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Reino Unido, Londres
29 de Mayo de 2019

Es miércoles de la semana siguiente.

El museo de arte está a punto de abrir sus puertas. Son las diez con quince de la mañana y Harry tiene bastante trabajo que hacer.

Repasa rápidamente los escritos de presentación que tiene que exponer ante los infantes que vienen hoy a su recorrido. No es muy difícil, al menos no con las piezas que él ya conocía. Pero siempre es bueno tener un apoyo de vez en cuando.

Está revisando de nuevo los puntos base del impresionismo cuando el tono de llamada de su celular lo interrumpe.

Una vieja foto de él y Louis aparece en la pantalla. Son ellos dos mientras cursaban el último año de universidad, Harry lo está cargando sobre su espalda y Louis tiene recargado su mentón sobre su cabeza llena de rizos adornada con una bandana verde olivo.

Ambos tienen una sonrisa espeluznantemente feliz, están en el antiguo estudio de arte de la facultad de Harry. Eso explica el overol de mezclilla que él lleva puesto y las manchas de pintura que los dos tienen en la cara.

Recuerda bien ese día. Fue previo a su cumpleaños número veinte. Había estado trabajando en una pieza nueva que tenía que entregar como proyecto final y estaba lo suficientemente frustrado como para ponerse a llorar en cualquier momento y entonces Louis llego. El día ya no parecía tan malo después de eso.

Las manos con pintura celeste de su mejor amigo se posaron en su rostro, él tenía esa sonrisa divertida que siempre hace a Harry malditamente feliz. Y mientras corría por todo el estudio tratando de evitar la venganza del rizado entre fuertes carcajadas, Harry se dio cuenta de que no quería estar en ningún otro lugar que no fuese ese.

Cuando por fin lo atrapo y pinto sus propias manos en la cara de su sol, Zayn llegó. Mirando a ambos con un rostro confundido, Louis simplemente se subió en su espalda y exigió una foto como un lindo niño pequeño. Si, Harry definitivamente ama esa foto.

Contesta casi de inmediato.

— ¡Hola, Sol!

—Hola, Hazzie. Ya llegue, estoy afuera —dice Louis desde el otro lado del intercomunicador—. ¿Te espero o...?

—Oh, sí. Ya voy, dame un minuto.

Con eso cuelga y se apresura hasta la entrada principal del gran edificio. Saluda a Richard en la cabina de venta, el anciano guardia de seguridad que se ha vuelto una gran compañía estos días.

Abre la puerta, encontrando a su mejor amigo mirando todo a su alrededor. Lleva unos pantalones de vestir negros, entallados ligeramente sobre sus piernas. Una camisa a juego y un cárdigan café con bordados en figuras de rombos.

Encantador, piensa. Probablemente Louis se vistió para la ocasión, nunca usa nada lo suficientemente formal como ahora.

—Sé que quieres impresionarme, Lou. Pero no tenías que tomarle tanta importancia a un recorrido artístico —bromea cuando se acerca a su mejor amigo y lo envuelve entre sus brazos.

—Cállate, idiota, —Louis contesta riendo, golpeando su pecho con suavidad y recarga su cabeza sobre el hombro de Harry—. Tuve junta en la oficina esta mañana, estoy tan cansado, me desvele anoche traduciendo cincuenta páginas de una nueva novela y hoy tuve revisión con Denis y el equipo, fue terrible.

—Oh, Louis. Hubieses ido a casa a descansar —Harry da un ligero masaje en su espalda—. Habría entendido, Sol.

—No, está bien. —dice separándose de él—. Amo pasar tiempo contigo. Así que... ¿vas a llevarme?

¿Simple? No. Es amor ➵ Larry's VersionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora