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Entraron a la cabaña, por dentro tiene un lado rústico, pero con un toque de elegancia. En la parte atrás pasa un hermoso lago, es un lugar muy acogedor. Caminan conociendo el espacio, van a subir a segundo piso, cuando escuchan a sus hijos llegar corriendo a ellos.

— ¡Mamá! – gritan Daniel y Fabio al ver a su madre.

—Hola, chicos ¿Cómo pasaron el camino? – pregunta la mujer dejando un beso en sus mejillas.

— ¡Bien, mami! Alejandro fue con el chofer por nosotros y primero pasamos a comer. – dice emocionado Fabio.

— ¡Qué bueno! Bien, déjenme acomodarme y bajo para que me cuenten.

   Kiram y Diliana subieron a la habitación que compartirán. Era la primera vez que duermen juntos en la misma casa, con todos sus hijos. La habitación era espaciosa, contaba con su propio baño y un jacuzzi. Ya habían enviado la ropa con una de las empleadas, ya la había acomodado. Buscaron ropa en el armario y van directo a quitarse la pesadez de un día de trabajo. Diliana llena la tina poniendo un poco de aceite de lavanda para relajarse. Ella es la primera en entrar, luego le hace espacio a Kiram para que se acomode detrás de ella.

— ¿Cómodo, amor? – pregunta mientras pone su cabeza en el pecho de su hombre.

—No como quisiera – la toma de la cintura pegándola a su cuerpo, haciéndola consiente de sus emociones.

     Un susurro tímido sale de sus labios. Kiram besa su cuello y baja por la espalda haciéndola suspirar con cada uno de sus besos mojados. Diliana voltea quedando ahorcada, sube su manos a su cabello y le da un beso suave. Un beso que les subió la temperatura de poquito hasta intensifícalo. Se separamos al quedarse sin aliento. Baja sus labio por el cuello llegando al valle de sus senos, haciendo lo que mejor sabe hacer. Se sentían en el espacio. Solo Kiram sabía cómo extasiarla con sólo un beso. Sus cuerpos ya se hacían uno con cada entrega. Sus almas unidas por el amor que se profesan mientras alcanzan el máximo de los placeres. Salieron de la tina como pudieron y se adentraron en la regadera para darse un relajador baño, Kiram pasó jabón por su cuerpo mientras Diliana hacia lo mismo con el de él. Se pertenecen, son un solo ser.

— ¡Te amo mi reina! — le besa bajo la lluvia artificial mientras se enjuaga.

—También te amo vida. —no se cansan de profesarse su amor pro todos esos años en lo que no pudieron decirlo.  

—Este fin de semana lo vamos a pasar muy bien. Acompañados de nuestros hijos. – la abraza con fuerzas, para luego salir de la ducha.

—Sí, será uno sin preocupaciones, sin celular. Los vamos a guardar en la gaveta para dedicarnos todo el tiempo a nosotros. – Kiram le pasa la toalla.

—Muy bien, desconectarnos de todos. – concluye el hombre.

   Se vistieron con ropa cómoda, ya era de tarde así que se pusieron unas pijamas cómodas y calentitas ya que hacía un poco de frío. Bajaron a la sala de estar donde se encontraban los adolescentes y pasaron el resto de tarde/noche entre risas y juegos de mesa. La tecnología había quedado en la ciudad. No Internet, no celulares. Solo ellos como familia. Entrada la noche y asaron malvaviscos. Contaron historias tanto de terror como cómicas.

Ya cansados todos subieron a sus habitaciones. Diliana se puso una babydoll para impresionar a Kiram, quería que la viera hermosa, así que en lo que él se dio un ligero baño ella puso color a sus labios del color de su vestimenta, rojo pasión. Soltó su cabello y lo acomodo para que se viera sensual. Cuando Kiram sale del baño la encuentra acostada en su cama esperando por su hombre. Él la mira como un lobo hambriento y se acomoda junto a ella, pasando sus dedos delicadamente por su piel.

Volverás a ser mía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora