salidas || SanGry. [Finalizada]

trece.

Souya;

Salí de mi habitación alrededor de las 9 p. m. Listo para hablar con Nahoya de mi relación con Haruchiyo.

Lo encontré jugando Mortal Kombat V, siendo como siempre Scorpion (su favorito, el mío es Sub Zero). Lo veía tan concentrado que ni cuenta se dio que me ubiqué a su lado, callado.

Movía el mando con agilidad, dando repetidos golpes para combinar correctamente y hacer una Fatality, tan fácil para él y tan difícil para mí. En fin, ganó.

Estaba preparando otro combate, cuando decidí que era momento de hablar.

-Nahoya- le llamé despacio, él dió un respingo-. Uy, perdón- me disculpé por hacerle caer el joystick.

Como es costumbre, él maldice.

-Por una mierda, Souya- ríe colocando una mano en la zona de su corazón-, pudiste haberme matado ¿sabés? Estarías re piola en una peli de suspenso.

Una sonrisa se apodera de mi rostro, Smiley siempre tan él. Con sus numerosas ideas alocadas.

-Lo siento, nii-san -me vuelvo a disculpar.

Se agacha a tomar el mando, negando con la cabeza-, No te hagas problema, Sousou. ¿Quieres jugar una partida?- dice pasándome el del jugador 2.

Asiento acomodándome en el sillón, su sonrisa se ensancha.

-Claro, Naho- tomo el joystick y comenzamos a seleccionar nuestros personajes.

La pantalla da incio al combate, hora de empezar a contarle.

-Nahoya- digo, dando vagos golpes con Sub Zero mientras veo de reojo la mirada concentrada del susodicho-, tengo que decirte algo.

-Sabés que podés decirme lo que sea, Souya- habla sin despegar la vista del enfrentamiento en la tv-, ¿Qué sucede, hermanito?

Me quedo callado, recalculando si es bueno o no decirle. Es como si todo el valor que junté en tres horas abrazado a Haru (nombre del peluche de tiburón que me dió Sanzu), se hubiese esfumado.

Respiro profundo, si no lo suelto ahora,no lo suelto más.

-Sanzu y yo somos novios- hablo rápido. Nahoya me mira por fin, esperando a que continúe- llevamos más de cinco meses juntos. . . Esto... perdón por no habértelo dicho antes...

Cierro los ojos, probablemente un sermón me cayera como lluvia en este instante.

Sorprendentemente él me abraza, acariciando mi espalda.

-Todo está bien, Souya- me tranquiliza, juraria que iba a explotar cuando se enterara, pero me precipité al pensar aquello-. Yo... lo sabía, no te mentiré.

Agarro sus hombros alejándonos, le miro sin entender.

-¿Lo sabías?, ¿Desde hace cuánto?, ¿Quién te dijo?- pregunto preocupado de que haya amenazado a alguno de los chicos-, ¿No torturaste a nadie para que te lo digan, verdad?