Los párpados pesaban sobre sus ojos. Poco a poco se incorporó sentándose sobre la cama. Escuchaba golpes de fondo. Debe de ser papá, supuso. En cuanto tomó noción de la situación, abrió los ojos como platos, presa de un nuevo pánico. Su padre no podía ver, ni tampoco saber, que un hombre había dormido en su hogar, y mucho menos en la misma cama que ella.
Sin embargo, toda preocupación fue aplacada por la duda y la calma, pues a su lado no había nadie. No quedaba rastro alguno de su presencia.
Teniendo en cuenta que su padre estaba despierto y rondaba por la casa, no debían ser más de las seis y media de la mañana. Así que volvió a tumbarse y respiro hondo. La fragancia de su nuevo salvador todavía residía en las sábanas, haciendo que una sonrisa tonta se instalara en sus labios.
¿Dónde habrá ido?
– ¡Jade! ¡Jade! ¿¡Dónde coño estás!? –
Y ahí estaba de nuevo. Su penosa y injusta vida de servidumbre la reclamaba.
– ¡Enseguida voy, padre! –
Se levantó con prisa y se vistió con un simple y bonito vestido de color esmeralda para luego cepillar y peinar su cabello.
Justo antes de salir por la puerta de su habitación recordó la moneda que llevaba al cuello. La movió entre sus dedos observándola una vez más antes de esconderla bajo la tela del vestido.
Una figura encorvada reposaba sobre la mesa de la sala, apoyado en sus manos. El hombre envejecido por el trabajo y el alcohol vio como la muchacha se acercaba a su sitio para ofrecerle algo de comer.
Un trozo de pan y otro de queso fue todo lo que pudo reunir. Sentía como su progenitor la examinaba con la mirada. Una mirada que patinaba en bandazos, fruto de su ebriedad.
– ¿Qué te ha pasado en la cara? – Las palabras salieron arrastrándose desde su garganta, sin esfuerzo alguno en vocalizar.
El golpe en mi mejilla, supuso ella.
– Nada padre, ya sabes como son algunos hombres en la taberna. – Le contestó sin miramiento alguno, aunque de seguro hubiera preferido poner cualquier excusa.
– Sabes hija mía...hablan maravillas de ti por estos campos...hablan y hablan de lo bella que eres...de qué sonríes mucho a los hombres... pero ninguno pide tu mano. – No fue suficiente para el canoso hombre el tono hostil empleado, pues agarró con fuerza el brazo de su hija. – ¡¿Es que acaso yo he criado a una puta?! –
– N-no padre...– El horror se reflejaba en voz de la pobre mujer. – Os juro que no es así...No me gustan esos hombres.... –
La lágrimas se acumulaban una vez más en sus castaños orbes.
– ¡No me importa si te gustan o no! – Volvió a gritarle. – ¡Eres una zorra! ¡Ninguno te pide en mano porque no eres más que una puta! –
Empujó con fuerza a su hija haciendo que esta casi tropezase. Soltó su brazo, y ignorando por completo que la muchacha hubiera comenzado a sollozar, habló de nuevo:
– Vete ahora mismo a trabajar a esa jodida taberna... Al menos traes suficiente dinero para poder pagar un par de cervezas... –
Jade salió a toda prisa por la puerta de su casa. Limpiaba sin cuidado las lágrimas que resbalaban por sus mejillas, causándose a sí misma alguna marca rojiza alrededor de estos.
Odiaba a su padre tanto como se odiaba a sí misma por no tener el suficiente valor para plantarle cara. Sin embargo los recuerdos de hacía años, aquellos en dónde era feliz junto a él y a su añorada madre, la mantenían a su vera. Cada mañana se repetía a sí misma que debía aguantar un día más, en agradecimiento por los bellos momentos. Porque su padre no era una mala persona, tan solo había perdido aquello que más amaba en el mundo, y ahora necesitaba a alguien con quién desquitar sus penas. O eso era lo que ella trataba de aceptar como la verdad.
Empezó a caminar por aquellas húmedas calles hasta llegar al final de la aldea. A partir de ahí, empezaban los bosques y los campos de siembra. Un estrecho camino de tierra se presentaba delante suyo. A un lado el denso bosque hacía el efecto de una muralla, y al otro el bajo trigo se extendía kilómetros y kilómetros hasta dónde se llegaba la vista.
Una fría brisa surcó el aire. Se abrazó a sí misma para intentar mantener el calor.
Ojalá tuviera mi capa.
Recuerdos de lo acontecido la noche anterior la azotaron. La manera en la que uno de aquellos despiadados hombres le arrebataron su atuendo, hizo que un escalofrío recorriera su columna vertebral.
– La chica no ha tenido un buen despertar. – La conocida y calmosa voz de Jaqen llegó a sus oídos.
Su cuerpo dio un pequeño sobresalto por la sorpresa, no lo había escuchado llegar hasta su lado. Él sonrió por su reacción.
Ella lo miró para después volver su vista al frente mientras ambos seguían caminando, tranquilos, sin prisa, tan solo disfrutando de la paz que el canto de los pájaros les ofrecían.
Hasta que las dudas volvieron a abrirse camino.
– Jaqen...¿Qué eres? – Buscó la mirada de él, pero el nombrado tan solo veía al frente. – Quiero decir, la primera vez que te vi, llevabas la armadura de un caballero, pero está claro que no eres uno... ni siquiera luchas como ellos. – Se explicó recordando cómo mató a sus agresores.
– ¿Acaso la chica sabe cómo luchan los caballeros? – Le cuestionó seriamente.
– Bueno, veo a muchos de ellos a diario y lo primero con lo que se amenazan unos a otros es con un duelo de espada...aunque la mayoría de veces no son tan buenos como creen. – Se excusó.
Al escuchar sus últimas palabras, el pelirrojo la miró finalmente, encontrando una burlona sonrisa en el perfil de Jade.
– La chica pregunta mucho, aunque debo darle la razón en cuanto a esos caballeros. La gran mayoría no saben pelear, son lentos y previsibles, y por eso a un hombre se le hace tan fácil matarlos. –
Jade comprendió que no debía hacer preguntas que pudieran poner en su contra al ojiazul. Así que el resto del camino fue algo más silencioso.
El misterioso hombre raramente disfrutaba de la compañía de alguien cuando se encontraba metido de lleno en una de sus misiones como hombre sin rostro. Pero esta vez, un pequeño rayo de alegría calentaba su pecho, y no se arrepentía en absoluto de haber viajado hasta Poniente. Pues había comprendido que el Dios de muchos rostros tenía todavía muchos planes para él.
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THE BLUE EYED DEATH // Jaqen H'ghar
FanficLa muerte había llamado a su puerta. Poco podía hacer para evitarla. - Vamos, repítelo. - - Valar Morghulis. - · Fanfic/relato corto de Jaqen H'ghar. · Jaqen H'ghar x Fem · TERMINADA (16/07/22) · AVISO: puede contener lenguaje vulgar y violencia...