CAPÍTULO 10

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Yo trabajaba como catedrático de música clásica en la universidad. Tenia trabajando ahí cinco años y era mi pasión... bueno lo era hasta que conocí a Arlette.

Ella era maestra de danza contemporánea y había sido trasladada de España...

Cuando la vi mi mundo se puso de cabeza, ella era la clásica española, de cabello negro ondulado y piel bronceada, similar a una gitana.

Nunca olvido el día que la vi por primera vez...

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Llegué a la universidad a las ocho de la mañana como todos los días, lleno de energia y positivismo. Mi trabajo era lo más importante para mi. Disfrutaba ver como los alumnos se adentraban en el mundo de la música y como poco a poco se convertían en gran expertos.

Entre al salón de maestros, pero no pude saludar a los colegas como hacia siempre. Usualmente encontraba a algunos desayunando, otros leyendo los periódicos y unos cuantos platicando, sin embargo ese día fue diferente, ya que todos estaban sentados en la pequeña salita ubicada en el centro de la sala, platicando amenamente.

Me acerqué extrañado por el recibimiento fuera de lo común, y al llegar me encontré con una mujer con un rostro inolvidable.

Sus pómulos resaltaban en su rostro, sus ojos eran negros y almendrados y estaba cubiertos por un largo y rizado manto de pestañas oscuras. Su cabello era tan negro como la noche y lo llevaba suelto hasta debajo de los hombros. Su piel tenía un color único, bronceado y cremoso, increíblemente apetecible. Sus labios eran carnosos e incitaba al pecado.

Ella estaba sentada sonriendo y platicando amenamente con los demás profesores hasta que su mirada se encontró con la mía. Nos observamos fijamente por unos segundos, perdidos, concentrados el uno al otro.

-¡Elliot! Por fin llegas. Quiero presentarte a la licenciada Arlette de la Cruz, la nueva catedrática de danza contemporánea. Ella viene de Barcelona y aceptó su traslado ya que es una de las mejores en su área, además tiene la misión de hacer crecer al grupo de baile y hacerlo participar en competencias. Arlette, él es Elliot, catedrático de música clásica.- dijo Miguel Azcurra, director del departamento de arte de la universidad.

Arlette amplió su sonrisa y se levantó, dejando ver su hermoso cuerpo que llevaba un pantalón suelto de lino blanco y una camiseta púrpura de tirantes que dejaba a la vista su atractivo escote.

-Un placer Elliot- dijo extendiendo su mano hacia mi.

-El placer es mio. Bienvenida- conteste respondiendo su saludo sin dejar de verla a los ojos.

-Elliot, quisiera que acompañes a Arlette a dar una vuelta por la universidad para que conozca las instalaciones y salones. Creo que eres el mejor para hacerlo, además todavía no comienzan tus clases.- interrumpió Azcurra, haciendo que soltáramos nuestras manos que todavía se mantenían unidas por el saludo.

-Por su puesto, no hay ningún problema. ¿Vamos?

Ella se inclinó a la mesa y tomo un bolso largo de flores. Se lo cruzo por cuello y brazo y confirmo mi invitación.

-Vamos.

Comenzamos a caminar por los pasillos del instituto mientras le explicaba y mostraba cada una de las áreas. Al mismo tiempo le hacía preguntas de su país, de su familia y profesión. Ahí descubrí que compartíamos la misma pasión por lo que hacíamos. Era una mujer libre, extrovertida, pero que se tomaba muy en serio su profesión.

Je T'Aime, ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora