Capitulo 23. Horas no minutos (18 Años)

736 43 1
                                    


Dejé que Pablo y Florencia siguieran de amigos en la piscina, en cuanto a mí, fui directo al bar del hotel y pedí el trago más fuerte que tuvieran. Escoció mi garganta como si me estuvieran fusilando en ese preciso momento, pero no era nada comparado con la vergüenza que sentía.

Se suponía que era mi luna de miel con Florencia, no entendía por qué Pablo tuvo que venir a arruinarlo todo. Era mi amigo, gracioso y un chico estupendo, pero no era el momento más adecuado para venir a "animar las noches", de eso me podía encargar yo sin la ayuda de nadie.

De pronto, mientras bebía, sentí una mano delicada en mi hombro. Supe de inmediato que no era Florencia, ella sólo iba y me gritaba, o me golpeaba en el hombro o cualquier tipo de cosa infantil que por más años que pasáramos juntos, nunca dejaría de hacer como si fuéramos los mismos niños de ocho años.

Giré mi cabeza lentamente y me encontré con una chica castaña,un poco mas baja que Florencia, pero con unos ojos marrones muy profundos y bonitos. Sin embargo, era muy femenina y seductora, no tenía la gracia y simpatía que desbordaba mi esposa.

- ¿Qué hace un chico como tú bebiendo a estas horas? ¿Quieres que te acompañe? -debía tener más de veinte años, se le notaba en la mirada y en la voz. Además, parecía dispuesta a todo porque la invitara una copa.
No me apetecía hablar con ella, pero tampoco estar solo bebiendo como un condenado, horas después de bajarme de un avión, así que no reclamé cuando ella se sentó en la silla que estaba a mi lado.

- ¿Cómo te llamas? -me preguntó. Me miraba de arriba abajo, analizando la ropa cara que la madre de Lodo me había regalado para el viaje. Seguro pensaba que era su día de suerte.
-Marco-mentí-Marco Celli.
-Yo soy Luz Ereros -traté de disimular mi asombro lo mejor que pude, a veces para esas cosas era bastante bueno, para ocultar mis sentimientos.
- ¿No eres de aquí, Marco?
-No, soy de Australia - volví a mentir, cada vez se acercaba más hacia mí y recargaba todo su pecho sobre el mesón del bar, su escote resistía todo lo que podía por no reventar frente a mí.
-Yo soy de Argentina, de Capital -comencé a odiarla tan rápido como hablaba. Me contaba cosas que no preguntaba y eso era desagradable.
Entonces, cerca de la entrada al bar, divisé la melena negra de Flor. Ya no estaba con Pablo y parecía algo perdida, seguramente no sabiendo a dónde ir o qué hacer.

Deseé que dejara de lucir como una niña extraviada para que me fuera a rescatar de esa bruja que tenía a mi lado, que se las arreglaba para seguir hablando de sí misma sabiendo que no la estaba escuchando. Pero Florencia no era así, ella era una chica todavía. Apenas había cumplido sus adorados 18 años.
Y no sabía si amar u odiar esa parte de ella.

Finalmente, me vio. Y agradecí la distancia que nos separaba, porque pareció que un aura oscura la rodeó de repente y que todo su rostro se ponía pálido. Ni siquiera esperó o esquivó a las personas que se le cruzaban, caminó a toda prisa y con decisión hacia mí. Le sonreí como nunca cuando estuvo lo suficientemente cerca como para distinguir las expresiones de mi rostro, le dediqué la sonrisa más inocente y a la vez burlona del mundo. No planeé causarle celos, pero era una pequeña venganza por lo de Pablo.

- ¡Sergio, cariño, te estaba buscando! -exclamó. Luz se dio vuelta a mirarla y se tapó la boca para reírse de Florencia.
Eso no me lo esperaba, Florencia tampoco. Pero me enfadó muchísimo.
Se había burlado de ella, mi esposa

-No admiten niños en el bar, ¿por qué no te vas a buscar a tus padres en la piscina? -le dijo a Flor
- ¿Y por qué no te vas a ahogar en ella? -le interrumpí. Me miró incrédula y muy ofendida, seguro nadie en su vida se había resistido a sus encantos. Lástima que yo tenía ojos para una sola chica cuyo nombre comenzaba con F. Y Luz no era ese.

¿Enamorarme De Sergio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora