Capítulo 11

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Creo que los amantes del sueño, como yo, disfrutamos estando en la cama, durmiendo tranquilamente, un sábado a las nueve de la mañana, tapados con una manta, acurrucaditos en la almohada,...

-¡Buenos días Becca!¡Levántate vamos!-

Pero hoy no era ese sábado, son las ocho de la mañana y me dirijo al centro comercial del centro de la ciudad a comprar ropa con mis amigas. Mel ha venido a mi casa a levantarme de la cama a las siete y media de la mañana. ¡Con lo agusto que estaba! Pero claro, su novio da una fiesta en su casa y tenemos que ir bien vestidas.

-¿Por qué estamos yendo tan temprano a comprar?-pregunto con sueño- Chicas son las ocho de un sábado-

-Por el simple hecho de que hemos quedado con los chicos antes de la fiesta para comer-dice Jena.

-¿Qué?¿Cómo que hemos?-me sorprendo- A mi nadie me ha dicho nada de eso-

-Si te lo hemos dicho Becca, pero no te llegaban los mensajes-dice Mel- Tranquila, tu madre ya está avisada-

-Hemos venido a comprarnos ropa para la fiesta y algo que nos guste para antes de eso-dice Jena.

Entramos a una tienda y, ¿sabéis el amor a primera vista? Pues eso me pasó con unos pantalones y una camisa muy bonita, que por cierto me probé y me quedaba de lujo, así que me lo llevé. Después de seguir mirando tiendas, entramos en la última y definitiva del día, la que tiene los mejores vestidos que pueda haber en el mundo. Estamos en invierno, pero nada te impide ponerte un vestido, con tus medias transparentes y tu chaqueta, o sino puedes utilizar la frase de "el frío es mental" que luego acabas con un constipado de narices. Jena se va a su sección de "vestidos super mega llamativos", mientras que Mel y yo miramos a ver cuál nos gusta más. Me decanto por uno negro y liso que me hace cuerpazo. Mel está entre uno verde y otro rojo. Por el contrario, Jena ya ha elegido uno rosa con pompones a los lados.

-A ver Mel, tienes dos opciones o eliges uno o te llevas los dos-digo.

La verdad es que los dos vestidos son preciosos.

-Me voy a llevar los dos pero, ¿cuál me pongo para hoy?-

-Yo creo que para hoy te podrías poner el verde-argumenta Jena.

-Si, yo también lo veo-digo.

Tras salir de la tienda y dirigirnos a casa de Mel, recibo una llamada. Es Meghan. Dice que si puede venir a prepararse con nosotras para la comida.

Al llegar a casa de Mel, su madre Ruth nos saluda encantada.

-Hola chicas, ¿qué tal estáis?-

-Hola, bien, ¿y usted?- pregunta Jena.

-Jena por favor, no hace falta que me llames de usted, tanto tu como Rebecca ya formáis parte de la familia-dice Ruth- Si necesitáis ayuda con el maquillaje, el pelo o algo avisadme-

La madre de Mel ha trabajado de maquilladora y peluquera para actores famosos y, la verdad, lo hace muy bien. 

Me pongo los vaqueros negros nuevos que me he comprado con la camisa blanca, también nueva. Termino mi outfit con mis Converse negras de confianza, me peino un poco, me echo rímel y brillo en los labios y ya estaría. Cogemos nuestras bolsas con todo lo necesario para prepararnos en casa de Dylan antes de que empiece la fiesta.

Ruth nos lleva en su Audi blanco a la casa de Dylan. Cuando llegamos me fijo que es enorme y está muy apartada del centro. Nos bajamos del coche y Jena aprieta el telefonillo que hay justo al lado de la enorme verja negra.

-¿Sí?-

-Dylan abre, somos nosotras-contesta Jena y enseguida se abre la enorme verja.

Pasamos al patio delantero en el que se pueden apreciar muchas flores.

-¡Qué rosas tan bonitas!-digo.

-Sí, a mi madre le encantaban-contesta Dylan que acababa de abrir la puerta.

Me acuerdo de su madre, una mujer encantadora, la antigua directora del instituto, siempre la veías con una sonrisa en la cara, el cáncer se lleva a la mejor gente.

Nos adentramos en el interior de la casa, un enorme olor a lavanda nos impregna la nariz al entrar en el salón. La casa está muy bien decorada, sus pequeñas velas encima de la chimenea, la escalera de mármol negro, el sofá blanco,... La casa en la que yo no haría una fiesta, es demasiado bonita.

-¡Dylan!¡La pizza!-escuchamos que grita Marc desde la cocina.

-¡Ostia!-

Me dirijo a la cocina y alucino con lo bonita que es, tiene una isla blanca en medio de ella, todo precioso sinceramente. Giro la cabeza para mirar a Marc que está trasteando con el horno para apagarlo mientras que Dylan está ocupado llevando la pizza a la mesa. Me acerco a él.

-¿Problemas con el horno?-digo.

Se gira de inmediato al escuchar mi voz.

-Pensaba que no ibas a venir-

-Tengo que venir a cuidar de mis amigas y de Zac cuando se van a poner pedo-digo y me río.

-¿Tú no bebes?-me pregunta.

-No soy fan de ello-

-Yo tampoco-responde- He venido a despejarme un rato-

Me acerco a él y presiono un botón en el horno.

-No solo te guío por el instituto, sino que también te tengo que enseñar a apagar un horno- me río.

-Cállate enana-dice un poco molesto pero se le nota que se está aguantando la risa.

-¡Princesa!-

-Joder Zac, que susto coño- digo.

-Menos mal que estás aquí-dice.

-Claro, sino no te podrías poner pedo-cruzo los brazos sobre mi pecho.

-Exacto-dice y me abraza.

Cuando Zac se va noto la mirada de Marc clavada en mi espalda.

-No soy ninguna asesina-digo y me giro.

Deja caer su espalda en los muebles de la cocina apoyándose con una mano y con la otra se remueve el pelo. Le miro. Me mira. Y nos quedamos mirando así unos minutos sin decir nada hasta que...

-¡Venga gente, a comer!-escuchamos a Dylan desde el comedor.


It had to be You || El empezarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora