Capítulo 3: Tengamos una cita

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Un nuevo día llegó sin ningún problema, lo cual era bastante raro para Ichigo.

Se levantó un poco más temprano de lo usual, para preparar todas las pinturas en las que había estado trabajando para la exposición.

Su sonrisa apareció cuando vio aquel último cuadro.

"Pensar que esa mujer y su feo conejo realmente fueron mi inspiración para esta obra"

Era la primera vez que su musa no era su fallecida hermana. Y sintió que, de alguna manera, fue un paso adelante para dejarla ir y que ella al fin pueda descansar en paz.

-Hermano, ya está aquí el camión para recoger tu trabajo- Avisó Yuzu, asomándose.

-De acuerdo, bajo en un momento.

- ¿Necesitas que te ayude a bajar tus cosas? Realmente son bastantes.

-No, son pesadas. No quiero que te lastimes la espalda.

El peli naranja tomó una hoja, en donde tenía anotado el nombre de todas sus pinturas, una pequeña reseña y el por qué utilizo y empleó ciertas técnicas.

Después de verificar que todo estuviera perfectamente escrito, bajó una por una sus obras hacia el camión. Luego de dar algunas indicaciones al chofer, se dispuso comer el desayuno junto a su hermana.

- ¿Cómo está papá? - Preguntó el Ojimiel dando un bocado a su tostada.

-Un poco mejor. Los calmantes realmente hicieron efecto.

Conversaron de algunas cosas triviales. Nuevamente Yuzu faltaría a la escuela para cuidar de su padre.

A Ichigo realmente no le gustaba la idea, pero Yuzu insistió en quedarse. Estaba asustada de que su padre se descompensara nuevamente y su depresión terminara en alguna tragedia.

Ambos hermanos se despidieron apenas terminaron el desayuno. El ojimiel subió al segundo piso para verificar que su padre estaba bien, y luego partió rumbo a la Universidad.

En cuanto puso un pie en la entrada, Keigo comenzó a gritarle.

-Ichigo, mi amigo más apuesto y fiel.

El castaño posó una mano en el hombro del más alto. El ojimiel lo miró un tanto curioso. Detrás de él, se acercaba Mizuiro con un café americano para cada uno.

- ¿Qué mosca te picó hoy?

- ¿Por qué?

-A mí no me engañas, algo quieres de mí.

El castaño se hizo el desentendido.

- ¿De qué hablas? Siempre soy bueno contigo.

Después de tomar un sorbo del café que le había comprado su amigo azabache, volvieron a hablar.

-Ichigo, mi amigo. El más dulce de mis dos hijos ¿Tienes algo que hacer el sábado? Tu padre tiene un favor inmenso que pedirte. Realmente, voy a morir si no puedes-

-Ay, dios. No le hagas caso Ichigo, este idiota organizó una cita a ciegas y le falta una persona.

Interrumpió Mizuiro al castaño.

- Mizuiro, hijo mío, no menosprecies la falta de amor de tu padre.

-Padre mío, debes aprender a preguntar antes de hacer planes.

- Ugh, tacaño. Yo también quiero una novia cariñosa y bonita como la tuya.

Keigo siguió quejándose y lloriqueando durante unos minutos más.

El color de tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora