Lena se había ido sin dejarle una nota, y Kara intentó convencerse de que debía sentirse aliviada. Dos tazas de café más tarde y después de una ducha, seguía de mal humor, y al llegar a la oficina llamó a Lena, solo para asegurarse de que había llegado a casa sin contratiempos.
–Estoy en el estudio. Tenía que abrirle la puerta a mi ayudante –explicó
ella en un tono casual que irritó a Kara
–.No he querido despertarte.
Kara esperó a que preguntara cuándo volverían a verse, o a que le lanzara
alguna indirecta, pero Lena se limitó a añadir en tono distraído:
–Estoy ocupada. Tengo una cita con una clienta que quiere comprarme varios modelos para un crucero.
–Cena conmigo esta noche –dijo Kara apresuradamente
–.Te recojo a las siete.
–Me temo que no puedo.Kara apretó los dientes. ¿Estaba jugando a hacerse la difícil?
–Tengo otra cita a las siete y media con una clienta que no podía venir a
ninguna otra hora, pero estaré libre para las nueve, si quieres que nos veamos
–dijo entonces Lena.Kara se relajó parcialmente.
–Iré a por ti a las nueve.
–Muy bien –tras una pausa, Lena añadió–: Estaré lista para mi próxima
clase.Kara se quedó mirando el teléfono, sin saber si maldecir o reírse, y pasó
todo el día pensando en cómo castigarla por haberla provocado, aunque solo
se le ocurría torturarla besando cada milímetro de su cuerpo. Para cuando fue a recogerla a las nueve, había conseguido dominarse, y estaba decidida a ser ella quien llevara las riendas de la relación.Lena tendría que comprender que era ella quien marcaba los tiempos. Compartían una intensa atracción física, pero una pasión así no podía durar y calculaba que en un mes se habría saciado. La ayudante de Lena se marchaba cuando ella entró y Kara cerró con llave antes de subir las escaleras al despacho.
Lena estaba trabajando y kara se detuvo en la puerta para deleitarse con la visión de su trasero mientras ella se inclinaba sobre la mesa de dibujo. Lena debió de oír sus pasos y se giró, retirándose el cabello de la cara y dedicándole una sonrisa que tuvo un extraño efecto en su interior.
–¿Sabes qué? –preguntó ella, dejando el lápiz, corriendo hacia ella y lanzándose a sus brazos. Kara se rio, fascinada con su espontaneidad. Su perfume despertó sus sentidos, y aspiró su cabello mientras ella la rodeaba la cintura con las piernas
–.Han venido dos clientas nuevas y me han encargado varios vestidos. Tenías razón con que debía montar el estudio en una calle conocida. Sin ti no tendría ni la tienda ni el estudio. Lena echó la cabeza hacia atrás para mirarla a los ojos.
–Estás muy macho vestido de cuero –musitó, pasándole la mano por la
cazadora de motorista
–.¿Qué harías si te besara?La presión del deseo en la ingle de Kara hizo que exhalara bruscamente.
–¿Por qué no lo compruebas? –dijo provocativa. Y, cuando ella la besó,
dejó escapar un gemido
–. ¿Eres consciente de lo que me haces? –musitó, empezando a desabrochar la blusa de lena.Llevaba un sujetador semitransparente que permitía ver las rosadas puntas
de sus pezones. Lena presionó las caderas contra su sexo endurecido,
moviéndolas sensualmente, mientras kara la llevaba hacia la mesa de dibujo.
–Me hago una idea –musitó ella. Y se mordió el labio inferior cuando kara le
succionó los pezones a través del sujetador.
–Entonces entenderás que te necesito ahora mismo, Kieran mia –la dejó en el
suelo y le desnudó el torso, apretando entre sus manos sus senos. Su voz interior le susurró que debía contenerse, marcar límites, pero la acalló y deslizó la mano por dentro de los pantalones elásticos de Lena, masajeándola por encima de las bragas antes de introducir los dedos en su cálido y húmedo interior.Con la respiración entrecortada y las mejillas encendidas, Lena le puso
la mano en la bragueta y susurró:
–Yo también te deseo, pero ¿cómo podemos hacerlo?
–Así –Kara la besó apasionadamente y entonces la giró hacia la mesa y
la inclinó hacia delante. Al ver que ella la miraba con una mezcla de
curiosidad e inquietud, kara la tranquilizó
–: Confía en mí, cariño, te va a gustar.
–Confío en ti –dijo ella.
Y Kara sintió una opresiva ternura en el pecho. Besó la espalda de Lena con delicadeza y luego le bajó los pantalones y las bragas. Ella se quitó los zapatos y Kara la ayudó a retirar las prendas antes de volver las manos al contorno de su trasero. Con manos temblorosas liberó su
endurecido sexo y, separándole las nalgas, la penetró, adentrándose lentamente a medida que sus músculos vaginales le daban acogida. Kara jamás había experimentado nada igual.
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La Guardespalda Que Temia Al AMOR..
FanfictionLa protegería con su vida y la veneraría con su cuerpo.... Cuando Kara Danvers fue contratada como guardaespaldas de la rica heredera Lena Luthor, supuso que se encontraría con una niña mimada y consentida. Pero la hermosa Lena la desconcertó por su...