Me levanto con mucho pesar. No quería salir de mi cama, pero el hambre que siento es más grande que mi cansancio. Ya es más de medio día, no me extraña, ya que anoche me desvele junto a Druig y los aldeanos. Se la paso contándoles historias de los antepasados. Ya no se le dificulta porque se volvió muy buen narrador, siempre es la misma historia que ha ido pasando de generación en generación desde hace cientos de años sobre cómo nació el rio amazonas. Aun así, cada vez que la vuelvo a escuchar de la boca de Druig, no puedo evitar sentir lo mismo que la primera vez: emoción, aunque la mayoría de mi atención está puesta en cada gesto y movimiento de labios que hace el chico de ojos azules.
Mis estomago gruñe.
Me apresuro a salir de mi habitación para buscar a mi compañero. El siempre suele levantarse más temprano que yo, salvo, dudo que hoy haya sido así, por lo tanto, me dirijo a su habitación. Veo la puerta entre abierta e ingreso como juan por su casa. Esta dormido con una sábana cubriéndolo de la cintura para abajo. Cuando estábamos juntos con el equipo, él siempre se la pasaba flojeando y nunca entrenaba, prefería pasársela comiendo que hacer ejercicio como Ikaris y Kingo, pero desde hace poco, decidió ayudar a los aldeanos en la construcción de casas. Todo debido a que nuestra población creció enormemente. Supongo que se aburrió de controlarlos mentalmente para que hicieran todos los deberes mientras el supervisaba sin hacer nada. A causa de ese arduo trabajo, es que su abdomen y brazos lucen marcados. Es tan, tan… no sé, pero de solo verlo, siento que hace calor a mi alrededor, bajo un poco la mirada y entre su piel desnuda y la tela que lo cubre, se nota la línea v que va directo a su… ¿Cómo será ahí?
Niego con la cabeza intentando despabilar ese pensamiento. Mis mejillas comienzan a arder, así que opto por hacer lo que tenía pensado desde un principio: despertar a Druig para que me haga de comer. Me le acerco, tocando su hombro con mi dedo índice para despertarlo. Solo se remueve un poco. Le doy unas leves palmadas en la su mejilla.
— Ojitos, despierta — Sin abrir sus ojos, toma mi mano y me jala hacia la cama, haciendo que mi cuerpo caiga al otro lado del suyo, rápidamente se sube encima de mí y con sus manos aprisiona las mías en la cama, por fin abre sus ojos, esperaba ver sus orbes azules, pero estos se encuentran brillando de color blanco — ¡Druig, despierta!
Comienzo a retorcerme debajo de él, tratando de zafarme, no quiero lastimarlo, por eso no empleo tanta fuerza, así que mis intentos son totalmente en vano.
— Druig, despierta, por favor — le pido, rogando internamente a que eso funcione. Su rostro se acerca al mío y detengo abruptamente mis movimientos. Sus ojos ven directo a los míos mientras siento su respiración golpeando mi cara. No puedo evitar tartamudear por la cercanía en la que nos encontramos — D-dru-Druig, so-so-soy yo… Tahira.
— Lo sé — dice con una sonrisa y volviendo sus ojos a la normalidad. — Buenos días, Tahi.
Posa sus labios en mi frente, dejando un suave beso.
— Eres un tonto, me asustaste. Como se te ocurre hacer eso — Lo regaño — Pensé que ibas a atacarme dormido.
— Lo siento, solo quería jugarte una pequeña broma — Se ríe de mí.
— No vuelvas a hacerlo, o te juro que a la próxima no me va a importar y te voy a golpear.
Afloja el agarre de mis manos y aprovecho para aventarlo. Cae a un lado, sin importarle mi reprimenda, se acomoda en la cama, de tal manera que su espalda queda en apoyada en la cabecera de la cama.
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