»día cinco.

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»Luke

Tomo una respiración profunda cuando marco finalmente el número de Michael, me recuesto en la pequeña cama de mi habitación provisional y cierro los ojos, esperando que mi mejor amigo con el cual tengo casi una semana sin hablar me responda.

Los timbres pasan y pasan, y justo cuando estoy a punto de perder la esperanza de que Michael me responda, su voz suena del otro lado de la línea.

—¿Sí? –lo escucho hablar y sonrío, probablemente seguía dormido.

—¡Michael, soy yo Luke! –digo entusiasta, él y yo pasamos prácticamente todos los días juntos desde que nos conocimos, así que ahora me es difícil estar lejos de Michael. Por muy gay que suene, es verdad. —¿Estabas durmiendo?

—Dios, Luke, ¿tienes una idea de qué hora es? –me riñe sin siquiera preguntar por cómo estoy. Maldito malagradecido.

—Las dos de la tarde –respondo rápidamente y me encojo de hombros cuando Michael bufa violentamente.

—¡Eso es en México, idiota! Hay trece horas de diferencia Hemmings, aquí en Australia son las tres de la mañana, ¡tres de la mañana! –escucho a Michael suspirar y río ante mi terrible error. Olvidé el hecho de que existe algo que se llama Usos Horarios. —No te burles, que no le encuentro la gracia.

—Bueno, si estuvieras en mi situación probablemente sí la encontrarías.

—Pues no lo estoy –Michael se mueve a través de su habitación, puedo escucharlo arrastrando los pies. De pronto escucho un chorro de agua golpeando algo y entiendo que ha ido al baño con el teléfono, es asqueroso. —Dime, ¿cómo estás?

—Sigo vivo, supongo que eso es algo bueno –le digo y lo escucho reír un poco.

—Te extraño hermano, Calum no entiende mis chistes ni se ríe de ellos como tú, en cierto modo apesta –Michael suspira y puedo imaginarlo claramente haciendo sus estúpidos pucheros.

—También te extraño, Dios, Clifford, te necesito aquí –digo y llevo mi mano derecha a través de mi rostro con frustración. Hay demasiadas cosas en mi cabeza y en cierto modo hablar con mi mejor amigo me tranquiliza. —Necesito de tu sabiduría.

—¿En qué falda te metiste ahora? –ríe y yo bufo. Es increíble como Michael sabe que estoy sufriendo por una chica, aunque no me he metido en su falda precisamente.

—Su nombre es Camile.

—Eso suena francés.

—Pues no, es de familia latina pero ella nació en L.A. –comento y escucho cómo Michael silba sorprendido. —Es extraño, ¿sabes? La conocí el primer día que llegué aquí y no es como que esté enamorado de ella, pero me gusta, es demasiado genial para ser verdad.

—Descríbela –me pide y ruedo los ojos.

—Es bajita, más que yo, su cabello es castaño rojizo o algo así, no lo sé. Tiene ojos avellana, ¿recuerdas a Ashton Irwin, el chico que es mayor que nosotros pero que vive cerca de casa de Calum? Bueno, sus ojos son como los de él, pero más bonitos –una sonrisa se instala en mi rostro y me sorprende ya que no sé cómo o por qué apareció. Tal vez sea por la imagen de Camile que se ha formado en mi mente, pero eso definitivamente no es bueno.

—Ashton es guapo.

—Pero ella no es Ashton.

—¿Es más guapa que Ashton?

—Dios, Michael, ¿por qué hablamos de Ashton? –pregunto y no puedo evitar reír, es por eso que hablar con Michael es genial.

—Tú lo metiste en la conversación –responde él riendo también. Yo niego sonriendo aún. —Y bien, volviendo a Camile, ¿cómo están las cosas entre tú y ella?

14 días  »Luke Hemmings.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora