Capítulo 4 - Incertidumbre

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 —Sé que el gobierno estadounidense ha retirado su apoyo a todas las operaciones que había previstas en Eslavia —aseguro a una Ingrid Hunnighan totalmente atónita, pues se ha quedado sin palabras

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 —Sé que el gobierno estadounidense ha retirado su apoyo a todas las operaciones que había previstas en Eslavia —aseguro a una Ingrid Hunnighan totalmente atónita, pues se ha quedado sin palabras.

También sé que acabo de poner a mi hermano en un gran aprieto, como esta mujer a quien apenas conozco decida hacer que trascienda que yo poseo una información que no debería tener. Agradezco que esta sea una conversación telefónica y no una videoconferencia, para que ella no se dé cuenta de que parezco un manojo de nervios.

—¿Por qué Leon no ha regresado? — le exijo una explicación como si realmente tuviese derecho a pedirla.

—Leon jamás me ha dicho que tenga novia... —la mujer responde sin embargo, suspicaz.

Y no la tiene; al menos conocida. Maldita sea mi estampa...

—Él no tiene porqué darte explicaciones. Y yo, tampoco —me marco un farol cruzando los dedos como la jugadora de póquer experta que jamás he sido.

Más silencio, en consecuencia.

—Ingrid, por favor, voy a morir por la angustia, si no sé que él está bien —le ruego ya sin orgullo, con el corazón en la mano.

—¿Me has dicho que eres hermana de Redfield, no? —insiste. Parece que se está planteando en serio darme la información que he pedido.

—Soy Claire Redfield, hermana de Chris Redfield. Y fue el mismo Leon quien me dio este número de teléfono al que he llamado, por si algún día lo necesitase a él y no pudiese localizarlo —le aseguro. Y es totalmente cierto.

—¿Y lo necesitas? —quiere saber, ahora preocupada.

—No, Ingrid, muchísimas gracias por tu preocupación —me apresuro a asegurar, realmente agradecida—. Tan sólo es que temo por él.

Como esta conversación dure mucho más, creo que las piernas van a dejar de sostenerme. ¿Por qué no me dice tan sólo si él está bien? No pido nada más, por piedad...

—Siento decirte que Leon ha decidido desobedecer la orden de retirada —me informa por fin, con voz afectada—. Él está decidido a descubrir la verdad por su cuenta y riesgo sea como sea, antes de marcharse. Y si encuentra aquello que teme hallar allí, ya sabes lo que hará —anuncia con complicidad.

Creo que en este momento ella siente pena por mí. No es fácil tener un novio con un carácter y un trabajo como los de Leon. No, no lo es. Lo sé porque tampoco es fácil tener un hermano con un perfil semejante.

Desolada, me dejo caer sentada en una silla. Y creo que ella sabe qué estoy haciendo como si realmente estuviera aquí, a mi lado.

—Tranquila, él volverá —intenta animarme, con voz decidida.

—Todos me decís lo mismo —le reprocho, sin embargo.

—Porque es verdad. Tengo asuntos que atender, Redfield. Pero si quieres, te avisaré cuando me lleguen noticias de su regreso inminente —me ofrece, amable. Y cuelga la llamada.

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