Capítulo 1

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—Se rumora que la familia Shimura buscará al culpable de la muerte de Sasori—veo a Naruto fijamente—. No sé quién fue tan estúpido como para empezar una guerra con ellos.

—Se lo merecía, era una mierda—dije llevando un cigarrillo a mi boca—. Una bala en su frente fue poco a comparación con lo que yo tenía preparado para él.

—Ya se mierda, por eso estoy seguro que no fuiste tu.

—No, no fui yo, pero el maldito que lo hizo se quedará con mi ira acumulada. Le arrancaré los sesos y se los daré a los cuervos. Imaginaré que es esa mierda. Estuve esperando mi ojo por ojo por tres años y la tendré así tenga que matar a su asesino.

—¿Por qué mejor no matas al viejo? Ehh—dijo con sarcasmo. Sonreí de medio lado.

—Tal vez.

—Deja la mierda, Sasuke. Recuerda la puta tregua que me costó conseguir. Nuestra mercancía necesita pasar por su territorio. No pienses mucho en eso, mantente ocupado, te sugiero que busques unas putas—deja la cómoda silla—. Presionaré a mi gente, necesitamos el presupuesto para la nueva construcción. Quizás viajemos arregla tu agenda—el maldito salió de la oficina.

Sakura apareció frente a mí con sus horribles gafas redondas que son mucho más grandes que su rostro. Su cabello enredado en una trenza mal hecha usando una puta peluca negra. Sus razones tendrá y no me interesa. Su ropa era una falda de abuela y una blusa que parece que fue sacada de un puto basurero. Se me cuestionó mis motivos para contratarla como mi secretaria, pero es que ella es eficiente, bocona también, pero eficiente. Y eso es lo que necesito, rapidez y eficiencia.

Sakura lo tiene todo solo que es fea.

—Señor Uchiha.

—¿Qué compromisos tenemos?—pregunté sin mirarla.

—En media hora tiene una comida con su madre, reservé en el restaurante de siempre—la miré—su favorito. A las tres de la tarde le llegaran una flores a la señorita Konan y seguramente lo llamará. Y a las ocho de la noche tiene que ir a matar al tipo que le robó el bolso a su cuñada—me sonrió al finalizar, mostrando esa horrible sonrisa con frenillos.

—¿Ya lo encontraron?—arqué una ceja.

—Lo tienen desde ayer, me informó el señor Orochimaru—mi mano derecha y mi especialista en torturas.

Esa era Sakura, tan eficiente como siempre. Además de que era mi cómplice en cada delito que tengo en mi espalda. No actúa como una mojigata reprimida, no se asustó la primera vez que vio un cadáver en esta oficina. Solo llamó a unos contactos y el desastre desapareció después de tres horas.

¿Por qué la dejé como mi secretaria? Bueno, tiene la sangre más fría que yo.

—Avísale a Itachi que tenemos al hombre que hirió a su mujer—ordené—. Que lo veo en la bodega de siempre.

A los pies del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora