Ocho

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Pasaron otros tres días antes de que Merus y Lírica tuvieran otro contacto. La conversación fue grata, fluida y sobretodo sanadora para ambos. No es que el patrullero galáctico estuviera sufriendo algún mal. Simplemente descubrió lo revitalizante que era hablar a nivel personal con alguien más. Compartir los eventos cotidianos abría charlas de horas donde podía expresar lo que sentía, lo que opinaba con total libertad. Lo pequeño se hacía grande y formaba senderos invisibles hacia otro ser, que pese a la inconmensurable distancia, estaba cada día más cerca. Casi podía verla aunque no sabía como lucía ni lo podía imaginar. Él conocía tantas especies que la combinación de rasgos le era infinita. Aún cuando le había dado una forma humanoide, Lírica podía tener la piel de colores inimaginables. En esa última oportunidad, al terminar la charla, Merus se hizo una pregunta con mucho interés: ¿Cómo era Lírica?

-Estas muy pensativo muchacho- comentó Teslla- No me digas que te estás enamorado de esa mujer.

El laboratorio del científico era un sitio pequeño y saturado de toda clase máquinas. El patrullero galáctico tuvo que permanecer en un rincón para no interrumpir el funcionamiento de los aparatos, ni lo que Teslla hacía.

-Desde luego que no- exclamó Merus rápidamente- Eso no es posible para alguien como yo.

-¿Es por qué eres un patrullero galáctico?- le cuestinó Teslla fijando su penetrante mirada en el muchacho.

-Claro. Mi trabajo me impide ese tipo de cosas- contestó Merus, pero era obvio que estaba mintiendo.

-Eres muy joven como para poner toda tu atención y esfuerzos en tu trabajo. Te estás perdiendo de mucho. A tu edad el amor es como un parque de diversiones. Quieres experimentar todo y al final terminas mareado por ser temerario- rio el científico- Sin embargo, en este caso creo que tengo que apoyar tu postura. Es insensato enamorarse de alguien que no conoces. Especialmente si ese alguien pertenece a otro universo.

-Por supuesto...- murmuró Merus obteniendo una mirada de parte del científico.

-¿Qué opinas de ella?- le pregunto Teslla repentinamente.

Merus pareció ser sorprendido con esa pregunta. Se tomó un momento antes de responder.

-Es alguien gentil, aunque en estos momentos se siente muy sola- dijo e hizo una pausa para continuar, mas Teslla hablo entonces.

-Exacto- exclamó el científico- Esa mujer está en un momento vulnerable. Su estado sicológico la predispone a tener esa actitud tan gentil contigo ¿No te das cuenta? Para ella eres el alivio a la soledad de su aislamiento.

-Lo comprendo, pero...

-¿Pero?

-Pero es tan fácil hablar con ella- confesó Merus.

Teslla se quedó viendo al patrullero galáctico. Él era un científico. Era viejo. Los asuntos del corazón eran algo que no lo exaltaba y veía desde la frialdad de su razonamiento lógico. Merus era joven y aunque él desconocía la real naturaleza de ese muchacho, lo percibía como alguien solitario. Ese patrullero galáctico era célebre en el cuartel, pero nadie sabía mucho de él. Siempre parecía estar ocupandose en alguna nueva misión. Más allá de ese velo oscuro que eran los confines del universo, había una mujer que también estaba solitaria. Dos personas solas pueden arder en la ansiedad de un encuentro cálido.

-No te desvies de nuestros objetivos- le pidió Teslla a modo de advertencia.

-No lo haré- afirmó.

Al día siguiente Merus tuvo la oportunidad de volver a aquella zona anómala, pero solo debido a que Teslla tuvo que salir a brindar apoyo a una importante misión. Con ayuda del científico habían podido calcular el horario exacto en que Lírica dijo siempre estar disponible. No fue complicado realmente. El principal problema, en esa oportunidad, fue que no llevaba la antena que Teslla había construido. Eso no lo detuvo para intentar comunicarse con la muchacha. En esa oportunidad totalmente dispuesta a obtener un poco más de información sobre ella...y su mundo. Lírica no tardó en responder. Lo saludo muy animadamente. Estaba feliz porque su madre estaba bien y aunque no podía visitarla sabía que no corría peligro. Esa noticia también alivio a Merus que sin tener que preguntar se enteró de que habían creado una vacuna para el virus. Eso lo sorprendió muchísimo y también lo puso contento. La situación en el planeta de Lírica estaba mejorando. Al parecer no eran una especie tan primitiva, pues según lo recabado hasta ese momento habían tardado muy pocos meses en desarrollar una vacuna. Después de un intercambio de diálogos al respecto Lírica le pregunto algo que no esperó:

¿De qué color son tus ojos?

Lírica había recibido la noticia de la mejoría de su madre hacían dos días. Estaba muy feliz y aunque las demás circunstancias no habían cambiado demasiado, no se sentía tan decaída como antes. Esperar ese mensaje de Merus todas las tardes, le daba ánimos. Aún cuando no siempre él se comunicaba con ella, la sola posibilidad de que lo hiciera le brindaba jubiló a sus días. A ratos se sentía verdaderamente tonta por eso, pero era irrelevante. Ese amigo en la distancia era todo lo que necesitaba para dejar de padecer esa angustia que la acompañó tanto tiempo por las noches. Desde hacía mucho que se había estado imaginando el rostro de Merus y había hecho un par de retratos al respecto. No quería idealizar nada ni mucho menos predisponerse a cultivar un sentimiento sin futuro, alimentado solo por las circunstancias. Aun así no podía evitar querer saber como lucía ese muchacho.

Son violeta.

La respuesta de Merus se oyó un tanto dubitativa. A Lírica le causó gracia.

¿En serio tienes los ojos violeta?
Elizabeth Taylor, una actriz, tenía los ojos de ese color. Aunque la verdad solo eran de un azul muy profundo.

Merus oyó eso e inclino la cabeza a un costado. No supo que contestar exactamente. Se rasco la cabeza y luego se le ocurrió devolver la pregunta.

Los míos son marrones. Nada especial. Es común aquí ese color ¿Y tu cabello de qué color es? El mío es un tanto rubio.

Ella tenía los ojos marrones. Curiosamente él no había visto a muchas seres con los ojos de color. Le resultó un tanto exótico. El cabello rubio. La palabra no le resultó muy familiar. Erróneamente lo visualizo un tanto rojo. Quizá porque el vocablo rubio le resultó semejante a una palabra que significaba rojo en el lenguaje de un pequeño planeta al sur del universo. El de él era blanco. Cuando se lo dijo ella se sorprendió bastante. Lírica le preguntó si eso era común donde el vivía y él contestó que era cosa de familia.

¿Vienes de una familia de albinos? Eso es muy inusual. Me gustaría hacerse un retrato. Soy dibujante. Te lo había dicho ¿No puedes enviarme una fotografía? Yo puedo enviarte una si quieres. Solo si quieres verme. No pierdes de mucho sino quieres.

Más allá de su curiosidad por Lírica, eso último le pareció interesante ¿Sería posible recibir un documento desde ese universo?

Me encantaría- contestó rápidamente.

Lírica, por un momento, imaginó que él le diré que no. Al oír aquella respuesta se levantó de la cama, se acomodó el cabello y... Dejó el teléfono, se fue al baño, se repaso el maquillaje rápidamente y cuando se estaba ordenando la melena por tercera vez se preguntó qué estaba haciendo. Era ridículo tomarse tantas molestias solo para enviar una fotografía a un chico del otro lado del mundo y con toda certeza ni siquiera hablaba su idioma. Al fin solo tomó la fotografía y la mando. Se arrepintió a los dos segundos.

¡Ay no! Pero qué hice. Me veo horrible.

Merus se quedó esperando el retrato, pero el tiempo pasaba y no llegaba nada. Tal vez no era posible enviar ningún archivo. En tal caso era mejor hacérselo saber a Lírica, mas cuando estaba por enviarle un mensaje su monitor mostró una imagen, pero muy difusa. Apenas podía distinguir la figura de una mujer de melena clara, piel pálida y unos ojos grandes de color marrón. Él tenía razón. El aspecto de Lírica era humano. Se inclinó sobre el monitor para intentar ver mejor y poder distinguir con exactitud los rasgos de la muchacha. No lo logró. La imagen se borró súbitamente dejandolo un tanto decepcionado.

¿Qué te pareció?- preguntó ella.

Apenas pude verla- contestó Merus con honestidad y haciendo que a kilómetros de distancia, Lírica hiciera un puchero.


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