Yael abrió los ojos ante la cosquilla en su espalda, las garras de su actual amante se deslizaban de arriba abajo haciéndole sentir un poco de cosquillas y excitación.
—¿Te desperté? —murmuró Lyle con pena, Yael se giró y besó sus labios.
—De todas formas tengo que levantarme, soy tu guardián principal —Lyle ronroneó de forma excitante.
—Pero si yo no me levanto no hace falta que lo hagas tú.
—Los demás se darán cuenta de esto.
Lyle se sentó, algunos mechones blancos de su cabello cayeron sobre su pecho desordenadamente.
—¿Y qué, desde cuándo me importa eso? No le debemos nada a nadie.
—Bueno, pero si al menos me hicieras tu pareja... —Lyle lo miró de reojo.
—No lo seremos, Yael.
Yael suspiró, aquí estaba el problema de todos los días, no importa lo mucho que insistiera, Lyle no cedería de ninguna forma.
—¿No me concederías ese honor? —los ojos azules de Lyle se colorearon de dorado.
—Deja de bromear, tu pareja está por ahí en algún lugar, ya será tiempo de conocerla.
—No bromeo y lo sabes.
Yael estaba muy seguro de que no importa quién fuese su pareja nunca dejaría de amar a este Dragón, por lo que consideraba que la naturaleza se había equivocado grandemente.
Lyle suspiró y se peinó hacia atrás.
—Fue mi culpa insistirte tanto por esto, mi compañero está muerto, yo no tenía nada que perder y por eso no lo pensé demasiado, así que lo siento.
Yael gruñó.
—Llevamos haciendo esto quinientos cuarenta y tres años y siempre me dices lo mismo.
—Porque no estamos en las mismas circunstancias, una vez encuentres a tu compañero o compañera olvidarás todo esto que sientes por mí.
—¿Me dejarías ir?
—Sí, sé lo importante que es el vínculo, nunca me interpondría en algo tan sagrado —Yael negó y se sentó sobre su pelvis, luego acarició sus labios.
—No me gusta escuchar algo como eso, querría que me dijeras que al menos lucharás por mí.
—Yael… no hago esto por mí, lo hago por ti.
—Dímelo por lo menos una vez —pidió con un murmullo, a pesar de todo el tiempo que llevaban juntos Lyle no le había dicho ni una vez que lo amaba, a pesar de que lo sabía necesitaba escucharlo por lo menos una vez.
—No.
—Lyle…
—¡Ya basta Yael! —gruñó bajándolo de su regazo, Lyle se puso de pie y comenzó a recoger su ropa—. No podemos seguir haciendo esto, no es sano para ninguno de los dos.
—No puedes estar hablando en serio, ¿quieres que terminemos?
Lyle lo miró con filosos ojos dorados, nunca lo había mirado de esa forma y eso realmente dolió.
—Sí, ahora vete de una vez —murmuró perdiéndose en el baño.
Yael se colocó el pantalón y caminó a su habitación sin que le importara demasiado la mirada de los demás, joder, a penas podía respirar con normalidad.
Se dio un baño con rapidez y se sentó en la cama mojando el colchón, sus ojos se fijaron sobre el uniforme blanco con bordes dorados que colgaba de la percha. Yael se peinó hacia atrás e hizo una mueca, si ese Dragón pensaba que podía deshacerse de él con tanta facilidad estaba equivocado.
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Predestinados VI : Lazos de fuego
Werewolf¿Razones para no querer un compañero? Todas las que podían existir!!! Eran problemáticos por lo que no querer uno era bastante razonable, mucho más si tu compañero había resultado ser de una especie completamente distinta, un dragón no era una broma...