así? Parece que tienes gusanos en la ...
-¡Mujer!- interrumpió papá.- Ay María, estamos comiendo.- Soltó una carcajada y siguió hasta terminar su última tortilla con aguacate y jitomate.
-¿Entonces que tiene Lorenzo? Nomás me tienes toda preocupada.
-Mujer, el patrón me hizo una propuesta muy buena, me dijo que si le vendíamos las vacas y el puerco me daba un terrenito para sembrar lo que yo quisiese, vamos a poder vivir mejor.
-Lorenzo ¿Cómo venderás a las vacas y al puerco? Es todo lo que tenemos aparte de esta casita, no tenemos mucho, pero si tenemos comida en la mesa y un techo. ¿Y si no resulta ese negocio?- La preocupación en el rostro de mi madre era claro, se llevó las manos a la cara y la paso por sus cabellos trenzados.
-Mujer, tu no sabes de negocios, podríamos tener mucho más que esto, ¿Apoco no te gustaría uno de esos vestidos bonitos como las señoras del centro? Y que nuestra hija tenga un buen pretendiente, ya está en edad de casarse, ya es una señorita. - a diferencia de mi madre él se veía muy entusiasmado, porque movía las manos al aire cuando estaba hablando, tanto que me contagió su alegría, pensar en tener mejores cosas era como si la misma virgen bajara a hacer un milagro.
-Ay Lorenzo, aún es una niña, Virginia aún está chiquita, además ¿Quién me va a ayudar aquí en la casa? Yo no puedo con todo.
-¿Cuál niña si ya tiene quince años? Tú te casaste conmigo a esa edad, mujer. Además hay que buscarle un buen muchacho, con lo poco que tenemos ningún hombre rico se fijará en ella, solo los pobres y si se casa con un pobre me la va a venir a regresar por qué se le pasan las verduras.
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Cartas de Amor a mi Pueblo
RomanceVirginia es una joven de origen humilde en 1845, su padre al volverse precipitadamente rico se muda a un pueblo a las orillas de un lago en Michoacán, siendo una de las jóvenes más cotizadas de la región. Pero no sé imaginó que pondría su mirada en...