Capítulo 4: Compañía

10 3 2
                                    

Christy

¿Acaso había escuchado bien? Me estaba ofreciendo una habitación en su apartamento, cuando ni siquiera sabía ni el más mínimo detalle de mí, ni yo de él. A lo largo de mi vida, he aprendido que existe más gente que busca el beneficio propio que aquellos que hacen el bien, por lo que existe un gran porcentaje que este tal Damián pertenezca al primer grupo, y sea algún tipo de psicópata secuestrador de mujeres extranjeras.

—Mira —le dije alzando la mirada. Tenía una maraña de pelo rizado del rubio más intenso que haya podido ver, muy cercano al oro, y sus ojos eran cafés, pero no el común, sino con un leve toque de amarillo en ellos—, no quiero ofenderte, pero no te conozco y lo único que se de ti es que me seguiste hasta aquí...lo que no es muy normal.

La expresión de sorpresa se fijó en su rostro acompañado de un leve sonrojo, desvió la mirada para empezar a buscar algo en su bolso de cuero. «Un arma». Fue lo primero que se cruzó por mi cabeza al verlo revolver las cosas allí dentro, sin duda todo este tiempo me habría servido para huir de mi prematura muerte, pero como una tonta quede mirando, justo lo que nos enseñan las películas de terror a no hacer.

—Aquí está—dijo sacando lo que parecía ser su billetera.

Una simple y estúpida billetera.

—Esta es mi identificación —me entrego un pequeño plástico el cual contenía algunos de sus datos—, puedes chequear todo en mis redes sociales.

—Sigue sin ser suficiente, espero lo...

Un fuerte golpe nos distrajo. Un hombre de mal aspecto, presumiblemente algo bebido acababa de azotar la puerta del hostal en donde pensaba quedarme, seguido de dos más que empezaron a gritarse groserías que nunca había podido imaginar, ¿Cómo alguien podía ofender a una madre de tantas formas?, para luego empezar a golpearse sin ningún tipo de control.

No podía quedarme en un lugar como este. Odiaba la violencia. No había vivido ninguna experiencia propia que la involucrara, pero mi hermana sí. En el pasado tuvo un novio muy agresivo, se peleaba con todos, y sin ningún motivo, incluso llego a golpear a Alice. Mis padres solo la culparon a ella por no ser lo que se esperaba de una mujer, cuando deberían haber ido a matar a ese idiota por atreverse a poner sus manos encima.

—¿Aceptas? —pregunto Damián sacándome de mis pensamientos.

Mire nuevamente la escena de los hombres ebrios.

—Acepto.

No me quedaba otra de confiar en este chico. En el camino a su apartamento, el cual estaba bastante alejado del hostal, pude revisar todas sus cuentas y para asegurarme, su prontuario policial. Estaba limpio. Era médico, le gusta hacer deporte y ayudar a los necesitados. Tenía muchas fotos con pacientes después de cirugías, y en otras se le podía ver cuidando a perros callejeros. Era un punto a su favor.

—Tu gato es muy lindo —comenzó una conversación al notar que guardaba el móvil en mi bolsillo. Como si supiera que ya me había convencido—. ¿Cómo se llama?

—Frankie, él es mi único compañero.

Sentí su mirada fija en mí, mas por mi parte me concentré en darle pequeños cariños al felino. Debía estar agotado de viajar en una jaula tan pequeña por tanto tiempo y con una porción de comida mínima. Le debía una grande a mi fiel compañero, no importaba nada, Frankie siempre había sido mi mejor amigo, nunca prefirió a nadie por encima de mí.

Minutos después bajamos del metro, estábamos en el metro Las rosas. Un lugar sin dudas hermoso el subterráneo se encontraba rodeado de árboles, no se veía mucha gente, pero si muchos departamentos así que debía tratarse sin dudas de un lugar residencial. Sabía que mi país era hermoso, pero quede impresionada con lo azul del cielo y como todo se veía tan impoluto.

—Hay que caminar unos pocos minutos. Deja que te ayudo con la maleta.

No espero que yo respondiera, simplemente la tomo y comenzó a caminar. Lo seguía mientras contemplaba todo el lugar, mis ojos viajaban de un lado a otro. Me percaté que había muchos restaurantes, cafeterías y negocios, sin duda probaría una de esas delicias que se asomaban por el escaparate.

Nos detuvimos en un apartamento de unas quince plantas. Damián abrió la puerta y me invito a entrar. ¿Por qué aquí todo era tan hermoso? La recepción del apartamento parecía un hotel en el que se quedarían los más ricos de toda la población.

—Buenos días señor Duarte —saludo el encargado—. ¿Y quién esta hermosa señorita?

No pude evitar sentir vergüenza por lo que el señor debe estar pensando.

—Oh Marcos, ella es Christy —salude con la mano mientras él me presentaba como una vieja amiga—, se quedará aquí un tiempo hasta que pueda encontrar departamento propio.

—Esplendido, ya decía yo que le faltaba algo de compañía a usted. Siendo tan bueno, no puede estar todos los días solo.

Damián le dio una fingida sonrisa con un ápice de lastima, y mentiría si dijera que no sentí lo mismo cuando vi la expresión en su rostro.

¿Quién era este chico?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 18, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuando el sol brille de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora