Tragedia

7 1 0
                                    

Caminando en un túnel, había una luz al final que me cegaba pero me motivaba a ir hasta allá, cuando más corría para alcanzarla, más y más se alejaba hasta que de esa luz se fue formando una figura familiar, era mi madre. Ella consumía todo la luz a su alrededor como si se alimentase de ello y lo q devolvieron fuera sombra y oscuridad, parecía hablar en una lengua extraña mientras se oían gritos a mi alrededor, al principio casi eran susurros, luego pasaron a ser algo más como si tuviese que salvar a alguien pero a quien. En eso me desperté gracias a un lindo vaso de agua que al parecer la tonta de Lily me había derramado en la cara. Me alegré bastantante de que fuera solo un sueño, mejor dicho una pesadilla pero no me hizo nada de gracia la manera en que me despertaron.
-Despierta bella durmiente, ya son las dos de la tarde, tenemos que aprovechar el día- dijo la odiosa y me dirigí directo al vestidor no estaba para discutir con ella,ya había tenido un mal despertar y no necesitaba nada más que me arruinara el día. Casi ni vi lo que escogí ponerme solo lo noté cuando salí de la casa, ¡Estaba horrible! Para empezar tenía un pulover amarillo con lo que odiaba ese color en la ropa, un pantaloncito corto azul y unos tenis blancos, por lo menos en eso acerté.
No se para donde íbamos a ir, pero juro que me entro el hambre enseguida que vi un mercadillo de comida y hacia allí nos dirijimos. No era nada difícil de adivinar que iba a pedir macarrones con queso. Nos atendió aquella amable mujer, no era primera vez ya frecuentaba hace meses ese lugar. A lo lejos se veía un hombre cargando cajas, era joven y que atractivo se veía a lo lejos. Pedimos las comida y nos incorporamos en seguir nuestros caminos, cuando nos íbamos dio la causalidad que el hombre aquel se estaba dirigiendo de nuevo al puesto. No se decirte pero encontré una pequeña coincidencia, pero no podía ser, seguramente estaría equivocada. Seguimos el camino y paramos frente a un local de patinaje. Tengo que admitir que me conocía a la perfección.
- Sorpresa-se le iluminaron los ojos al ver mi rostro y es q yo estaba igual o peor que ella.
- Te adoro mi Ly- que más le podía decir ante aquel hermoso gesto.
Entramos y escogí mis patines blancos, a pesar de que mi amiga estaba recién aprendiendo, yo si sabía y me encantaba. Este era mi lugar favorito para ahogar las penas, obviamente aparte de el club pero eso ya era parte de mi pasado. Me dediqué a enseñarle unos cuantos truquillos y al final los consiguió. Todo era gracias a esta cabezota, aprendía a la velocidad de la luz. Me olvidaba del mundo entero y de los problemas aquí hasta que me llegaba el momento de irme. Dejamos nuestros patines en las taquillas.
-¿Te relajó venir aquí?- parecía q esperaba mis respuesta con tantas ansias.
-Tu me conoces, sabes perfectamente todo de mí, incluyendo todo sobre lo q me causa este lugar, sino lo supieras no me hubieras traído aquí-
-¿Entonces puedo decir que cumplí mi cometido?-me dijo sonriendo.
-Claro- el sonido de mi celular me interrumpió.
-Hola, en que le puedo ayudar-dije con voz calmada.
-¿Es la señorita Jinny?Tenemos malas noticias.

Subí corriendo las escaleras hasta llegar a mi apartamento y si por mala suerte no era un puto  juego, de veras era... Mamá.
Volviendo a la llamada:
-¿Es la señorita Jinny? Tenemos malas noticias. Verá, sus abuelos no tenían los recursos que se necesitaba y pensaron que tal vez a ti te gustaría cerrar los papeles con tu pasado y creyeron que la mejor forma era que tú te encargaras de despedirla de este mundo por completo. Su familia esta deseosa de comunicar de nuevo con usted- Colgué y subí, creo que mis piernas se movían solas y al llegar como había dicho la voz al otro lado de la línea, se me había dejado un paquete y el envoltorio lo dejé echo trizas porque de que servía tanto arreglo, lo q me interesaba
era saber que había adentro. Eran las cenizas de mi madre. Después de todo este tiempo intentando superar el dolor, seguir hacia adelante, me hacen esto. No entendía lo que tenían en mente, saben lo que pasó y lo que implicó en mi forma de crecer, mi forma de ver la vida, todo. Al tener el jarrón sabiendo lo que contenía adentro en mis manos, recordé momentos que tenía guardados en mi pasado para que no me volvieran a hacer daño.
Ese habría sido un día tan lindo como cualquier otro, y mi mami me tenía que llevar al cole. Íbamos tarde. Ya vestida con mi uniforme color rojo vino bajé las escaleras en busca de mi madre y ahí estaba, tirada en el piso, desmayada diría yo. Debía de tener 7 añitos y mis manitos todavía no podían cargarla, pero podía gritar. Ese era el talento de toda niña, pero las demás lo empleaban por fiestas o perretitas y berrinches porque no le compraban un juguete, el mío era de desesperación, por verla ahí tirada inconsciente y no poder hacer nada, no saber si estaba viva o muerta por no tener esos conocimientos. Salí de la casa corriendo y un hombre vino a ayudarme, cargó a mi mamá y la metió en el coche junto a mi mientras lo arrancaba. No sabía en quién podía confiar y en quien no, pero resultó ser buena persona y me llevó al hospital más cercano. No tardaron ni un segundo en encamarla pero se demoraron demasiado en dar noticias. Después de dos horas se aparecieron tanto los doctores como mi padre que al parecer se había enterado y dejó todo su trabajo. Parecía que había corrido, había sudor por toda su ropa y estaba agitado. Se separaron todos de mí, entraron en una sala con la intención de que yo no me enterará pero no funcionó y menos con alguien como yo.
Me puse a escuchar y lo más claro que dijo fue:
-Su esposa esta en un coma etílico-

Un pedacito de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora