43. La rosa de periódico

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—Ya sabes ¿No sería genial invitarlo a cenar y luego inmovilizarlo en el suelo al estilo japonés de un solo golpe? ¿Tiene sentido?

—Jaja ...... es muy conmovedor. — Hunter se frotó la punta de la nariz—. El tipo al que quieres abalanzarte está justo detrás de ti.

—¿Eh? —Audrey se dio la vuelta y vio a Winston de pie con su bolsa de viaje en una mano.

—¡Oye! ¿Por qué no me lo dijiste antes? —Audrey fingió estar enfadada y golpeó el hombro de Hunter.

—¡Jajajaja! ¡Por supuesto, es para que tu dios masculino conozca tus intenciones! —Hunter puso una expresión de maldad.

En el fondo, no pudo evitar volver a sentir envidia de Winston.

Entonces... hubo un dolor inexplicable.

—Señorita Wilson. —Winston bajó la barbilla, de nuevo con esa expresión de cortesía.

Hunter golpeó suavemente el hombro de Winston, susurrando: —¡Sé sinvergüenza si puedes!

—¿Estás seguro de eso? —preguntó Winston con voz baja e inexpresiva.

—O no. —Hunter tenía el presentimiento de que sería él mismo quien tendría mala suerte.

—¿Ustedes ...... están aquí de vacaciones juntos?

—Bueno, sí. Fuimos a las aguas termales de Noboribetsu —Hunter respondió con una sonrisa.

—No me extraña que tu piel tenga buen aspecto. Ahora he llegado a una conclusión.

—¿Qué conclusión?

—En el futuro, si quiero entrevistar a Winston sin una cita, no tengo que preguntar a una persona de Ferrari, sino a ti.

—¡Jajaja! Sí, bueno, en el futuro, si me entrevistas, ¡asegúrate de escribir cosas bonitas! O no te daré la primicia.— Hunter le guiñó un ojo.

Hicieron cola para embarcar y, una vez dentro de la cabina, Hunter se dio cuenta de que Audrey estaba en la misma fila que ellos, sólo separada de Hunter por un pasillo.

Hunter fue lo suficientemente caballeroso como para bajar el equipaje de Audrey por ella.

—¿Qué se siente al viajar con Winston? Los periodistas somos los que más queremos y tememos entrevistar a Winston.

—¿Por qué? —preguntó Hunter con curiosidad.

—Porque siempre se las arregla para dejar fríos a todos los reporteros después de una gran actuación.

—¡Jajajaja! —Hunter se rió, mirando de reojo a Winston.

El tipo estaba igual que cuando había llegado, mirando el periódico con cara de estatua inmóvil, completamente irreconocible del tipo que había en la posada del balneario riendo.

—Estamos deseando que hable más.

Audrey miró en dirección a Winston.

Winston era claramente consciente de los sentimientos de Audrey por él, pero no tenía ninguna intención de hablar con ella, sólo alguna que otra respuesta cortés.

Hunter se inclinó hacia Audrey y le susurró: —Si este tipo habla contigo, siempre tendrá una forma de burlarse de ti y avergonzarte. Olvidémoslo.

—¿Burlarse y avergonzar? —Audrey miró a Winston—. No puede ser, ¿verdad?

Hunter se encogió de hombros.

En ese momento llegó una azafata empujando un carrito de bebidas.

Hunter sintió que alguien le tiraba del cuello de la camisa y tiraba de la parte superior de su cuerpo que sobresalía de su asiento.

¿Puedes no burlarte de mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora