Me siento inclinado a exclamarte, a decretarte.
Aquella dama en su juramento carga venganza.
Me equivoqué contigo, y yo en tu misericordia no cuadraba.
Veo negro, en detalle, aulló, pero ya no brilla por ningún lado.
Es tu sombra
mi dolor físico,
mi voz ronca,
sobrenaturalmente enferma,
por herirte de muerte,me veo desvanecido en tu sentencia.
Ni el sabor de tus labios, sólo la pálida muerte, que me llama a medianoche.
Suspiro el último sonido, tu risa, cuando me amaste,cuando no quería parecer humano, porque también reí.