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❀𝑵𝒖𝒆𝒗𝒆 𝑯𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏𝒐𝒔❀

Las criaturas, esos seres tan bellos, puros, los que se merecen todo, ya sean mágicas o no, sean blancos o negros en poder, da lo mismo, son igual de puros. Había personas, una
poca cantidad que nacía con cierta parte de cierta criatura. Esas personas eran veneradas, amadas y cuidadas, eran la mezcla con un humano y una criatura. Estas personas solían nacer con ello dado por lady magic, no importaba tu sangre, si eras nacido de muggles o eras pura sangre, porque si eras lo suficientemente digno, podrías tenerlo.

Harry no sabía que era, jamás lo entendió realmente, era extraño. Muerte se lo había tratado de decir, pero jamás lo comprendió realmente. Se solía encender con ciertas cosas, tales como sentir que Death estaba comiendo un alma. Cuando prendía era como entrar en un ciclo de calor, no como cualquier otra criatura, más bien como simplemente calor, que podías bajar metiéndote a una ducha fría.

Cada criatura tenía su pareja destinada, una persona que estaría para toda la eternidad, y jamás se cansarían la una a la otra, a menos que uno muriese, en tal caso, la profunda agonía te llevaba a pudrirte como un vegetal, una flor consumida por el frio, el agua evaporándose en el verano por el sol constante, era tan doloroso que eres capaz de acabar con tu vida sin importar el costo. Pero Harry no pudo. Si había algo peor que tu pareja destinada muera, era que tú mismo la asesines, la agonía era mucho peor, era doloroso a tal punto de querer arrancarte la piel con las uñas, sacarte los cabellos, o abrirte el pecho para aplastar tu corazón. Harry lo sabía, Harry lo hizo, Harry lo sintió, pero Harry no murió. Con el tiempo aprendió a mantener la calma, fue obligado a ello después de la guerra de sangre, como le decían. Se obligó a controlarse cuando vio a los muggles, con sus nuevas armas, atacar a todo ser mágico, se obligó cuando vio a un muggle matar a un niño, y cuando vio a un muggle arrancarle el cuerno a un unicornio, mientras festejaba con sus amigos por el logro. Harry se volvió fuerte, se volvió sádico, y sediento de venganza, el dolor fue obligado a pasarse a segundo plano, mientras con sus amigos, quienes lo seguían fieles, buscaban la manera de remendar toda esa mierda. Pasaron años, Harry había cumplido 36 años cuando por fin lo lograron, y viajaron, para ahora estar aquí.

El agua helada, que mojaba todo su cuerpo pálido por naturaleza. El agua con hielo, fría como el atlántico, que no lo afectaba, no sentía dolor, ya no podía, no sentía el frio ni el calor, era insensible a esas cosas básicas que cualquier humano siente, ahora mismo podría estar bajo un cruciatus y su cuerpo no lo registraría. Contrario a las emociones, las más básicas aún estaban, estaba la tristeza, el asco, el enojo, la alegría, el miedo, y la emoción, pero nada más, si sentía alguna emoción fuera de eso era como algo nuevo, o algo que probo hace muchos años, pero que había olvidado.

Levanto su mano pálida frente a su rostro, estaba algo morada ahora mismo, pero nada más. Sus uñas pálidas, y sus venas sobresaltaban.

Con un suspiro decidió salir, sintiendo como los hielos se movían. Salió del agua y la habitación se convirtió inmediatamente en un cuarto donde también había un baúl con ropa.

Tomo una toalla que apareció a su lado y se secó el cuerpo con cuidado, pero ignorando toda marca que había allí.

Luego decidió cambiarse, mirándose en el espejo y acomodarse la corbata verde y plata.

Ser un Slytherin también era algo nuevo. Estar en las mazmorras era lindo, tan oscuras y cálidas al mismo tiempo, nada de lo que pensaba cuando era un simple Gryffindor. Se preguntaba ¿Qué hubiera pasado si hubiera estado con las serpientes cuando entro a Hogwarts en su cumpleaños número 11? ¿Tal vez se hubiera unido a Voldemort? ¿Habría sucedido la tercera guerra? ¿O simplemente seguiría siendo el muñeco de Dumbledore? No lo sabía, pero ya no tenía que lamentarse, de nada servía en este momento, ahora solo debía fijarse en sus planes, algo le deparaba en el futuro, y debía estar atento.

Hadrian Morte Where stories live. Discover now