Una semana más tarde.
─ ¿Pulseras de amistad?
─ Así es. Ahora definitivamente somos mejores amigos.
Jake miraba aquella tira de colores que SungHoon le había dado. La sonrisa del rubio le hizo sonreír también, se la puso en la muñeca.
─ Es muy bonita. ─ dijo
─ ¿De verdad lo crees? ─ preguntó con brillo en los ojos y sus mejillas levemente sonrojadas.
Jake hizo caso omiso a eso y asintió con una sonrisa.
─ Me alegra, mi madre lo hizo especialmente para nosotros. ─ confesó tímido pasándose un mechón de cabello tras su oreja.
─ Oh, ya veo. ─ respondió.
Jake hace una semana comprendió que quizás sus sentimientos por SungHoon no eran románticos, más bien, de atracción. Pero aún así, no podía dejar de admirar la belleza de su ahora amigo.
De igual forma había conocido un poco más la vida del rubio. Como que por las tardes, después de la escuela, iba a su a academia de danza. Amaba bailar y no hacía falta preguntar, con solo mirar como hablaba de sus ensayos o incluso de sus ídolos era suficiente para darse cuenta cuán lejos podría llegar SungHoon.
O que le gustaba vestir a la moda, era muy notorio. También supo que le gustaba el helado de chocomenta.
A Jake aquel sabor le parecía fatal, pero, sólo por una vez lo probó y fue por SungHoon.
Porque para Jake, era su angelito.
Su ángel caído del cielo.
Tal vez porque nunca tuvo amigos, es porque se sentía tan extraño tener a SungHoon tan cerca de él, sin sentirse fuera de lugar o incluso preocupado por su apariencia pues el mismo rubio se lo había dicho.
"Ellos podrán ver, pero te aseguro que lo que yo veo no es para nada igual."
Quizá lo decía para no herirlo. Así que, sin hablar asentía, porque si SungHoon lo decía debía ser verdad, él nunca le mentiría.
─ Jake ¿Puedo preguntarte algo? ─ lo miró meciendo sus pies sentado en aquella banca de siempre.
Ambos esperando al padre de SungHoon como cada tarde al término la escuela.
─ Dime. ─ respondió con una sonrisa.
─ ¿Qué harás al terminar la escuela? ─ preguntó.
Jake pensó por unos segundos, pero no se le ocurrió nada. Decepcionado por no tener respuesta suspiro, ni siquiera él sabía qué haría al llegar a su casa.
─ Yo no lo sé SungHoon. ─ contestó sincero y el rubio soltó un pequeño "oh" causando una sonrisa en Jake. Era tan tierno. ─ Y ¿Tú sabes lo que harás?
SungHoon sonrió, miró sus tenis color azul pastel con pequeños adornos a los lados. Luego fijó su vista en Jake quien esperaba su respuesta.
─ ¿Yo? Bueno... ─ miró al cielo observando a las nubes moverse. ─ Yo quiero ser maestro de baile, tener mi propia academia, enseñar a muchas personas. ─sonrió avergonzado. ─ Y...tal vez...casarme en el futuro.
─ ¿Casarte? ─ SungHoon asintió.
─ Sí, y tú estarás ahí para cuando lo haga ¿Verdad? ─ lo miró con un ligero rubor. ─ ¿Verdad Jakey?
El pelinegro tragó ante tal linda imagen del rubio. Apretó con sus dientes su lengua para no decir alguna tontería. Al tranquilizarse sonrió.
─ Claro que sí SungHoon.
El rubio sonrió tan grande y sin avisar abrazó al pelinegro quien casi dejó de respirar tras el contacto. El aroma a malvaviscos inundó sus fosas nasales, un lindo y dulce aroma.
El auto color negro se estacionó. Jake al percatarse dió leves plamaditas a la espalda de SungHoon el cual se separó solo un poco para mirarle.
─ Tu papá llegó. ─ habló sin tartamudear un alivio.
SungHoon volteó, era verdad. Hizo un pequeño puchero sin que el pelinegro se diera cuenta, tomó su bolso y miró de nueva cuenta a Jake.
─ Entonces... ¿Te veo mañana? ─ sonrió.
─ Claro, hasta mañana. ─ respondió Jake.
SungHoon a punto de irse, se detuvo. Jake ladeó su cabeza confundido. Abrió sus ojos al sentir como en su mejilla izquierda era plantado un besito.
─ ¡Hasta mañana Jakey! ─ agitó su mano.
─ Eh... Uh... Yo...sí...hasta...hasta mañana. ─ titubeó.
Tocó su mejilla, un sonrojo invadió toda su cara hasta sus orejas. No puede ser.
Un ángel acaba de besarme la mejilla.
Con una sonrisa en su rostro fue hasta su casa. Quizá ser amigo de SungHoon no era tan malo después de todo.
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No Juzgues A Un Libro Por Su Portada ◇ Jakehoon
Fanfiction📚 ⌇ El único que me amo antes de cambiar, fuiste tú, mi ángel. Eres el único que no me juzgo cuando no era nadie, el único que me quiso tal como era, el único que estuvo ahí para mí. El único que se atrevió a conocerme, leer cada parte de mí hasta...