Siete

126 42 0
                                    


-Sí, sé cómo es. Una vez en la editorial en la que trabaje nos hicieron competir en una carrera. Nos dieron chocolates a todos solo por jugar- le dijo Lírica.

-Nosotros hicimos una competencia de tiro- le contó Merus.

El que los mensajes entrarán más rápido hizo la conversación más fluida. Pronto se encontraron envueltos en una charla muy amena en que no había cabida para cosas tediosas de parte de ninguno de los dos. Los minutos pasaban como estrellas fugaces y pronto Lírica descubrió que el amanecer la sorprendió despierta y sonriendo. Esa revelación fue aturdidora, pues nunca se desvelo hablando con alguien. Ni siquiera con una pareja o su mejor amiga. Un poco desconcertada decidió despedirse diciendo que era tarde o mejor mucho muy temprano y no había dormido nada. Merus se disculpó de inmediato por haberla entrenado con un montón de historias tontas, pero ello le dijo que todo estaba bien.

-Fue divertido- agregó Lírica- ¿Te parece conectarnos todas las tardes a las seis? Bueno no sé que hora sea allá. Y tus turnos. Bueno...yo siempre estaré aquí a las seis. Adiós Merus.

Lírica terminó la comunicación antes de que él se pudiera despedir. Pese a la brusquedad de la muchacha, el patrullero galáctico quedó con una sonrisa en los labios, algo que Teslla le llamo bastante la atención. El hombre se había asomado a ver que tanto hacia el chico, porque estuvo hablando por horas con esa mujer. Tanto que él hasta se durmió un rato.

-¿Pudiste obtener información del virus, chico?- le preguntó el tipo con una mirada un tanto suspicaz.

-No, no tuve la oportunidad...de ...yo...

La voz de Merus se fue apagando hasta desaparecer. Era obvio que ni siquiera recordó ese detalle y simplemente se entregó a una conversación poco usual, pero refrescante. Lírica era una mujer de carácter agradable y muy abierta con sus experiencias y sus emociones. Su voz, solo su voz transmitía decenas de emociones. Desde la profunda tristeza del principio a la alegría del final y esa ansiedad nerviosa que parecía provenir de un anheló cálido e ingenuo.

-Tenia que ser una mujer. Quizá nos hubiera ido mejor con un hombre- comentó Teslla acercándose a la consola en busca de los datos que su nueva antena y equipo podía haber reunido. No tenía muchas esperanzas porque gran parte de sus artefactos había estallado la última vez, pero recibió una grata sorpresa- Al menos algo bueno salió de tu larga charla. Pudimos...

-¿Qué sucede?- preguntó Merus a Teslla después de que esté se quedará callado viendo el panel.

-Es que no comprendo como es posible que haya podido recabar todos estos datos. Nunca antes tuve la oportunidad de lograr algo como esto. Ni siquiera con mi equipo original y ahora, como por arte de magia, todo está sucediendo de manera tan...- el sujeto volvió a interrumpirse y en esa ocasión se quedó viendo a Merus fijamente.

-¿Hay algo malo con eso?- le pregunto un poco nervioso.

-Nada. Solo que parece me has traído muy buena suerte, Merus- exclamó Teslla y se echo a reír. El patrullero galáctico se sintió un tanto aliviado después de esa declaración- Ella te dió un horario ¿No? Espero que estos datos sean suficientes para los lograr calcular la diferencia temporal entre ese lugar y este...

-¿Puede hacer eso?

-Desde luego. Hasta podríamos dar con una ubicación más exacta- le dijo Teslla logrando entusiasmar bastante a su compañero.

Lírica se sintió mucho mejor después de hablar con Merus. Y aquello no dejó de serle algo difícil de comprender. No sabía cómo era ese joven. No tenía idea de dónde exactamente vivía, ni siquiera conocía detalles suficientes de su vida y aún así, él tenía el poder de alegrar sus días y aliviar sus penas. Obvio no estaba enamorada de él, mas había una conección. No lo comprendía. Ella pensó que siempre en redes sociales nada era real y como si de una jugada maestra de la vida se tratase, terminó descubriendo que era posible albergar sentimientos por gente que no veía. Merus podía estar mintiendo, pero aun así ella le creía. Decidía creer en que ese muchacho era un policía. Lo sentía cerca y podía influenciarla. Tal vez se debía a la situación que estaban viviendo nada más. Quizá era solo la soledad del encierro, la antipatía de sus seres cercanos también agotados de toda esa situación o bien siempre estuvo en un error. Se quedó dormida pensando en ese chico y se despertó con el alivio de que al final del día él podría estar ahí, del otro lado de un teléfono esperando su mensaje.

Merus no pudo contestar esa tarde. Ni a la siguiente, pero la tercera jornada una misión lo hizo pasar cerca de la zona de la anomalía y se detuvo para dejar un sencillo y breve mensaje. No quería que Lírica pensara que él la estaba ignorando. También tenía ganas de hablar con ella, de oír su voz, de contarle cosas y que ella compartiera cosas con él. Quería saber que era una ilustradora y si la madre de aquella muchacha estaba mejor. Después de enviar su nota de voz, Merus se quedó viendo el espacio más allá del cristal de la  cúpula de su patrulla. Había ahí, más allá de la oscuridad, otro mundo. Posiblemente un universo entero, mas su principal preocupación era Lírica. Lo que era totalmente nuevo para él. Y no es que estuviera ignorando la situación de ese otro planeta, sucedía que ella era la primera persona con quién compartía cosas personales. Tal vez carecían de importancia, pero...

Cuando Lírica despertó descubrió tenía un mensaje de Merus. En seguida lo oyó y escucho su voz clara decir:

Estoy persiguiendo a unos contrabandistas muy peligrosos. Espero pronto poder comunicarme con usted, Lírica.

Él la tenía en mente o no hubiera enviado aquella nota. Fue una forma dulce de iniciar el día, aunque de los contrabandistas la preocupo un poco. No quería que a su nuevo amigo le pasará algo malo. Ser policía era muy peligroso y él era muy joven.

No te preocupes y por favor cuídate mucho.

Tras enviar esas breves palabras Lírica abrazo sus piernas y se quedó viendo su jardín a través de la ventana. Consideraba a Merus un amigo. Él le importaba. Y aunque ella no lo sabía al joven patrullero galáctico ella también le preocupaba. Un universo entero de diferencia era nada entre dos extraños que un día, por casualidad, cruzaron unas palabras.

ChatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora