I: Ritual para una compañera incómoda

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- Oiga jefe, ¿no cree que nos hemos pasado con la sangre de cabra? - Dijo una voz joven, su cara cubierta por una larga capucha negra.

Cuatro figuras encapuchadas se sentaban alrededor de un pentagrama invertido, dibujado a mano con abundante sangre de cabra. Se encontraban en un apartamento desamueblado, iluminado únicamente por el tenue fuego de velas negras, colocadas en cada vértice de la estrella satánica.

- O sea, ¿Cómo le pides al carnicero una cabra entera, sin sangrar, sin que suene sospechoso? - Dijo otra vez la voz joven.

- Ay pero, ¿no íbamos a hacer una parrillada después de esto? - La voz esta vez era la de una chica. - ¿Por qué te ofreciste a traer la cabra si se iba a poner así el carnicero, Vel?

- A ver, ambos, Vel y Drit, se me callan. Es muy temprano para empezar a mentar nombres. - Dijo el encapuchado más cercano al "jefe" que se refería Vel. Su voz más irritada que tratando de corregir a sus compañeros.

- (Pero si tú lo acabas de hacer...) - Susurró Drit por lo bajo.

El jefe de esta peculiar reunión vestía una capucha de un color rojo profundamente carmesí. Los demás miembros del aquelarre en ese momento no se podían ver a los ojos, porque la luz era tan fina que simplemente creaba más sombras en sus rostros. Pero Cer, el jefe de este grupo, era un caso especial. Ninguno de los demás le había visto el rostro, nunca. Ni siquiera Tre, el segundo al mando. Si Vel era su mano izquierda; Drit, la derecha; Tre era su mano central. Puedes pensar en él como si tuvieras una mano extra que saliera de tu pecho y pudiera hacer cualquier cosa que tus otras manos pueden hacer, pero más especial, porque tendrías tres manos.

- ...Silencio. - Sentenció Cer con solo una palabra. Vel y Drit se pusieron tensos y asintieron con la boca cerrada. Tre sonrió satisfactoriamente.
Cer tenía la voz increíblemente profunda. Aunque ni Vel ni Drit sabían si su voz era así naturalmente o estaba forzando la voz para sonar más intimidante. A Tre no le importaba cual sea el caso. Él seguía al jefe por ser el jefe.

- ...¿Preparaciones? - Cer interrogó.

- Yo, eh- Traje la sangre y el corazón de cabra. - Dijo Vel, sentándose firmemente. [Aunque tal vez debí traer un cordero...] Pensó él para sus adentros.

- Yo puse el departamento y las velas negras...Están especialmente malditas y ayudan a traer las malas vibras. - Habló entonces Drit. [Aunque ni loca les digo que el apartamento correcto es el de abajo... ¡Hay un fantasma allí! Me gusta el ocultismo pero vi demasiadas películas de posesiones, así que...] Pensaba Drit.

- Por mi parte tengo los conocimientos del ritual y la forma de controlar al demonio que invocaremos. - Mencionó Tre. [Si es que soy tremendo. Pero... tal vez, ¿el libro decía algo de crear un segundo pentagrama en el techo?... Meh, ¿qué ritual requiere de un segundo pentagrama?]

El apartamento estaba helado, a pesar de que todas las ventanas estaban cerradas y de las gruesas capuchas. Sea por lo prohibido del ritual o por el fantasma que mencionó Drit, era imposible no sentir la piel fría por lo que estaba a punto de suceder. Como si el ser humano tuviera dentro de sí mismo, junto a los instintos de supervivencia básicos adquiridos por millones y millones de años, un instinto que le advierta de inmiscuirse en los asuntos de seres de los que no tiene ningún conocimiento, y mucho menos, seres de los que no tiene ningún control.

Como si los seres humanos supieran, desde lo más profundo de su ser, que no deben meterse con el más allá. Como si cada músculo de su cuerpo se tensara e intentara detenerlos, porque los seres humanos NO DEBEN meterse con demonios.

¡Mi compañera de cuarto es una demonio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora