Sus mañanas comienzan así.

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 Al día siguiente de conocer a aquellas almas, Xie Lian estaba seguro de que sus personalidades contrastaban con sus apariencias.

Hún Lì parecía un niño tranquilo, pero su curiosidad lo llevaba a tener rabietas que terminaban con golpes poderosos. Mientras que Honghong-er parecía alguien feliz y valiente, pero casi siempre tenía un puchero en su cara, por lo cual era muy común escuchar lloriqueos en la Mansión Paraíso

"¡Papá!"

Xie Lian se encontraba un poco sorprendido como fastidiado sobre lo que sucedía.

Todo comenzó cuando a primera hora Yin Yu les anunció que el banquete estaba listo, cosa que Xie Lian le agradecía infinitamente ya que ni siquiera sabía si su propia comida podría ser comestible para los menores.

Así que todos se dispusieron a sentarse en el comedor, excepto por el pequeño del ojo carmesí, quien deseaba sentarse sobre el regazo de su alteza, cosa que molestó al Supremo. Y gracias a la negativa, Honghong-er comenzó a llorar pero el mayor solamente lo ignoraba.

Obviamente, el niño albino no deseaba verlo llorar, así que intentó llamar su atención dirigiendo un cubierto con aquella extravagante comida a los labios del menor. Pero para sorpresa de todos, Honghong-er arrojó el cubierto que le era ofrecido, provocando que el pequeño de túnicas blancas quedará estupefacto; y que el cubierto rompiera uno de los jarrones a su alrededor.

Hún Li se veía ligeramente sorprendido, pero rápidamente llamó a Ruoye para envolverse en un gran capullo blanco, evitando que los demás vieran su tristeza.

"Démosle tiempo," Xie Lian comentó antes de comer de su propio plato. Si bien, ambas almas se encontraban abatidos, el dios marcial había decidido hacer lo mismo que hacía cuando veía a los adultos llorar. Absolutamente nada.

"Su alteza sabe que tratar con niños es complicado, e incluso puede ser irritante. Sin embargo, siempre se puede aprender algo de ellos," Hua Cheng mencionó mientras miraba de reojo hacia aquel capullo. 

"Cuando Banyue solía llorar, lo único que ella hacía para calmarse era irse a una esquina y desahogarse completamente. Varias veces traté de decir algo, pero entendí que la mejor forma de apoyar a alguien no es con palabras, sino con tiempo."

Xie Lian ya había aprendido a controlar sus emociones y vivir sin preocupación. Así que a veces esperaba erróneamente lo mismo.

"Siempre podemos optar por quedarnos solo con uno," Hua Cheng comentó mientras observaba al pequeño del ojo carmesí, el cual seguía haciendo pucheros a lado de sus sillas.

Xie Lian río, negándose a observar al menor a su lado. No deseaba ignorarlo, sino eludía caer en un círculo en el cual ellos le cumplirían sus caprichos al primer llanto.

"Eso sería muy cruel, San Lang." Xie Lian negó. "Además de que tú solías ser igual a él. Inclusive Feng Xin debía usar su fuerza para alejarte de mí."

Hua Cheng no decidió negarlo ni aceptarlo mientras procedía a comer, sonriendo con diversión al recordar su infancia.

Luego de unos instantes, el pequeño capullo se deshizo y el niño albino apareció con sus ojos rojos mientras sorbía su nariz.

Obviamente el Supremo agarró un pañuelo para limpiar sus mejillas. Xie Lian no podía negar que Hua Cheng había comenzado a desarrollar un instinto más paternal hacia aquel menor ya que era quién más parecía a su amado.

"Come, luego podrás enojarte más," Hua Cheng mencionó, agarrando la cuchara del menor para ofrecerle la comida que fue felizmente aceptada por el pequeño.

Obviamente el menor a lado de su alteza se molestó más al notar que su hermano era servido por Hua Cheng, así que rápidamente caminó hacia la silla de la calamidad y sostuvo su túnica para llamar su atención.

"¿Qué?" Hua Cheng preguntó hacia al pequeño, quién mantenía un largo puchero en su cara.

"Yo," Honghong-er susurró con sus mejillas infladas, intentando obtener un poco de pena para que fuera igual de consentido que su hermano.

El Supremo le otorgó un poco de comida pero rápidamente recordó algo. "Si no comes lo que está en tu plato, no te permitiré ver a su Alteza de nuevo."

Xie Lian río al notar como el pequeño, esta vez enojado, daba pisotones hacia su lugar previsto y agarraba su cuchara mientras comía mientras mantenía su ceño fruncido.

Era extraño que dos pequeñas pudieran entretenerlos completamente para olvidar todo lo que se encontraba a su alrededor, aunque sus responsabilidades lo hacían salirse de aquella bella burbuja.

"Debo regresar al templo."

"¿Gege necesita ayuda con algo?" Hua Cheng preguntó amablemente antes de darle la cuchara al pequeño albino, quién al notar a su hermano comer decidió hacer lo mismo por su cuenta.

"Son asuntos menores, sin embargo, debo ir a revisar como está todo porque últimamente han llegado más personas al templo."

Si bien, hace años la reputación del Xie Lian era la de Dios recolector de basura; ahora su círculo de alabanza había crecido y mucho se debía a las historias que comenzaban a circular en el mundo mortal sobre como había vencido al Emperador Marcial, quién también era una de las mayores calamidades. Además de que cuando Jun Wu bajó de su puesto, la mayoría de sus seguidores quedaron libres para que los otros dioses pudieran impresionarlos y ganarse su apoyo.

Obviamente Xie Lian se había interesado en ello, pero como no podía ofrecer tanto a sus seguidores, siguió en su pequeña travesía de escuchar las peticiones de su templo, ir a erradicar el mal en el mundo mortal, y pasar una parte de su tiempo vagando por ciudad fantasma mientras probaba una que otra rareza de ese reino.

"Bien, entonces volvamos luego de la comida. Podemos hacer que ellos nos ayuden y pierdan toda esa energía," Hua Cheng sugirió, observando como ahora Hún Lì y Honghong-er comían mientras veían atentos a ambos.

Era casi extravagante ver esa imagen, como si fuera un espejo a un lado de uno, que mostraba al otro completamente opuesto.

Rojo y blanco contrastándose.

Aquellos hermanos realmente eran raros.

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Tal como lo dijeron, los cuatro partieron hacia el reino mortal luego de terminar su alimentación.

Por suerte el templo se encontraba intacto a pesar de los pocos días que pasaron, pues los días del reino humano eran diversos a los de primer y tercer reino.

Sin embargo, a pesar de la tranquilidad, ellos no se encontraban completamente solos.

"Vaya... al parecer tuvieron días muy ocupados."

Xie Lian observó a la única persona en el templo antes de sonreírle con amabilidad, "Tiempo sin vernos."

Shi QingXuan sonrío felizmente hacia él antes de voltear hacia los menores. "Hola niños, su tío favorito ha llegado."

Nuestro amor es tan intenso que floreció en dos bellas almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora