Capítulo 5 - Juramentos

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 Me desperezo sin pudor sobre su cama, desnuda y descarada, en el piso que él todavía comparte con mi hermano

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Me desperezo sin pudor sobre su cama, desnuda y descarada, en el piso que él todavía comparte con mi hermano. Sé que tan sólo finge estar dormido, pero que en el fondo disfruta sabiendo que, extasiada, no me canso de admirar su cuerpo más que perfecto.

Seguramente, Chris regresará en cualquier momento para darse una ducha rápida y cambiarse de ropa, antes de volver al hospital junto a Jill. Pero eso no nos preocupa a ninguno de los dos, no ahora, en que ambos estamos más que dispuestos a luchar por nuestro amor contra todos y contra todo, de ser necesario. Ademas, sabemos que mi hermano aprueba nuestra relación; y es más, la bendice.

Desde que Jill fue herida por Edward durante su huida —al igual que Leon, cuando ambos se enfrentaron a él para intentar impedir que escapase—, mi hermano se ha centrado en ella por completo. Él nunca ha pedido favores a nadie, jamás; siempre ha sido como un arma perfectamente engrasada y dispuesta para la lucha las veinticuatro horas del día. Pero en esta ocasión ha amenazado con abandonar la BSAA, si esta no le permite cuidar de su novia hasta que ella sea dada de alta. Y para mi mayor sorpresa, si es que con la otra no tenía suficiente, Leon ha amenazado a la DSO con hacer otro tanto, si la petición de Chris no es atendida del modo correcto.

Así que la ONU, aún empeñada en sacar adelante su estrategia de estrechas colaboraciones entre ambas agencias, y más aún ahora que TerraSave ha quedado descabezada al menos por el momento, ha dejado claro a estas que, o permiten a sus agentes estrella tomar un merecido descanso, o hará que rueden cabezas en forma de directores destituidos. Es cierto que, directamente, la ONU no ejerce poder alguno sobre la DSO, aunque sí lo hace sobre la BSAA. Pero todos saben que puede hacer lo que quiera y que lo hará, en caso de ser necesario, con el absoluto beneplácito del presidente de los Estados Unidos, a quien el terrible problema del bioterrorismo está desgastando de un modo brutal, tanto política como moralmente hablando.

En cuanto a mí, sigo queriendo ayudar, sigo necesitando ayudar. Pero ahora soy perfectamente consciente de que, en la vida, nada es blanco ni es negro. Y Leon me ha enseñado a ver los matices. Así que, quizá intentaré proponerme a mí misma como la próxima directora de TerraSave. Y, por supuesto, trabajar con agentes codo con codo ya no me parece una idea descabellada o imposible. Sé que hay mucho por hacer contra el bioterrorismo, y que tanto Leon como mi hermano darán lo mejor de sí mismos en esta nueva etapa de colaboración que se abre en nuestras vidas. Y yo lo haré también; por ambos, por mí misma, por todo. Ojalá consigamos erradicar el bioterrorismo por completo; ruego por ello.

Sin poder evitarlo, fijo mi mirada en el hombro desnudo de Leon, aún vendado, preguntándome cómo narices este hombre es capaz de llevar a cabo con éxito, estando herido, misiones tan complicadas y llenas de riesgo como la que lo condujo hasta Eslavia y no morir en el intento. ¿Acaso él es todopoderoso? Sin duda, el cuerpo del hombre que yace desnudo a mi lado en la cama pertenece a un dios perfecto en todos los sentidos. La noche de amor que acabamos de compartir ha sido, simplemente: legendaria.

—¿Quieres hacer el favor de dejar de hacer lo que cojones sea que estás haciendo y de abrazarme, Redfield? —me exige, caprichoso, aún con los ojos cerrados sin dignarse a moverse siquiera.

Yo no puedo evitar reír por esa actitud que pretende ser autoritaria, fría y gruñona, porque sé quién es él en realidad: tengo sus caricias suaves, cuidadosas, grabadas por todo mi cuerpo; guardo sus palabras de amor en mi pecho como el tesoro más grande y preciado que podré llegar a tener jamás; me siento venerada por sus cálidos abrazos que me llenan de dicha con sólo recordarlos. Lo tengo a él.

Él suelta un gruñido por lo bajito, abre los ojos y, posesivo, se incorpora lo justo para atraparme con una mano y arrastrarme hacia su cuerpo anhelante. Enamorada, acomodo mi rostro apoyado en su pecho y suspiro.

—¿Qué te preocupa? —me pregunta con voz grave, ya sin un atisbo de broma.

—¿Esto será para siempre? —temerosa, no puedo evitar preguntarme en voz alta.

De inmediato, él me envuelve en el abrazo más amoroso y devoto que existe.

—Dímelo tú, amor de mi vida. Desde que te conocí, sólo he soñado con tenerte. ¿Me dejarás algún día, Claire Redfield, mi diosa? —me pregunta, melancólico.

Sorprendida, yo no puedo más que observarlo. ¿Él teme que yo lo abandone? ¿Él, el hombre que podría tener en su cama a cualquier mujer que se propusiera noche tras noche? ¿En serio? Él tan sólo me mira como un cachorro desvalido, esperando mi respuesta sincera. Y es entonces cuando, realmente, me hago a la idea de que me quiere, sólo a mí. Y una lágrima emocionada y huidiza recorre mi rostro.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? —le pregunto, intentando comprender.

—Te conocí no siendo más que un policía novato, patoso y medio inútil —me confiesa con una sonrisa vergonzosa—. Entonces creí no merecerte. Y luego he creído que tú jamás sentirías por mí este fuego que me abrasa por dentro con sólo pensarte. ¿Cuándo te cansarás de mí, Claire Redfield? ¿Cuándo te cansarás de todos mis defectos, de mis inseguridades y de mis miedos? —me pregunta resignado a perderme sea cuando sea.

Por todos los dioses del mundo... A este Leon sensible, inseguro y pesimista sí que no lo conocía. Resulta que, al fin y al cabo, él también es humano... Y aún lo adoro mucho más por esa faceta de sí mismo, de su vida, que tan sólo me ha mostrado a mí, ocultándola a todos los demás bajo infinidad de trampas mortales.

Adorándolo con la mirada acaricio su mentón.

—No quiero vivir en un mundo donde tú no estés —le aseguro, apasionada—. Y voy a pasar el resto de mi vida contigo, Leon Scott Kennedy. ¿Responde eso a tu pregunta? —pregunto a mi vez, sonriente.

Él aparta un mechón rebelde de mi pelo con deliberada lentitud.

—Esto será para siempre, entonces; te lo juro por mi vida —me asegura, solemne.

Emocionada, me abalanzo sobre él y lo beso y lo abrazo sin medida.

Y me juro que, con cada segundo que me quede de vida, le haré desear jamás romper su juramento.

COMENTARIOS DE LA AUTORA

Dedico este relato a dos personas muy concretas y muy cercanas a mí, tan sólo dos, por estos motivos:

—A la maestra entre maestros, Khey Redfield, por darme tan buenos consejos sobre escritura y por aguantar mis objeciones ignorantes, mis preguntas tontas y mis refunfuños. No sé hasta qué punto he sido capaz de poner en práctica sus clases de un modo correcto. Pero le juro que ganas, lo que son ganas, las he puesto todas en el intento. Te quiero, maestra.

—A mi gran amigo morningstarz5, quien se ha interesado por mi bienestar, preocupado, al darse cuenta de que hace tiempo que yo no había publicado nada. Muchísimas gracias por preocuparte por mí, querido amigo. Siempre estarás en mi corazón por ello. Sigo atenta a tus vídeos magistrales que tantísimo me gustan y tantísimo disfruto. 

En cuanto a las imágenes que presiden los capítulos, son los intentos que Yumi y yo hicimos para crear y elegir una portada para este fanfic. Me ha parecido muy curioso añadirlas, así que, ahí las tenéis.

Desde estas letras envío todo mi agradecimiento y mi cariño a todos aquellos lectores que decidáis dar una oportunidad a esta breve historia, que he creado con toda mi ilusión.

¡GRACIAS!


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