Las Berman pasan todos los veranos en la casa de los Fisher junto a ellos y los Conklin, pero este verano será diferente, todos han crecido y cambiado. Camilla se verá envuelta en un sin fin de complicaciones.
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MILLIE sale de la habitación cuando desde dentro ve como Belly se va apresurada dejando atrás a Taylor Baja las escaleras con Conrad detrás hasta que salen fuera de la casa donde los demás jugaban a encestar pelotas en vasos.
— ¿Podemos irnos? Ahora. — pregunta Belly a Cameron a lo que él acepta y se van.
— ¡Chicos! ¡Millie! — Jeremiah pasa un brazo por los hombros de la chica — ¿Quieres ser mi compañera ahora que Cam Cameron me ha dejado?
Millie lo mira con las cejas elevadas por lo ebrio que va y sonríe.
— Si, vale.
Pasaron el resto de la noche jugando y bebiendo hasta que no aguantaron más y decidieron volver a casa.
[...]
Por la mañana, Millie despierta en el sofá de la casa Fisher junto a Jeremiah.
— Mierda. — murmura adormilada con una mueca por el fuerte dolor de cabeza.
La morena se levanta y cuando va a empezar a caminar se tropieza con Steven que estaba durmiendo en el suelo haciendo que callera encima de él y despertando a los dos chicos por el ruido.
— Joder, Millie. — se queja el chico Conklin apartando el pelo de la morena de su cara.
— ¿Qué mierda hacéis? — pregunta un adormilado Jeremiah incorporándose en el sofá.
— Eh, idiotas. — les llama Conrad entrando al salón — ¿Y las madres?
— Hace un rato que las escuché salir fuera. — contesta Steven.
— Genial, ahora vengo. — avisa Millie saliendo de casa.
La morena camina hasta la playa donde a los lejos ve tres sillas, quería avisar a su madre de que tal vez pasaría la tarde con Liam en la playa pero poco antes de llegar empieza a escuchar su conersación.
— Sabemos que no quieres hacer quimio. — habla Laurel.
Esa frase deja paralizada a Millie en su sitio mirando a un punto fijo en el suelo.
— No volveré a mi tratamiento. — la voz de Susannah retumba en su cabeza — Sé cuanto tiempo me queda.
— Beck... — habla Ela entristecida.
— Está bien. — la interrumpe Susannah — Lo he aceptado. Se lo diré a los chicos cuendo estemos en Boston.
Millie estaba en shock, Beck está enferma y no se había dado cuenta.
— Solo quiero un último verano perfecto en Cousins. Es todo lo que quiero.
No aguantaba más, quería irse a su habitación y no salir. Comienza a dar pasos hacia atrás intentando no hacer ruido y sale de ahí lo más rápido posible.
Cuando entra a la casa solo estaban Conrad y Steven jugando a la play.
— Hey, Mills, ¿Quieres ju...? — la pregunta de Steven queda en el aire pues Millie había subido las escaleras lo más rápido que pudo hacia su habitación.
Ambos chicos se miraron extrañados por el comportamiento de la morena.
Aún Millie no había soltado ni una lágrima, no se lo creía, estaba en fase de negación.
Beck, a quien consideraba una segunda madre, se estaba muriendo y ella no lo había notado hasta ahora, dormía mucho más y estaba empeñada en hacer retratos de todos.
Conrad y Jeremiah no lo sabían y no debía ser ella quien se lo dijera, mañana era cuatro de julio y debía ser un gran día.
Los golpes en su puerta la sacaron de sus pensamientos y sabía quien era desde el momento en que se abre la puerta.
— Vete, Conrad. — le dice Millie sin despegar la mirada del mar, que veía desde la ventana.
— ¿Qué ha pasado? — pregunta él sentándose junto a ella en su cama.
— Nada.
— No intentes mentirme, Mills. Cuéntamelo, anda. — insiste preocupado ya que la morena ni siquiera pestañeaba, solo miraba a través de la ventana.
— No puedo. — contesta ella lentamente.
— ¿Por qué no?
— Porque te amo. — dice ella despegando por fin la mirada de la ventana para girarse hacia él — Y no quiero hacerte daño.
— Si tú estás mal, quiero saber el por qué. — dice él mirándola.
Entonces las voces de sus madres se escuchan desde fuera y Millie se levanta rápidamente para verlas desde la ventana, las tres iban riendo con sus sillas de playa en las manos y Millie no puede evitar solo mirar a Beck.
Conrad sigue su mirada y entonces por fin lo comprende, ella se había enterado.
— Lo sabes. — afirma él.
— ¿Saber el qué? — pregunta ella con el ceño fruncido volviendo a mirarle.
— Que mi madre tiene cáncer.
La mirada de tristeza y sorpresa porque Conrad lo sabía se lo dijo todo al chico. Decirlo en voz alta lo hacía más real para ambos.
— ¿Lo...sabes? — murmura la morena.
El rubio suspira y vuelve a sentarse seguido de la morena.
— Desde abril.
Ambos se quedan silencio, el rubio conocía a Millie y sabía que ella sola no lo soltaría y guardárselo no era bueno, él bien lo sabía.
Así que pasa un brazo por los hombros de la morena atrayéndola ha su pecho, ella enseguida rodea su cintura.
— ¿Lo sabe Jere? — pregunta Millie con los ojos cristalizados y un hilo de voz al pensar en su mejor amigo.
— No. — contesta Conrad sintiendo los sollozos de la chica en su pecho.
El chico pasa una mano por el pelo de Millie acariciándolo, eso provoca que la chica se rompa más y él la apriete contra su pecho.
Así pasaron unas horas, consolando el uno al otro dejando a un lado la discusión de la otra noche También Conrad se había permitido soltar unas lágrimas pues él lo llevaba ocultando hace meses.
Ahora Millie comprendía cuando le dijo que necesitaba distraerse, ahora comprendía lo de meterse a los porros, muchas cosas encajaban ahora.
