Capítulo 20 | Soledad
Dos meses después
Las ramas eran áridas y negras contra el cielo blanco y gris. Restos de la tormenta de nieve de la noche anterior caían de las ramas y estropeaban el suelo reluciente. Tristán inclinó la cabeza hacia atrás y respiró profundamente el aire helado. Ardía en sus pulmones y cerró los ojos, tirando del cuello de su abrigo de lana de color carbón.
—¿Hola?— Alguien gritó, sus pasos crujiendo en la nieve detrás de él.
Se giró y encontró al conserje de pie a unos metros, envuelto en una gruesa chaqueta de plumón verde oscuro con un grueso gorro de punto beige. —Ah, eres tú—, dijo el hombre, rascándose la barba e inclinando la cabeza hacia un árbol. —¿Te llevarás la bicicleta durante las vacaciones de invierno?
Tristán miró la bicicleta roja que seguía apoyada junto al árbol, casi indistinguible bajo una masa de nieve. La había dejado fuera durante todo este tiempo, durante los dos meses desde que Adel se había ido.
El día en que ella desapareció, él estuvo a punto de apagar la sonrisa de la cara de Calhoun. En el último momento, apartó al chico de su lado y se alejó, lanzando sin pensar sus llaves a Caine para que el otro chico aparcara su coche por él o hiciera lo que quisiera con él. No era como si fuera a necesitarlo ahora para ir a algún sitio con Adel.
Durante el resto de esa noche, se había aislado dentro de su habitación. No recordaba especialmente lo que había hecho, pero creía que había mirado mucho su teléfono móvil, seguro de que en cualquier momento Adel iba a llamarle o alguien vendría a decirle que Adel había vuelto a la escuela y que ahora le evitaba tímidamente.
No había llamado. Y no había vuelto.
Pasaron las semanas y él había asistido a todas sus clases, ignorando el asiento vacío al lado de Sammy. Hizo sus exámenes de selectividad, se reunió con los orientadores y preparó sus solicitudes para varias universidades. Parecía haber papeleo tras papeleo y había caído en una rutina robótica, enterrándose en sus tareas escolares y sus ensayos.
Sin embargo, apenas podía soportar la visión de Calhoun, que parecía estar por todas partes en los pasillos y en el gimnasio, aparentemente divirtiéndose como nunca con ese otro chico, Justin.
Pero lo que lo hacía realmente peor era que Tristán siempre estaba tentado de acercarse al chico y ver si podía hacer algo despreocupado, tal vez decirle: "Oye, el nuevo prometido de Adel, ¿cómo ha estado estos días, esa chica nuestra... quiero decir, tuya?"
Pero cada vez que seguía ese camino, terminaba invariablemente imaginando la respuesta sonriente de Calhoun y no creía poder evitar saltar sobre el tipo.
Es curioso que siempre se creyera mucho más civilizado que Vincent.
Desde entonces, con la extraña sensación de que se le olvidaba algo constantemente, había reservado un tiempo todos los días para maniobrar torpemente la bicicleta en el mismo lugar donde había tenido su última cita con Adel. Se decía a sí mismo que podría ayudar, que podría ser la mejor manera de dejar de lado cualquier reparo que le quedara sobre ella. Podría ser como una forma de catarsis para él. O, en el peor de los casos, simplemente un poco de masoquismo.
Así que todos los días, mientras se tambaleaba en la bicicleta a través del crujido de las hojas rizadas y disecadas, todo lo que había hecho realmente era perforar con éxito la imagen de la forma en que ella ladeaba la cabeza cuando le hablaba con vacilación de su madre, su sonrisa risueña cuando le daba un puñetazo en el hombro, su cuerpo ágil inclinándose sobre él para encontrar el bicho en su pelo, y su expresión suave, casi tímida, cuando se inclinaba cerca de ella.
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Los Problemas de Tristán (FA#2)
Teen FictionTristán Harland era el tipo de persona que siempre perdía (las llaves, el amor de su vida...) pero bastaba que quisiese perder algo para no hacerlo, como a esa chica que lo acechó todo su camino desde China. El problema era que esa chica, no era exa...