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2 DE MARZO DE 1986
Escuela Secundaria Hawkins
9:03 AM

—Sabes, todavía no me has dicho lo que pasó el sábado.— dijo Chrissy en un susurro.

—Eso es porque no pasó nada.— respondió Matilda. —Hablamos de la tarea de historia, eso es todo.—

—¿Ah, de verdad?— preguntó Chrissy, con una mirada de incredulidad en su rostro. —Porque Sara me dijo que te vio discutiendo y luego saliste corriendo. Tal vez debería preguntarle a tu amiguito de allí— señaló hacia la esquina del salón de clases, donde Eddie estaba sentado tocando la batería en la mesa con los dedos.

Estaban en matemáticas, una lección donde se combinaban todos los aspectos de su vida Chrissy, Eddie, Myles.

—Cállate, Chrissy.— suspiró Matilda, sabía que necesitaba disculparse con Eddie lo antes posible, pero asumió que él estaría enojado con ella y no sabía cómo podría hacerlo.

—Lo siento, princesa.—

•••

2 DE MARZO DE 1986
Instituto hawkins
9:22 AM

Un poco más tarde, y Tillie estaba trabajando en algunas preguntas de geometría, sus labios se separaron suavemente en señal de concentración.

De repente, su atención fue desviada por una bola de papel que le golpeó en la cara, miró hacia arriba confundida, pero no vio que nadie se volviera en su dirección.

Miró a Chrissy, que parecía igual de perpleja, la rubia más joven se encogió de hombros ligeramente y continuó con su trabajo con una sonrisa oculta.

Suspirando, Matilda abrió la nota, alisándola con el canto de la mano, ella esperaba ver alguna burla de Myles o uno de sus compañeros idiotas, pero ese no era el caso.

Suspirando, Matilda abrió la nota, alisándola con el canto de la mano, ella esperaba ver alguna burla de Myles o uno de sus compañeros idiotas, pero ese no era el caso

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Miró en dirección a Eddie y vio que ahora la miraba. Asintiendo suavemente con la cabeza, el chico estalló en una pequeña sonrisa.

Sus ojos se detuvieron en él por un momento, antes de volver a su hoja de trabajo.

•••

2 DE MARZO DE 1996
Escuela Secundaria Hawkins
12:43 PM

Paseando por el bosque, Tillie miró la hora en su muñeca. Se dio cuenta el otro día de lo mucho que tendía a mirar el reloj de Eddie, y decidió comprarse uno para ella en momentos como este.

Ella llegó al lugar, viendo a Eddie sentado en el banco con dos batidos en sus manos esperándola.

—¿Qué?— ella frunció el ceño ante las bebidas mientras caminaba y se sentó frente a él.

Eddie se volvió hacia ella, con una pequeña sonrisa en su rostro. —Regalo de disculpa de Danah's para ir con mi disculpa.— explicó, entregándole la bebida.

—Quiero decir, gracias, pero soy yo quien debería disculparse.— le dijo Tillie. —Además ahora te debo más dinero.—

—No, debería ser yo.— respondió.

—No, debería.— argumentó Tillie.

—Estabas siendo completamente racional.— le dijo Eddie. —No es necesario que te disculpes.—

—¡Tú tampoco!— exclamó Matilda.

—Escucha.— Eddie suspiró divertido. —Ambos somos tan tercos como el otro. Esto podría continuar todo el día.

—Lo sé— dijo Tillie, tomando un sorbo de su batido. —Así que déjame disculparme.—

—¿Me dejarás disculparme?— Eddie preguntó.

—No sé por qué tienes que disculparte, pero claro.— respondió ella. —Lo que sea que te haga dormir por la noche.—

—Está bien, bien— dijo Eddie en respuesta, con un pequeño descaro evidente en su voz. —¿Quieres ir primero?—

—Sí, está bien— dijo Tillie, metiéndose el pelo detrás de la oreja. —Lamento haber reaccionado de forma exagerada sobre lo que dijiste. A veces puedo ser bastante dramática, supongo. Anoche también me emocioné mucho, porque otro chico solo quiere meterse en mis pantalones. No lo sé, pero lo siento por gritarte.—

—Disculpa aceptada— Eddie sonrió. —¿Puedo disculparme ahora?—

—Todavía no entiendo por qué te disculpas— comentó, tomando un sorbo de su batido.

—Estás a punto de averiguarlo, tonta— respondió el chico con un dejo de diversión en los ojos, antes de adoptar un tono más serio. —Lamento haber dicho que alguien coquetea contigo en un tono tan disgustado. No encuentro repugnante pensar en ti. Quiero decir, eres tan bonita, eres divertida, eres inteligente, tú eres talentosa...—

Tillie escuchó atentamente, con una pequeña sonrisa y un cálido rubor en su rostro mientras lo observaba divagar.

—Francamente, no sé por qué alguien no querría coquetear contigo. Supongo que solo estoy, no diría celoso. Más como... ¿protector?—

Tillie ladeó la cabeza. —¿Protector?—

—Sí, protector.— confirmó. —Sabes, me has contado todo sobre ti. Cosas que nadie más sabe. Y obviamente me preocupo por ti, y yo solo... no quiero que otro chico te lastime, eso es todo— explicó, antes de que su voz se convirtió en un susurro silencioso. —Tampoco quiero que otro tipo me reemplace.—

Ella sonrió. —Nadie podría reemplazarte.—

MATILDA, Eddie Munson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora