¿Somos amigos?

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Llegamos un parque cerca de nuestra escuela. Su semblante daba a entender que estaba un tanto incomodo por la situación tan forzada que estaba viviendo por lo que traté de mantenerme a su lado tanto como fuera posible para aliviar la sensación perturbada que reflejaba en su rostro. Tome su mano jalándolo para incitarlo a que nos recostáramos sobre el pasto en el parque. Él soltó mi mano y accedió a regañadientes, sentándose en la hierba recién cortada, pero colocándose tan lejos de mi como le era posible. En cuanto vi eso, me levanté de mi lugar y me senté a unos cuantos centímetros de él pidiéndole que jugáramos a buscarle forma a las nubes. Se mostró reacia a aceptar porque era algo un tanto infantil, pero aun así al final lo hizo. En eso se pasó por la mente que no sabía muchas cosas sobre él y me causa curiosidad así que me armé de valor y le dije:

—¿Cuándo es tu cumpleaños?

Él sin comprender lo que sucede responde:

—¿Para qué quieres saber eso?

Su actitud me desarma y quiero dejar hasta ahí el tema, pero mi deseo de saber más acerca de él es más fuerte:

—Es normal entre los amigos, ¿no crees?

Con un tono irritado casi gritando respondió:

—¿Qué mierda te hace pensar que ahora somos amigos?

Quede anonadado con su contestación porque en mi corazón creía que tal vez estábamos empezando a llevarnos bien. Intentando ablandarlo un poco sollocé lastimero:

—¿Por qué me tratas así? ¿acaso me odias tanto?

Él se mostró sorprendido ante mi reacción tanto que sus ojos se abrieron de golpe. Pasamos unos minutos en completo silencio hasta que él lo rompió diciendo:

—No es que te odie, simplemente me parece extraño que desde hace unas semanas estes tan insistente en pegarte a mi como si...—Su voz se apagó de golpe como si no pudiera decir la palabra. Se veía angustiado y temeroso. Segundos después agregó: —Nada, olvídalo.

Se sonrojó un poco luego de decir esto, lo cual me tomo por sorpresa. En tono indiferente respondió la pregunta que le había hecho antes sin dejar de mirar las nubes:

—No lo sé. Nunca he tenido uno, pero ya que insistes en saber es el 21 de noviembre ¿y el tuyo?

Increíblemente me respondió, por lo que decidí que también debía hacerlo:

—El mío es el 14 de marzo. Espero lo recuerdes.

Me miró y dijo en tono sugerente:

—Posiblemente no, pero me esforzare para que sea así para regalarte un muy buen manga.

Su tono dejó al descubierto sus intenciones. Me puse muy nervioso recordando lo que había ocurrido esa vez en la tienda y me sonrojé ante su comentario. Al darse cuenta soltó una risita añadiendo:

¿Sólo un juego?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora