࿐ 𝟏𝟗 📚

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Anduvo por los pasillos alrededor de unos minutos, rebuscando en cada salón e incluso revisó dos veces los lugares que Ni-Ki le dijo con la esperanza de encontrar al pelinegro, no obstante, éste no estaba en ninguno de los sitios mencionados haciéndolo preocupar mucho más.

No fue que, por casualidad pasó cerca del patio trasero de la escuela donde escuchó una risita de un tono suave, pero grave, lo supo en ese instante. Cuando su corazón se aceleró y una enorme sonrisa adorno sus labios mostrando sus perlas.

Era Jake.

─ Te encontré conejito. ─ sonrió.

Sin perder tiempo se dirigió al sitio donde las risas eran más sonoras haciendo que sonriera de igual forma.

Más la sonrisa desapareció, así como apareció percibiéndose en su rostro un claro gesto de confusión, disgusto, pero más que nada, dolor.

¿Ah?

En efecto, ahí estaba Jake, sonriendo como siempre lo hacía luciendo sus perfectos dientes, sus encantadores hoyuelos y mostrando sus apetecibles labios.

Labios que, eran besados por una chica.

Todo a su alrededor se detuvo, en el momento en que la chica depositaba un beso pequeño en su mejilla, no fue gran cosa lo sabe. Pero al ver como Jake no se apartaba, destrozó su corazón.

Con una fuerza de voluntad increíble se dio la vuelta, aguantando las lágrimas que le nublaba la vista mordiéndose los labios fuertemente para no sollozar. Tratando de ignorar lo que miro.

Fue imposible cuando a lo lejos logró escuchar un "te amo Jake."

¿Por qué?

Detrás de una pared pegó su espalda, con la palma de su mano se sostuvo desde atrás, era fría igual que aquella escena.

Y lloró.

Derramando cada lágrima que se le permitía sin ocultar cuan dolido, destrozado, pero sobre todo confundido estaba. Procesando cada acción, cada palabra.

Fue cuando algo estalló en su mente como fuegos artificiales, imágenes de recuerdos sobre días anteriores después de haber regresado. Jake desde aquel abrazo al reencontrarse evitó todo contacto con él, se dio cuenta rápido de eso cuando fue el pelinegro quien no le miro después de eso.

Evitando todo. Hasta incluso mirarse directamente a los ojos, sin que desviara su mirada.

Negándose de una manera suave a no depositarle un beso en la mejilla. Nada.

Lo que más le dio sentido fue cuando, por accidente, escuchó una conversación del pelinegro con su menor saliendo de la universidad. Aparentemente hablaban de "una confesión" más no supo de quién se trataba.

No hasta ahora.

Mi conejito, ya tiene a alguien.

─ Supongo que... llegué tarde. ─ se deslizó por la pared hasta caer al suelo.

Y ese alguien, no soy yo.

Ya ahí tan solo abrazó sus piernas escondiendo su rostro entre sus brazos, llorando sin la intención de parar.

Dolía. Demasiado.

Porque te amo.





⦅♡⦆





Las horas pasaban tan lento, las clases parecían eternas y su mente no lograba enfocarse por más que intentara.

¿Qué sucedió ahí?

No Juzgues A Un Libro Por Su Portada ◇ Jakehoon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora