Capítulo 31. Galletas Con Chispas De Chocolate Eterno (10 Años Despues).

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Sergio estaba a mi lado, sentados en las sillas de la sala de espera. Mili se paseaba de un lado a otro pensativa, mi hija, Tomas estaba muy nervioso, estaba al borde del colapso en ese preciso momento mientras Leila estaba en trabajo de parto de su segundo hijo.

- ¿Y si tiene problemas? ¿Y si el bebé no puede salir? -reprimí mi risa para no ponerlo más nervioso, pero le dije con tono tranquilizador:

-Tomas, estuviste tal cual cuando nació Joaquin, si Leila lo pudo hacer una vez, lo hará dos veces -revolvió su cabello, con la incertidumbre en el rostro.

Mili finalmente se sentó en la silla frente a mí, se veía ansiosa y emocionada, pero había algo más, una cosa que la molestaba y que no pasaba desapercibida ante mis ojos.

De pronto, irrumpió en la habitación Thiago, venía con sus juguetes en la mano.

- ¿Mamá a ha nacido? -pregunto.

Todos negamos con la cabeza y él suspiró aliviado.

- ¿Puedo ir a jugar con Benja? -preguntó otra vez.

-Ve, pero con cuidado -contestó Sergio. Se había cortado el cabello, ahora lo tenía más corto, siempre todo le quedaba a la perfección. Lo que no habían cambiado eran sus ojos y ese brillo que tenía en su mirada cuando estaba muy feliz, como ahora.

Thiago se fue a jugar con Benja, estaban corriendo por todas partes, seguía creyéndose un niño pequeño, y eso en parte era mi culpa, lo había consentido demasiado, algunas costumbres nunca se iban.

Y me alegraba que no lo hicieran, porque mi favorita era la que Sergio estaba haciendo en esos momentos, acariciaba mi mano y mis dedos con la suya. Ya no lo hacía para disculparse, con el tiempo el significado de ese gesto había cambiado, ahora lo hacía cuando estaba a gusto con la situación.

-Familia de Leila Moon- Ahora Leila llevaba el apellido de casada.
Todos nos pusimos de pie y Tomas empalideció de inmediato, esperando malas noticias. Nos acercamos a la enfermera y ella nos sonrió a todos, nos calmamos y sonreímos también, menos Tomas, que seguía encerrado en el mundo de las tragedias.

-Es una niña y muy saludable, pueden pasar a verlas en diez minutos, pero entren de a pocos -nos informó la enfermera. Entró otra vez a la sala de parto y todos nos quedamos más aliviados.

Los primeros en pasar a ver a Leila y a mi nueva sobrina, serían Tomas y Joaquin por razones obvias, Tomas era el primer hijo de Leila de tan solo cinco añitos. Yo me quedaría con Mili y Sergio esperando nuestro turno.

Joaquin entró feliz a la sala para ver a su nueva hermanita, mientras que Tomas lo hizo temeroso, pero decidido.

-Iré afuera a ver a los chicos antes que rompan algo-dijo Sergio con su típico sentido del humor. Mili y yo asentimos con la cabeza riéndonos-Bueno, regreso en unos minutos - beso mi mejilla y se fue dejándonos solas.

Mili ya estaba más relajada, pero seguía habiendo algo que la incomodaba.

-Mili, ¿qué sucede? -La había estado notando estos últimos días muy triste - ¿Qué pasa amor? - con sólo una mirada bastó para saber lo que le sucedía -

-Tengo miedo a que papá y tú se olviden de mí - Si, tenía razón. Desde que Sergio y yo le informamos a ella a y Thiago hace una semana que muy pronto tendrían un nuevo hermanito o hermanita, ha estado distraída, pensativa. Ya no estaba tan alegre como antes.

Sonreí como nunca, porque conocía demasiado bien ese sentimiento de sentirse invadida por alguien nuevo y que venía a cambiar todo tu mundo. También esa inferioridad, ese pensamiento de no ser querida por los demás. Todo eso me recordaba a algo.

-Mili, cuando te tuvimos a ti, hubieron ciertas diferencias, pero...

-Mamá, no es lo mismo, porque Thiago tenía casi dos años y no recuerda nada. Yo tengo nueve, y esa... niña o niño... se robará todo su cariño.

Sé que debía decirle que no pensara eso de su futuro hermanito o hermanita, que lo terminaría adorando, pero me limite a sonreír como antes.

-Mili, cariño, te contaré una historia. Tal vez, las circunstancias no son las mismas, pero si los problemas. Había un chico castaño que era mucho mejor que una chica rubia, y ella estaba insegura porque creía que todos lo querían más a él que a ella.

Mili me miró y luego a mi cabello, después dirigió su mirada afuera donde estaba Sergio jugando con Thiago y Benja.
Me lo preguntó con la mirada y yo sentí, así que ella no dijo nada más y se echó para atrás, acomodándose en la silla con las piernas cruzadas como un indio sobre la silla.

-Todo empezó cuando yo tenía ocho años, mamá se arreglaba para ir al teatro con mi padre, llevaba un vestido liso de seda rosa y un sombrero con plumas que yo utilizaba para disfrazarme de indio nativo cuando Paula, mi prima Cyntia y mi amiga Azul venían a jugar a la casa...

¿Enamorarme De Sergio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora