VI🔸 Castigo.II

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El silencio en la cocina se hizo aún más profundo y al cerrarse la puerta la mujer encargada se desmoronó en el suelo de rodillas vencida por el miedo. Las otras chicas corrieron a ella y la rodearon a modo de consolación. Ella levantó la mirada y miró con rabia a la pelirroja.

— ¿Acaso eres estúpida, humana? —preguntó en voz baja, Ámbar la observó con los ojos llorosos— No pretendas ser la heroína en un lugar al que no perteneces, aquí todos podemos aplastarte fácilmente —escupe la palabras cargadas de ira abrazándose a si misma

— No pretendo ser nada aquí, de todos modos no voy a dejar que nadie me aplaste —contesta tan a la defensiva como lo ha echo desde que llegó a la tribu— El error fue mío, no la defendí porque sintiera lástima, si ustedes me tratan como el bicho raro no merecen nada de mí —sale de allí dejando en silencio a la mujer, quién sonrió ante su respuesta.

<<La humana tenía agallas>> pensó ella.

Mientras Ámbar esperaba con llanto silencioso su destino, Garath había salido del castillo hacia la taberna más cercana. Al entrar todos guardan silencio, el líder merece respeto hasta de los borrachos que están desde temprano bebiendo después de salir del turno de guardia. Preparándose para una noche de sexo con sus daras o esposa.

El líder toma asiento junto a su amigo y con un gesto pide bebidas para todos. Una jarra de Corel, la bebida más fuerte del lugar es traída especialmente para él por una de las daras meseras que más conoce. Esta le coquetea pero se retira al ver su falta de interés. Bebe un trago que mataría a cualquiera que no estuviera acostumbrado a esta bebida.

— ¿Por qué la estabas espiando? —Garath lo mira fijamente

— No lo hacía —contestó el de cabello blanco que es como su hermano

— ¿Vas a mentir de nuevo? —le sonríe

— ¿Por qué te enojas tanto? —pregunta Alkimes viendo como su amigo mira a un lado evadiendo la respuesta

— Es una humana, una muy insoportable, es exasperante y no tengo ningún tipo de intensiones con ella —tuerce los ojos y se da un trago con nervios

— Entonces espero que estés consciente sobre lo que pasará con ella en la ceremonia de las daras en unas pocas lunas —Garath se atraganta con la cerveza y varios lo miran con discreción

— ¿Qué están mirando? —los espectadores se voltean con temor— Nadie puede tocarla, es la regla

— Pero es su deber para con la labor que se le impuso —su amigo sonríe como si tuviera planes entre manos

— Creo que estás un poco preocupado por quién no deberías —le dice el salvaje sin quitarle lo ojos de encima— Siempre podría sacrificarme por mi manada baja la cabeza

— Eso quiere decir que...

— Quiere decir que es hora de que te metas en tus malditos asuntos Alkimes y dejes de... —un estruendo a las afueras del lugar llama la atención de todos y Gatah sale sabiendo lo que le aguarda afuera.

<<¿Quién demonios te permitió hacerlo enojar Ámbar? >>se repetía interiormente la chica arrinconada frente a la ventana mirando el cielo curiosamente nublado.

En cuanto descansa su cabeza entre sus piernas recogidas contra su pecho y rodeada por sus manos, la puerta de la habitación se abre de golpe. Ella asustada teniendo a su lado la única vela que mantiene encendida, la toma rápidamente y se acerca. Al ver una figura ensangrentada parada frente a ella se sorprende y deja caer la vela que la devuelve a la oscuridad. Gatah mal herido y ensangrentado cae de rodillas frente a ella.

Ámbar {La maldición del guerrero híbrido} 🔹EDICIÓN Y CORRECCIÓN🔹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora