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-Luces molesto, ¿quieres un dulce?

Taehyung observó de soslayo a Yoongi, riendo un poco al verlo con las mejillas totalmente llenas de dulces.
El olor de los caramelos le estaba dando algo de jaqueca, sin embargo tomó uno de la palma del pálido, dónde se exhibían montones de dulces de todos los colores y sabores que pudiese imaginarse. El más bajo le observó fijamente antes de ladear la cabeza y comenzar a rebuscar entre sus bolsillos.

Las clases habían terminado para su facultad de manera imprevista, todo gracias a un pequeñísimo problema que involucraba conejos algo molestos y un huerto de zanahorias y lechuga que no estaba dando frutos, pues los pequeños de color blanco no habían podido con el hambre y habían salido a recorrer todo el patio.

Taehyung aún quería reírse de lo gracioso que se había visto Yoongi cuando uno de los pequeños saltó sobre él directamente a morderle en la nariz, haciendo todo un lloriqueo que no fue mermado hasta que Jungkook llegó al rescate y se lo llevó de ahí.
Sin embargo, su atención dispersa no se debía al reciente y gracioso hecho, sino a que finalmente ese día terminaba la dolorosa y asquerosa abstinencia.

Haber podido soportar dos semanas sin tener sexo con Jimin había sido lo peor del mundo. No poder siquiera besarlo o respirar cerca de él había sido un martirio por el que jamás imaginó que llegaría a pasar, sin embargo justo en ese momento, con su mente maquilando miles de escenarios obscenos con el peligris, se repetía la constante de que en cuanto llegaran a casa finalmente podría hacerle lo que quisiera sin que el más bajo pusiera resistencia.

-No es el tipo de dulce que quisiera comer en este momento -murmuró sin ser realmente consciente, riendo al ver los pequeños ojos de Yoongi abrirse aún más y sus cejas elevarse.

-¿No te gusta? -cuestionó inocentemente-. No hay problema, tengo muchos más. Jungkookie me compró una bolsa entera hace unas horas.

Taehyung le observó con una ceja alzada y una sonrisa traviesa después de que aquella aparentemente inocente confesión llegó a sus oídos. Mas no podía dejar de lado el hecho de que las marcas en el cuello del pálido eran visibles, tal vez muy poco elaboradas, como si hubiesen sido hechas en el momento por algún tipo de impulso que fue detenido al momento en que notaron que la marca sería de lo más notoria para todo el mundo.
Asimismo podía notar que también su bonito suéter negro, que por cierto era su favorito, estaba algo... sucio.

-Eres un consentido -afirmó y Yoongi sonrió mientras mostraba sus dientes y ladeaba con pequeño golpecito su cabeza-, ¿qué tan bien se la chupaste para recibir todo esto?

Yoongi inmediatamente después de eso borró su sonrisa, dando paso a una más que divertida carcajada de parte del pelinegro.
Hizo un pequeño puchero y le arrebató la bolsa de dulces, llevando uno de cereza hasta su boca.

-Eres un grosero, cerdo.

-¿Y bien?

Siendo realmente sincero, después del incidente con los conejos de mal temperamento, Jungkook había ido por él con una sola intención en mente y esa fue tranquilizarlo.
Mas Yoongi conocía perfectamente bien a su novio, así que tuvo que canjear una bolsa enorme de dulces por atreverse a dejar caer sus rodillas en uno de los pequeños cubículos del baño. Había sido asqueroso para él, sin embargo no le pudo importar menos, pues Jungkook había estado tan caliente que no pudo parar, además de que esa bolsa de dulces era enorme. Un precio razonable.

-Bueno... no lo sé -murmuró con cautela, rascando su nuca en una clarísima señal de que estaba avergonzado

Taehyung sonrió al verle, pues Yoongi era tan lindo que ver sus reacciones tímidas era algo poco común, tanto que cuando las veía quería burlarse de él todo el día.
Yoongi mordió su labio inferior y apretó la bolsa de dulces en sus manos, ajustando la misma a su pecho como si fuese un calientito peluche que le iba a brindar comodidad.

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