El chico del café⸙

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•⸙•

Debo concentrarme. Debo prestar atención a cada uno de los pedidos que hacen los clientes y no distraerme. No es la primera vez y tampoco creo que sea la última, o eso espero. Mi mano se mueve con rapidez al sostener la pluma para anotar un nuevo pedido en esa pequeña libreta de notas que me fue asignada desde que empecé a trabajar aquí, hace no más se ocho meses.

Ocho meses en los que he tenido que desarrollar gran paciencia por clientes mal educados o indecisos, así como aumentar mi vida social en cierta medida. Creí que todo sería normal, tan común... atender a los clientes y no verlos hasta varios días después, semanas o meses, pero ahora, desde hace cinco meses, he tenido que lidiar con una mirada rojiza que provoca un gran vuelco dentro de mi ser y que no deja de ser tan llamativa...

Podría decir que el rojo se ha vuelto mi color favorito desde la primera vez que le vi, llamándome con una gran sonrisa mientras tenía una plática animada con sus amigos la primera vez que consumió aquí. Un café con leche. El de todos los días, o de las veces que ha venido aquí.

Les juro que las habilidades que adquirí sirviendo café sin problemas se van por la borda al sentir ese carmesí quemando mi piel, mi ser... todo de mí. A pesar de estar resguardado detrás de la taza marrón, que siempre coincide con su pedido, no puedo evitar tener nervios, inseguridad con lo que hago, como si quisiera impresionarlo sirviendo café, pero temiendo derramar una gota que manche esa perfección que quiero mostrarle.

—En seguida está —informo a la señora castaña que me regala una sonrisa amable a espera de su pedido. Aprovecho el momento de dar media vuelta para mirar aquella mesa del rincón, cerca del último ventanal que comprende el negocio y lo veo ahí, sentado de espaldas a la pared y en dirección a mí, justo a mí; tomando su café con leche y sin despegar sus orbes bermellón de mi figura, esa que me descoloca y me hace perder el equilibrio cuanto intento deslizarme con los patines que, según mi jefe, nos permitirían realizar los pedidos y las entregas con mayor rapidez, solo que no contempló que un chico pelirrojo y atractivo pudiera distraerme para caer en medio de todo el local.

Me tuerzo el tobillo derecho y juro haber escuchado cómo tronó, intento levantarme y sentir que solo se trató de una pequeña torcedura y no algo más. El dolor me hace mostrar una mueca que no dudo ve toda la clientela y me adentro a la cocina para realizar el pedido no sin antes responder la pregunta de la mujer—: ¿Estas bien? —asiento con la cabeza acompañada de una sonrisa nerviosa y me apresuro a ocultarme de todos por un momento, principalmente de aquel chico.

Me siento por un momento en un banco y agradezco al de arriba por los pocos consumidores de este día, aunque ya es tarde, quizá las seis treinta de la tarde de este sábado. Mi suerte también es que pronto terminará mi turno, faltando solamente treinta minutos.

—Todo listo, (Nombre) —habla el cocinero con una sonrisa amigable, siendo un hombre mayor que podría ser como mi padre o un abuelo muy joven al que le he cogido cariño desde que llegué aquí. Coloca la taza de café sobre un plato que hace juego con ella y antes de soltarla me dice—: Ten más cuidado y no te distraigas mirando a otros lados —su sonrisa se vuelve pícara al terminar su última oración indicándome que este hombre ha visto todo desde ese pequeño rincón conformado por una estufa y estantes que le permiten crear postres tan deliciosos.

No puedo evitar sonrojarme al ser descubierta y solo le respondo con un "si" apenado. Tomo la taza de café y la llevo con cuidado hasta su destino, recibo esa sonrisa que mantiene mi esperanza en volver a encontrar clientes como ella y me despido quedando a sus servicios hasta que termine mi turno. Por el momento solo me dirijo a la barra principal, donde puede consumir una persona solitaria si así lo desea, y reviso mi teléfono, esperando ver noticias de alguna red social o mensajes de alguna amiga o mis padres preguntando cómo me va, pero nada. El tiempo se me va en ello y la castaña solo sacó un libro para leer mientras, creo, esperaba a alguien.

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