3🔥

1K 132 29
                                    

Mills despertó y acarició la mejilla de su compañero, quizás luego de esta noche Ross estuviese preparado para tomarlo como lo que era. Mills gimió por un dolor en su abdomen y lo tocó, estaba un poco duro y eso lo hizo asustarse.

Se levantó de la cama y fue al baño, en el espejo pudo ver con claridad la línea de escamas azules bajo su abdomen, un claro indicativo de que estaba gestando un huevo.

Mills suspiró y se apoyó en el lavamanos, debió pensar con claridad antes de acostarse con él. Los dragones podían hacer este tipo de cosas cuando se apareaban entre machos, sin embargo, pensó que no funcionaría ya que su compañero era de otra especie, evidentemente eso no importaba demasiado.

Mills recogió su ropa y miró a su compañero, no quería irse, pero era lo mejor en esta situación, Ross aún no aceptaba ser su compañero y no sabía cuál sería su reacción, de todas formas, no podría ayudar mucho teniendo en cuenta que la cría sería un dragón.

Mills tomó algunas de sus prendas en el closet, también la camisa de Ross y salió de ahí antes de arrepentirse.

Una vez fuera dejó sus cosas en el suelo y dejó salir su piel de dragón, luego tomó sus cosas cuidadosamente entre sus dientes y comenzó a volar.

Mills entró a la antigua cueva que utilizaba como hogar, encontrarla no fue difícil, así que dejó sus cosas en el suelo y fue a buscar algo cómodo. El bosque proveyó todo lo necesario y lo apiló en el final de la cueva, puso algo de su ropa encima y por último la camisa de su compañero, eso ayudaría con sus dolores y también a la cría.

Se acurrucó en el nido durante dos semanas hasta que justo fue la hora. Los dolores fueron intensos y sus gritos agudos, Mills estaba agradecido de haber anidado lo bastante lejos, ocho horas más tarde tenía en el nido un huevo de color azul oscuro, algunas manchas negras estaban distribuidas como lunares.

Mills dejó salir un gruñido satisfecho y se enrolló para darle calor, esos fueron dos meses enteros de incubación en los que tuvo que asegurarse de que el huevo no sufriese daño alguno.

Mills miró al huevo cuando escuchó un crujido, el tiempo de incubación había terminado y por fin empezaba a romperse, pronto tendría a su cría. El huevo fue quebrándose poco a poco, fueron al menos diez horas hasta que una pequeña cabeza azul oscuro se asomó, la cría gorgoteó y terminó de romper el cascaron, luego se acurrucó con él para sentir su calor y olfatear la camisa de Ross.

……

Mills suspiró viendo a su compañero, debía tener paciencia o esto terminaría inevitablemente en una pelea. Malik se escondió detrás de su pierna, sus manos temblaban levemente aferradas a su costura, así que le acarició el cabello para relajarlo.

—¿Podrías hablar con menos brusquedad? Lo asustas —Ross resopló con una sonrisa irónica.

—Oh, sí, perdón por hablarle brusco a alguien de quien no sé nada hace cinco meses.

—¿Por qué estás enojado por eso, cambiaste de idea respecto a tomarme como compañero? —Ross arqueó una ceja ante su pregunta, luego miró con los ojos dorados a Malik asustándolo aún más.

—¿Sigues hablando de eso cuando obviamente no te hace falta un compañero?

—¿Qué?

—Digo, el niño salió de algún Omega, ¿no? —Mills pestañeó, ¿es que acaso no veía el parecido entre él y Malik, no sentía el vínculo?

—No, Malik es tuyo y mío.

—¿Perdón? Debo haber escuchado mal, ¿dijiste tuyo y mío? ¿Te has vuelto loco? ¿Ahora te crees Omega? —Malik jadeó, Mills lo miró sólo para ver sus ojos llenos de lágrimas, las feromonas de Ross estaban inundándolo todo a pesar de que estaban al aire libre.

Predestinados VI : Lazos de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora