Capítulo 1 - Interferencias

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No veo para qué pueda servir esta colaboración o quizá tan sólo el remordimiento está hablando por mí

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No veo para qué pueda servir esta colaboración o quizá tan sólo el remordimiento está hablando por mí. Pero no quiero trabajar con Kennedy; y tampoco con mi hermano. Cierto es que la ONU está desesperada; todos lo estamos. El bioterrorismo se ha convertido en una lacra que se está cebando con los países más pobres y que, por ahora, en el primer mundo tan sólo se manifiesta a través de episodios aislados pero cada vez más frecuentes.

Agentes especiales como mi hermano, como Leon, están tan desbordados de trabajo, que deberían poder ser omnipresentes para poder enfrentar todos y cada uno de los ataques donde se les requiere con urgencia, día tras día. Pero no lo son, tan sólo son humanos; humanos excepcionales pero agotados.

Y las ONG como TerraSave, tan sólo pueden ir desangrándose, impotentes, ante la imparable y continua avalancha de refugiados a los que rescatar de la muerte segura a la que las miserias provocadas por los virus de origen biológico los avoca sin cesar.

Está claro que cada cual no estamos logrando nada por nuestro lado, nada en absoluto. Pero de ahí a suponer que la respuesta está en una estrecha colaboración...

Mis oscuros pensamientos me llevan hasta Leon una y otra vez, con insistencia. Hace cinco años que él y yo no nos hemos visto, cinco años durante los cuales no he podido evitar reprocharle que, quizá, si él me hubiese dejado hacer público el asunto turbio del chip del hermano de Shen May, ahora no estaríamos en la situación tan desesperada en la que nos encontramos. Cinco años durante los cuales, jamás he podido confesarle cuánto le agradezco que me salvase la vida poniendo en riesgo la suya. ¿Será aún el hombre más guapo que he visto jamás? Seguramente. O quizá su propio trabajo haya devorado su cuerpo sin piedad como ha sucedido con otros tantos agentes que conozco. Lo echo de menos; demasiado. Esa es la única verdad.

¿Qué pensaría él de lo que estoy decidida a hacer esta noche, si lo supiera? «No hagas tonterías», me diría con su voz dura, enjuiciadora. Él es un hombre enormemente pragmático. Y, por ello, quizá demasiado frío. Pero el hombre a quien he decidido conquistar está lleno de pasión, tanto por su trabajo como por todo lo que hace y por lo que dice. He decidido tomar en serio las provocaciones del director de TerraSave, de mi jefe.

Él, mi jefe, siempre ha querido llevarme a la cama, desde que me conoció. Y yo jamás lo he permitido porque sé que es todo un mujeriego y que jamás tomará una relación en serio; ni conmigo, ni con nadie. Pero él no sabe quién es Claire Redfield cuando se lo propone, no tiene ni idea de que puedo colarme en su corazón y poseerlo por siempre, tal y como he hecho con su mente. Sé que él desea con todas sus fuerzas las curvas bien proporcionadas de mi cuerpo, mis labios carnosos, mis ojos vivaces y mi larga cabellera de fuego. Él me desea. Y me tendrá. Y yo lo tendré a él.

Quiero a mi lado a alguien que me comprenda, que me apoye. Con treinta y dos años, estoy harta de estar sola. Quiero una familia. Y Edward Ormond es el hombre indicado para compartir una familia conmigo. Esta misma noche, en la cena de gala que la ONU ha preparado para presentar el nuevo programa de colaboraciones entre la BSAA, la DSO y TerraSave en Estados Unidos, él mismo lo comprenderá.

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