Capítulo cuatro: Poder

194 53 201
                                    

La veo. La conozco. Es explosiva. Miles son así, pero ella se acerca mucho al Sol. Demasiado. La detesto.

Andrea y Anais habían llegado a la casa de Andrina junto a sus padres

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Andrea y Anais habían llegado a la casa de Andrina junto a sus padres. Se acomodaron rápido dejando las maletas a un lado sin ni siquiera guardar la ropa porque tampoco pensaban en quedarse por mucho tiempo.

Sus padres se comunicaban bastante con los familiares de Andrina y Kamico, más ahora que no podían ir.

—En un día para otro se les falleció un familiar, su padre está en el médico como sus hijos —dijo la madre de Andrea, Alma—. Y para colmo...

—Madre, ya sabes cómo son ellos —contestó Anais interrumpiéndola—. Han tenido rachas de suerte extrañas, pueden tener un año muy bueno a que de repente todo se vuelva un caos, lo escuchaste de Elena en las veces que íbamos a tomar algo con ella.

—Eso es cierto, pero...

—¡Eso es absurdo! —Elevó la voz Andrea algo irritada—. Suerte o no, ahora mismo estamos con ellos y podemos ayudarles, creo que tendríamos que centrarnos en eso.

—Igual forma, es inevitable pensar eso —dijo Anais con calma.

—¡Andrea! —gritó su padre desde fuera de la casa.

—¡Vou! (Voy)

Al salir pudo ver a su padre agarrar unas bolsas. No eran pocas precisamente así que no dudó en acercarse para tomar todas las bolsas posibles y cargarlas ella misma. Podía presumir de fuerza ya que entrenó para ello, entre otros motivos más.

—Uf, gracias, me hacía falta la ayuda —agradeció su padre, Elías.

—Non e nada (No es nada)

—Los días que has ido al gimnasio tienen buenos frutos por lo que veo, te has hecho muy fuerte y resistente —comentó con orgullo.

Andrea sintió calor en sus mejillas y sonrió, había entrenado durante varios meses para conseguirlo. Que su padre la aceptara y la apoyara, siendo el único de la familia, le daba tranquilidad y fuerzas para continuar.

No era por mal, pero su madre y Anais no aceptaban mucho que Andrea entrenara de esa forma, primero porque no era tan necesario, y segundo porque una mujer con músculos no era muy bonita de ver, pero a Andrea le daba igual eso. Capaz de pequeña llegó a preocuparse por el físico, pero las cosas cambiaron cuando algo cambio su punto de vista. Verse bonita o no le daba igual, lo que en verdad le preocupaba era ser fuerte y proteger a los suyos a sin importar las consecuencias.

Sabía que Anais no le gustaba verla con algunas cicatrices en su rostro o en sus brazos, sentía que algún día de estos iba a perderla ya que las personas no eran tan buenas, en especial si se metía en según qué calles que había en Lugo. Andrea no se preocupaba por ello, confiaba en sus capacidades.

V.I- Saga Juntos o Muertos - Alianzas del presente  [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora